Cicatrices como resultado de cirugía plástica

Cualquier cirugía tendrá entre sus consecuencias dejar una cicatriz, pues la piel repara en forma natural los tejidos que han sido cortados por una incisión o una punción. Generalmente las cicatrices son de color rosado fuerte durante las primeras semanas, para luego disminuir la intensidad de su tonalidad. Su notoriedad dependerá del lugar donde se ubique, el tamaño y el tipo de cirugía. Por ejemplo, una cicatriz sobre el hueso de la mandíbula, el tórax o el hombro se encuentra con mayor tensión que sobre la mejilla, y tiende a verse más prominente.
Otro factor a considerar en la notoriedad de una cicatriz es la edad del paciente, ya que cuando joven la piel tiende a repararse muy rápidamente, formando cicatrices más largas y gruesas que en la de un paciente de más edad. Por último, hay quienes cicatrizan mal debido a factores genéticos y, a pesar de todos los esfuerzos de su médico, formarán una cicatriz «hipertrófica» o una del tipo «queloide».
En cuanto a controles de operaciones antiguas, en algunos casos las cicatrices prácticamente han desaparecido con el tiempo. En otros casos las cicatrices se mantienen, pero los pacientes las han adoptado sin complejo alguno como parte de su fisonomía, considerándose felices por los resultados que obtuvieron con la cirugía.
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