Cirugía contra el cáncer a la próstata

La mayoría de hombres espera que el cáncer se elimine mediante la extirpación quirúrgica del órgano afectado o de una parte del mismo, como ocurre con el cáncer de mama de las mujeres, el de testículos, el de riñón y muchos otros. Aunque un famoso urólogo llamado Hugh Hampton Young, del hospital Johns Hopkins de Estados Unidos describió la prostatectomía total por primera vez en 1905, la intervención quirúrgica que extirpa toda la glándula sólo se realiza en algunos casos. Esto se debe a que muchas veces el cáncer de próstata no se detecta hasta que se ha expandido fuera de la glándula. Una vez que esto ha ocurrido, es imposible extirpar todo el tumor mediante cirugía, por lo que una intervención quirúrgica no curará la enfermedad.
Aunque los médicos pueden diagnosticar los cánceres en una etapa precoz, hay muchos tumores que crecen despacio y pueden tardar hasta 10 años en causar problemas. Obviamente, para un hombre de 85 años este tipo de tumores no supondrá ningún peligro, y además no podría soportar una intervención quirúrgica. Por este motivo, sólo se extirpa la próstata en pacientes más jóvenes y cuando se tiene la certeza de que el cáncer se puede extender con rapidez. Por lo general, la intervención quirúrgica sólo se recomienda en hombres de menos de 70 años, aunque es un factor que también depende del estado de salud de cada individuo.
Radioterapia
La radioterapia es una alternativa a la prostatectomía, ya que puede destruir tumores pequeños y curar el cáncer. Se practica cuando el paciente no está en condiciones de resistir una intervención quirúrgica, y algunos hombres la prefieren antes que entrar en quirófano. Aunque extirpar todo el tumor en una intervención quirúrgica puede parecer mejor, no existen pruebas concluyentes que demuestren que un tratamiento cura mejor la enfermedad que otro.
También se recurre a la radioterapia cuando no es posible realizar cirugía, porque el tumor se ha expandido fuera de la próstata. No «curará» el cáncer, pero al limitar su tamaño impedirá que cause problemas y puede reducir las posibilidades de que se expanda más.
Evolución
A algunos pacientes no se les recomienda tratamiento inmediato, porque muchos tumores no suponen un peligro inminente para su salud. Esto no significa que estén desatendidos, y es importante que acudan al médico con regularidad y se sometan a las pruebas necesarias para controlar el crecimiento del tumor. Si el cáncer se expande, deberán seguir un tratamiento especial. A veces las pruebas muestran que el tumor crece tan despacio que no es necesario ingresar al enfermo aunque sí deberá visitar a su médico con frecuencia.
Prostatectomía radical
Cuando se recomienda iniciar un tratamiento contra el cáncer porque éste se halla en una fase inicial y se limita a la glándula prostática, habrá que decidir cuál es el más apropiado, ya que no existe uno para todos los casos. El afectado debe recibir toda la información necesaria para tomar una decisión.
A diferencia de las intervenciones quirúrgicas que se practican en caso de hiperplasia prostática benigna, la prostatectomía radical consiste en la extirpación de toda la próstata. La glándula prostática se puede extirpar mediante una incisión en el abdomen inferior o en el recto. Los ganglios linfáticos situados junto a la próstata se extirparán (posiblemente mediante una laparoscopia) antes o a la vez para comprobar que el tumor no se ha extendido. La extirpación no supone ningún daño y si los ganglios no están afectados por el cáncer, se quitará la próstata: se corta la uretra por debajo de la próstata y por el cuello de la vejiga urinaria, se quita la glándula y se vuelve a coser la uretra con la vejiga. Por lo general se deja la sonda urinaria durante dos semanas mientras cicatriza la herida. La mayoría de hombres se sobrepone a los efectos de la intervención rápidamente y pueden regresar a casa al cabo de pocos días con la sonda.
¿Qué complicaciones se pueden dar?
El mayor problema que puede producirse durante la intervención quirúrgica es el riesgo de hemorragia de alguna de las venas grandes que hay delante de la próstata; en este caso se necesitan transfusiones de sangre. A veces se pierde un poco de orina en la sutura de la uretra con la vejiga pero es algo que se soluciona con el tiempo. Los dos inconvenientes que pueden surgir tras la intervención quirúrgica son la incontinencia de orina y los problemas sexuales.
Incontinencia urinaria: La extirpación de la próstata puede afectar a estos músculos, por lo que es habitual que haya hombres que sufran incontinencia urinaria durante uno o dos días tras haberse retirado la sonda.
Al paciente se le enseñarán ejercicios para reforzar estos músculos. Aunque la mayoría de hombres recupera el control rápidamente, algunos sufren pérdidas de vez en cuando, por ejemplo mientras realizan algún ejercicio o de noche, y pueden necesitar alguna protección. En contadas ocasiones la pérdida de orina se convierte en un problema grave. Si se precisa tratamiento, cabe la opción de introducir un esfínter artificial mediante otra intervención quirúrgica, aunque no es muy habitual.
Problemas sexuales: Los nervios que permiten tener una erección se encuentran cerca de la próstata. Hace tiempo se pensaba que la prostatectomía radical causaba impotencia porque se cortaban estos nervios. Los cirujanos saben dónde se encuentran exactamente y evitan dañarlos siempre que es posible. Sin embargo, el médico debe informar al paciente de que a veces es necesario cortar estos nervios para extirpar el tumor por completo. Se puede tratar la pérdida de erección, pero el tratamiento requiere poner inyecciones en el pene. Por desgracia, el medicamento contra la impotencia, sildenafilo (Viagra), no da buenos resultados tras una prostatectomía radical.
Los nervios pueden sufrir daños, pero como se recuperan rápidamente, la pérdida inicial de erección desaparece con el tiempo. Este trastorno sólo afecta a la capacidad para tener una erección, por lo que no disminuye el deseo sexual ni impide tener un orgasmo, aunque sí puede disminuir el flujo de la eyaculación.
Tratamiento con radioterápia
La radioterapia se administra mediante una máquina. El paciente debe estirarse bajo la máquina durante unos minutos en cada sesión. Se aplica una cantidad de tratamientos diarios, llamados «fracciones», que duran de 4 a 6 semanas. Los pacientes no han de ingresar para cada sesión, salvo raras excepciones. El período de tratamiento con radioterapia y el tiempo de recuperación son muy parecidos a los que se necesitan para recuperarse tras una prostatectomía radical, y ambos representan un par de meses de baja.
¿Qué complicaciones se pueden dar?
No es habitual que la radioterapia provoque incontinencia urinaria y los casos de disfunción eréctil son menos frecuentes que tras una prostatectomía. Sin embargo, la radioterapia también puede afectar a la vejiga urinaria y al recto, ya que resulta imposible enfocarla solamente hacia la próstata.
La mayoría de hombres sufre cistitis (inflamación de la vejiga) y diarrea durante y después de la radioterapia y además pueden orinar un poco de sangre. Estos síntomas desaparecen pasadas unas semanas de la finalización del tratamiento. Pocas veces persisten y la radioterapia casi nunca produce daños irreversibles en la vejiga urinaria o en los intestinos.
Una forma alternativa de radioterapia consiste en implantar unas «semillas» con material radiactivo en la próstata mediante cirugía. Este método, llamado braquioterapia, se abandonó durante unos años, pero el interés aumenta de nuevo gracias a las mejoras de la técnica. Sin embargo, hay que escoger con sumo cuidado los pacientes aptos para este tratamiento.
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