El déficit de zinc ocasiona retraso en el crecimiento y en el desarrollo de los órganos genitales

En el cuerpo tenemos unos 2 ó 3 gramos de este microelemento, distribuidos por todos los tejidos, con concentraciones en hígado, riñón, hueso, retina, músculo y próstata.
Este mineral forma parte del hueso y es cofactor de más de cien enzimas, entre ellas, la anhidarasa carbónica, la carboxipeptidasa y las deshidrogenasas.
Por su notable presencia enzimática, el zinc interviene en un número incalculable de reacciones biológicas: interviene en la digestión, en la producción de linfocitos, en la síntesis de proteínas, en la formación de insulina, activa las glándulas sexuales, acelera la cicatrización, actúa sobre el humor y sobre el acné juvenil, aumenta la acción de las vitaminas A y B, etc. De ahí que su déficit pueda producir numerosos trastornos, desde retraso del crecimiento y en el desarrollo de los órganos genitales, hasta deficiente cicatrización de las heridas, pasando por enanismo o pérdida del apetito.
La fuente principal de zinc la constituyen los alimentos de origen animal: ostras, carnes, huevos, quesos y pescados, pero está presente en pequeñas cantidades en muchos alimentos, como en la levadura de cerveza, el germen de trigo, hortalizas, legumbres y cereales integrales. Los niveles de zinc se pueden ver disminuidos por el consumo de tabaco, do café y de alcohol
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