El flúor en su justa medida es esencial para los huesos y los dientes, pero en exceso es muy perjudicial

El flúor se encuentra presente en el organismo en cantidades que oscilan entre 2,6 y 4 gramos. La mayor parte se concentra en los huesos en forma de una sal llamada fluorapatito.

Esta sal es fundamental para la conservación de la dureza del esmalte de los dientes, aumentando su resistencia a los ácidos que producen las bacterias de la placa bacteriana, y, además, contribuye a mantener estable la matriz mineral de los huesos, incrementando su densidad, pues las sales son en sí mismas los puntos sobre los que inicia y se desarrolla el proceso de cristalización mineral.

Por ello el flúor es beneficioso por su efecto protector contra la caries dental y por su intervención en contra de la osteoporosis, que lo hace recomendable para las mujeres menopáusicas. Además, activa la síntesis del colágeno, que refuerza los tejidos, e influye en el brillo ocular.

El flúor está fundamentalmente en el agua, en el té, en mariscos y algas. No es frecuente padecer un déficit de flúor, ya que suele estar presente en el agua del grifo y en las pastas dentífricas. Pero debemos Ingerirlo en su justa medida, pues el margen entre sus efectos positivos y negativos es muy pequeño.

En exceso, el flúor es un tóxico que inhibe el metabolismo, produciendo un cuadro caracterizado por alteraciones graves en lós dien-tes —que se quiebran con facilidad y pasen-tan manchas opacasp blancas y vetas color
marrón— y en los huesos.




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