El futuro del enfermo reumático

Hay aquí algunas cosas que dependen del enfermo y hay otras que caen fuera de su jurisdicción, por lo que vamos a comentar únicamente las que hacen referencia al enfermo.
El futuro de todo enfermo reumático depende fundamentalmente de los siguientes factores:
- De la enfermedad reumática que padezca.
- De lo pronto que vaya a ver al médico.
- De que se le haga un diagnóstico correcto.
- De cómo cumpla o siga el tratamiento.
- De la buena tolerancia a la medicación.
- De la eficacia del mismo tratamiento.
Hay un grupo muy amplio de enfermedades reumáticas que tienen muy pocas probabilidades de producir daño articular permanente. Otras lo producen y algunas pueden producir también alteraciones profundas en otras partes del organismo como el corazón, el riñón, el ojo, el cerebro, etc. Lo que sucede es que al principio es bastante difícil distinguir unas de otras y por ello hay que ir al médico, para averiguar cuál es la enfermedad que se padece, por qué cada una tiene un curso distinto y ya se puede prever cuáles son las posibles consecuencias y cómo se pueden evitar.
Entonces lo que procede es ir a ver a un médico competente que pueda diagnosticar cuál es la enfermedad que acaba de empezar. Este no es el momento de empezar a tomar calmantes sin saber a qué atenerse, sino de hacer los exámenes necesarios para saber qué clase de enemigo hay que combatir, antes de que haga un daño irreparable. En algunas enfermedades agudas esto es cuestión de días, mientras en las enfermedades agudas o crónicas el peligro no es tan inminente.
Cuando el enfermo empieza a sentir los primeros signos de reumatismo, todavía no sabe cuál es la enfermedad que se lo produce y suele buscar atención médica más pronto o más tarde y cuando el dolor es más intenso que cuando el dolor es más soportable. El dolor intenso es un buen repelente para los consejos de los aficionados, mientras el dolor soportable permite hacer toda clase de pruebas. Pero hay enfermedades reumáticas que evolucionan en poco tiempo sin producir daño permanente en las articulaciones, como las producidas por virus (paperas, hepatitis, etcétera) y las hay que necesitan un tratamiento adecuado durante las primeras semanas para no producir una lesión irreparable, como la fiebre reumática, que produce lesiones en el corazón.
Conchín era una adolescente de quince años que padeció fiebre reumática pero fue diagnosticada al cabo de tres meses, cuando ya había desarrollado una lesión valvular en el corazón (insuficiencia mitral) y aunque el «reumatismo» pasó con el tiempo le quedó una lesión cardíaca que le produjo grandes limitaciones en sus actividades diarias. El enfermo de fiebre reumática que no se beneficia de un diagnóstico precoz y de un tratamiento adecuado, tiene el riesgo de convertirse en un enfermo del corazón, con una lesión valvular que limitará sus actividades vitales.
Otro de los peligros que corre el enfermo reumático es el de utilizar su propio criterio para juzgar procesos que no conoce. Me refiero a las enfermedades de curso intermitente que sólo producen molestias ocasionalmente, aunque el curso de la enfermedad es continuo. Es lo que sucede con la epilepsia, la gota, etcétera., que producen molestias algunos días al año, mientras el resto del tiempo la enfermedad continúa sin producir ataques de ninguna clase.
Don Gerardo era un señor de mediana edad que padecía gota desde hacía varios años. Sólo se trataba el dolor que le producían los ataques. Se le instruyó para que tomara una medicación a diario para evitar que desarrollara piedras en el riñón y no lo consideró necesario. A los pocos años presentó una insuficiencia renal y gracias a la diálisis continúa vivo.
El enfermo de gota continúa desarrollando una insuficiencia renal progresiva y fatal, a pesar de disponer de largos años para evitar este destino con un tratamiento seguro, fácil y barato cuando elude las revisiones periódicas o interrumpe o reduce la medicación necesaria.
Los procesos de tipo intermitente necesitan una atención continua, diaria, permanente, porque el tratamiento de las enfermedades reumáticas es algo más que el alivio o la prevención del dolor y requiere normalizar las causas que lo producen. Sin embargo, y a pesar de las recomendaciones, advertencias y explicaciones pertinentes, cuando el enfermo de gota se libra de los dolores con un tratamiento médico, interrumpe la vigilancia periódica de su alteración metabólica y desarrolla lesiones renales.
El enfermo de artrosis que no acepta el tratamiento básico se convierte en un devorador de medicamentos analgésicos que originan otras alteraciones en diversos órganos o sistemas que requieren nuevas consultas con distintos especialistas para tratar nuevas lesiones.
Doña Carolina era una señora menopáusica y obesa que no aceptó el tratamiento básico que incluye unos ejercicios musculares y una dieta de adelgazamiento y se convirtió en una consumidora de medicamentos calmantes que produjeron otras alteraciones en el estómago y el riñón, que le obligaron a consultar con otros especialistas para el tratamiento de las nuevas lesiones que se produjo.
El enfermo de artritis reumatoide se convierte en un inválido cuando no se beneficia del tratamiento básico pertinente en una fase precoz de la enfermedad y padece intolerancias medicamentosas con frecuencia cuando toma medicación de forma indiscriminada.
El enfermo de espondiloartritis anquilosante continúa encorvándose cada vez más mientras consume insaciablemente medicación inoperante, sin que nadie le hable del tratamiento postural, que es gratuito y eficaz.
Incluso en las enfermedades más invalidantes, como la poliartritis crónica progresiva y otras que antes se consideraban como muy graves, como algunas formas malignas de conectivitis, que son enfermedades afines o parecidas de mayor importancia vital, ahora se tratan con más éxito gracias a los descubrimientos científicos de los últimos años, que permiten lograr más remisiones, más curaciones y más supervivencias con menos incapacidades, menos invalideces y menos tiempo.
El futuro de su proceso reumático depende en esta fase de la enfermedad de su propia actitud. Cada enfermedad dende a desarrollar cierto tipo de lesiones y determinada clase de complicaciones. Evitarlos es mejor que repararlos, porque esto no es siempre posible, pero la forma más eficaz de lograr la victoria es la alianza con quien conoce el campo de batalla, con quien conoce bien al enemigo y con quien tiene las armas más modernas para poderlo vencer y sabe cómo emplearlas.
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