El reumatismos y las lesiones oculares

Los ojos pueden presentar ciertas alteraciones en algunas enfermedades reumáticas. Afortunadamente no son muy frecuentes, pero su importancia es tan grande que puede afirmarse que todas necesitan un cuidado especial dirigido por el especialista de los ojos, porque en muchos casos los resultados pueden ser desastrosos. Ahora ya conviene señalar que las alteraciones reumáticas de los ojos pueden ser importantes sin apenas producir síntomas molestos y que pueden pasar desapercibidas tanto para el enfermo como para el médico.

Sucede también que algunas lesiones del ojo del tipo reumático se presentan antes que los dolores articulares, con meses o años de antelación, siendo necesario entonces conocer pronto su carácter «reumático» para proceder en consecuencia con respecto al tratamiento del proceso original. En general, las manifestaciones oculares de las enfermedades reumáticas producen el llamado «ojo rojo», tanto si son benignas como si son graves. Por ello, aunque pueda ser una «conjuntivitis», son señales de alarma; el dolor en el ojo, la pérdida de la visión, la inflamación de un solo ojo y la pupila defectuosa. Pero también hay lesiones internas del ojo, tanto leves como graves, que no producen enrojecimiento del ojo.

También en la artritis reumatoide se observa en un enfermo de cada cien la «escleritis» y «episcleritis». Esto sucede en las formas graves que tienen nódulos en los codos y las articulaciones muy deterioradas, por lo que no aparecen con tanta frecuencia en los enfermos que responden bien a un tratamiento precoz.

La «episcleritis» apenas es importante, produce pocas molestias porque sólo se inflama la capa que cubre la esclerótica, que es la sustancia blanca y dura del ojo, pero conviene que el especialista de ojos lo compruebe.

Pero la «escleritis» es más importante. El dolor es más intenso y más extenso. El blanco del ojo es de color rojo oscuro y luego se oscurece porque la esclerótica o blanco del ojo se hace más delgada y transparente y se puede llegar a perforar. Estas alteraciones del ojo son de la exclusiva competencia del oculista, porque son graves. El médico reumatólogo sólo tratará de dominar la inflamación reumática con la medicación pertinente.

Pero el cuídado del ojo debe ser cosa del oculista en todos los casos. Algunas otras enfermedades también la pueden producir, como el lupus, la poliartritis nodosa, la escleroderma, la enfermedad de Reiter, la de Behcet, la policondritis y la gota.

La pupila del ojo es un círculo cerrado por el músculo en forma de anillo, llamado iris. La «iritis» es la inflamación de este músculo y se observa en casi la mitad de los enfermos que padecen una enfermedad reumática inflamatoria de la columna vertebral, llamada «espondiloartritis». Puede ser la primera molestia que note el enfermo, incluso antes de padecer dolores de espalda. El ojo rojo duele y pierde vista y si el tratamiento no se practica pronto por un oculista puede producir adherencias con una pupila de forma irregular y pérdida de la acomodación visual.

La «iritis o uveitis», que también se llama así, puede aparecer en los enfemos que padecen cualquiera de las enfermedades reumáticas inflamatorias de la columna vertebral, como son la artritis crónica juvenil, enfermedad de Reiter, enfermedad de Behcet, artropatía psoriásica, la colitis ulcerosa y la enteritis regional cuando la enfermedad produce inflamación de la columna vertebral y en alguna otra.

En la artritis crónica juvenil la iritis se observa en el 10% de los enfermos, especialmente en los niños con inflamación de la columna vertebral. La «irídociclitis crónica» apenas produce molestias y por ello pocas veces se trata a tiempo de evitar la ceguera. Esta alteración tan grave se presenta con preferencia en niños que tienen pocas articulaciones inflamadas. El «glaucoma» y la «catarata» también pueden ser debidas a este proceso, aunque la lesión más conocida es la «queratopatía en banda», que aparece en la córnea cubriendo la pupila.

En el síndrome de Reiter la conjuntivitis es la alteración más típica y a veces se comprueba asociada a la inflamación de la córnea o queratitis, constituyendo entonces la «queratoconjuntivitis». Pero en los enfermos que padecen reumatismo inflamatorio de la columna vertebral, se puede presentar la «iritis o uveitis», que es la inflamación del músculo que forma la pupila, incluso puede llegar a producirse el «glaucoma» por aumento de la tensión ocular.

En la polimialgia reumática, que es un reumatismo muscular de la tercera edad, se produce «alteración del fondo de ojo», que puede ser importante pero se puede controlar bien con un tratamiento precoz. Se presenta en la mitad de los enfermos y está producida por la inflamación de las arterias que llevan la sangre al ojo. Produce pérdida de la visión, que puede ser repentina, completa y grave o sólo parcial o sólo vista borrosa. Pero cuando se pierde la vista no se suele recuperar ni con los tratamientos más enérgicos.

En el lupus eritematoso sistémico se puede producir «conjuntivitis o escleritis», pero las alteraciones oculares más propias se observan en el fondo del ojo, como son la «alteración de la retina», que produce unas manchas blancas como si fueran algodón, donde las arterias inflamadas se cierran por la inflamación. También se pueden comprobar otras alteraciones en la pupila, en las venas y arterías o en la retina.

En la poliartarítis nodosa se producen alteracionesoculares en el 10-20% de los enfermos, con preferencia en la retina por las lesiones arteriales propias de la enfermedad y por la asociación de hipertensión arterial, tan frecuente en este proceso. La coroides puede estar afectada y no es raro el «desprendimiento de retina». La dermatomiositis produce «retinitis» con frecuencia y también «iritis», «episcleritis», parálisis de los músculos que mueven los ojos, mientras los párpados aparecen hinchados con un ligero enrojecimiento, que en los casos más típicos es de color violáceo.

Veamos algunos ejemplos

Julieta era una niña de quince años cuando empezó a padecer artritis en la rodilla poco intensa, poco molesta, poco incapacitante. Se trataba con los antirreumáticos habituales y apenas tuvo más dificultades durante algunos meses. A veces tenía también dolor en el codo, en la muñeca, pero ella sabía que era poco importante. Con los años empezó a tener dificultades en la vista, que soportaba sin grandes molestias. Pero poco a poco fue perdiendo visión y cuando fue al oculista diagnosticó «iridociclitis crónica» y no ha podido evitar que se quedara totalmente ciega. Como esta alteración apareció en una enferma «reumática» me la remitió.

Tenía «artritis crónica juvenil» desde los quince años y tenía treinta y cinco. Aunque algunas articulaciones sufrían artritis avanzada, su mayor problema actual es la ceguera.

Juanita era una enferma de artritis reumatoide que iba trampeando con un tratamiento sintomático administrado de forma irregular. Tenía treinta años cuando la vi, llevaba ocho casada y tenía cuatro hijos. Es posible que los embarazos hubieran moderado la evolución de la enfermedad porque cuando estaba embarazada desaparecían las molestias. Pero un día apareció con un ojo enrojecido y fue remitida al oftalmólogo quien diagnosticó «episcleritis», que es una alteración ocular relativamente benigna que aparece ocasionalmente en estos enfermos. Este fue el motivo de que se tomara en serio su enfermedad y con un tratamiento convencional se puso tan bien que hace su vida normal, sin molestias y sin dejar de tratarse.

Ambrosio era un hombre de treinta y un años lleno de salud, hasta que un día empezó a notar dolor al orinar, pocos días después dolor y tumefacción en la rodilla, que estaba caliente y no le permitía andar bien y últimamente escozor, dolor y enrojecimiento en el ojo. Los análisis practicados revelaban infección en la sangre, pero no se encontraron microbios en la orina, ni en el líquido sinovial extraído de la rodilla. Los dolores fueron a más, la infección en la orina persistía y la inflamación del ojo aumentaba o disminuía sin desaparecer. Pocas semanas antes de verle tuvo dolores en las nalgas. La exploración practicada permitió diagnosticar «síndrome de Reiter» y aunque no sucede siempre así, un tratamiento con antibióticos le liberó de las molestias.

Eduardo era un hombre de veintiseis años que padecía periódicamente inflamación en el ojo y había sido diagnosticado por el oculista de «iridociclitis recidivante». Esta enfermedad es muchas veces de naturaleza «reumática» y el oculista lo remitió para su estudio. El examen de las articulaciones fue completamente negativo. Pero resulta que esta enfermedad acompaña a los reumatismos inflamatorios de la columna vertebral y a él no le dolía la espalda. Sin embargo, la exploración de la movilidad de la columna demostró cierta limitación de los movimientos y el examen a rayos X confirmó que padecía «espondiloartritis anquilosante» sin dolores. El tratamiento de este proceso fue muy eficaz.




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3 Comentarios en El reumatismos y las lesiones oculares

  1. catherine Dice:

    El optometría me dijo me viera el reumatólogo porque presenta y problemas en los ojos

  2. FABIOLA VACA VARGAS Dice:

    Queridos amigos lamentablemente yo tambien sufro de Reumatismo que se llama reumatoidea que hace como cinco años que lo padesco me hice todos los tratamientos y no he tenido ninguna mejoria y para poder estar bien tengo que tomar un medicamento llamado reumacin forte se que eso hace daño pero es lo unico que me calma los dolores por fabor si conocen a un buen medico o un buen medicamento les agradeceria mucho que me dieran a conocer

  3. carolina medina Dice:

    HACE UN TIEMPO,EMPEZÉ CON UN DOLOR,EL EL OJO IZQUIERDO.NO LE DÍ MUCHA IMPORTANCIA,HASTA QUE EL DOLOR SE FUÉ AGUDIZANDO,Y FUÍ AL OFTALMÓLOGO,AL CUÁL ME DIJO,QUE TENÍA REUMA EN EL OJO.ME MANDÓ TOMAR UNA CAJA DE ARTRILONA,QUE SE ME IVA A IR.AL POCO TIEMPO EMPEZÉ DE NUEVO CON EL DOLOR,ME TOMÉ OTRA CAJA DE ARTRILONA,Y SE ME FUÉ.Y AHORA COMENZÉ DE NUEVO CON EL DOLOR,Y EMPEZÉ DE NUEVO A TOMAR ARTRILONA,PERO EL DOLOR SIGUE.QUE ME RECOMIENDA?ES DE IMPORTANCIA? ESPERO ALGUNA RESPUESTA.GRACIAS.

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