Equilibrar la ingesta de ácidos grasos esenciales consumiendo pescado azul a menudo

Son bien conocidos los beneficios que aportan a nuestro organismo los ácidos grasos esenciales omega-3 y omega-6. Pero lo que suele ignorarse es que resulta vital que exista un equilibrio entre estos ácidos.

En la alimentación habitual existe un desequilibrio en favor de omega-6, una sustancia mucho más «disponible», presente en los cereales y derivados, semillas y sus aceites, cacahuetes y otros frutos secos, la mayor parte de las legumbres, semillas y aceites de girasol y maíz, uva, mayonesa, margarinas, huevos, carnes de pollo y cerdo.

Nuestra dieta sana debe compensar ese desequilibrio garantizando un aporte suficiente de omega-3, que sólo podemos obtener del aceite de oliva y de soja, frutos secos oleaginosos, aguacates y, sobre todo, pescado azul: caballa, arenque, salmón, sardina, atún y anchoas.

De ahí la importancia del consumo regular de pescado de aguas profundas, que debe tomarse idealmente entre dos o tres veces por semana.

Además, sus procesos culinarios, desde el pescado crudo japonés o el marinado escandinavo, pasando por el escalfado, el asado, la conserva, el guisado o a la parrilla, no anulan sus cualidades.

Ni siquiera la fritura rebozada, pues el pescado se fríe en aceite de oliva a baja temperatura, lo que aporta a la dieta otro beneficioso ácido graso monoinsaturado.




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