Estados mentales asociados a la maternidad

Aunque la mayoría de la gente espera encontrar alegría y felicidad después del nacimiento de un hijo, no siempre es así. Las investigaciones sugieren que el 85 por ciento de las madres experimentan tristeza después del parto. Entre un 10 y un 20 por ciento experimentan depresión posparto. Y entre el 0,2 y el 3 por ciento, atraviesan una psicosis puerperal, conocida también como psicosis posparto. En este capítulo hablaremos de estos trastornos emocionales, así como de algunas ideas para controlarlos.

Tristeza

En las primeras veinticuatro horas después del parto, se produce un tremendo bajón en el número de hormonas que has estado produciendo para mantener el embarazo. El cuerpo se ha acostumbrado a esos altos niveles de hormonas y su súbita disminución puede provocar ganas de llorar y tristeza. Otras manifestaciones de este fenómeno incluyen los cambios de humor, mayor sensibilidad, agobio, irritabilidad, ansiedad e incluso sorpresa e incredulidad. Esto es completamente natural. Empieza a manifestarse normalmente tres o cuatro días después del parto, cuando la mujer empieza a ejercer su nuevo papel. Es entonces cuando la leche «sube», lo que significa que entre la madre y el hijo aún no se ha establecido un hábito con respecto a la lactancia, que a veces puede resultar dolorosa. En algunos casos, la tristeza desaparece en cuestión de horas; en otros, los episodios siguen repitiéndose de modo intermitente durante un tiempo, y hay mujeres que no llegan a experimentarla nunca.

Es importante que durante este período la mujer pueda concentrarse en sus necesidades y las del bebé. Debe estar libre para poder establecer unas pautas generales y de lactancia. Aunque las visitas de amigos y familiares son importantes, deben planificarse con tiempo para que no dificulten la recuperación física, el descanso y el aprendizaje de la alimentación y el cuidado del niño. Ahora que las estancias en el hospital se van acortando, cada vez son más las mujeres que limitan el número de visitas a la familia más inmediata y los amigos íntimos, a fin de poder concentrarse en su recuperación y el cuidado del bebé.

En esta fase, a la mayoría de las mujeres les será de gran ayuda recibir apoyo y consejo. Habla con el médico o las enfermeras, con tu pareja y con amigas que te apoyen tantas veces como sea necesario. Tenemos mucho que aprender de las culturas antiguas en las que, en los primeros días después del parto, se designaba a una anciana experimentada para que ayudara a la madre.

Muchas personas creen que llorar es sano para la madre e incluso ayuda a que la leche fluya durante esta fase. También es importante que la madre se alimente bien y evite los dulces, que acentúan los altibajos emocionales.

Si la sensación de tristeza es demasiado fuerte o no desaparece en los diez primeros días, la mujer puede caer en una depresión.

Anya

Aunque el nacimiento de mi hija se consideró completamen-te normal, a mí me pareció terriblemente difícil y doloroso. Cuando la niña nació, yo estaba totalmente exhausta y así estuve durante algunos días. Pensaba que podría descansar un poco en el hospital, pero, la verdad, casi no tuve un minuto de paz: alimentar al bebé, cambiarlo, doblar pañales, las enfermeras que venían a comprobar cómo tenía los puntos, tomarme la temperatura, preguntarme si había ido al lavabo, ponerme vídeos sobre el cuidado del bebé, fotógrafos, Bases de ejercicio, etc. Además, alimentar a la niña me resultó muy difícil: tenía los pechos muy grandes, y no conseguía que se agarrara bien. Me puse a llorar cuando las enfermeras trataron de ayudarme a amamantarla. Me puse a llorar cuando volvió a tocar la hora de darle el pecho y me puse a llorar cuando mi marido llegó. Me pasé tres días llorando a ratos. Me sentía como una estúpida, sobre todo porque no soy una persona que llore con frecuencia, y ni siquiera sabía por qué lloraba. Aunque, en cierto modo, me ayudó a desahogarme un poco. Cuando llegó la hora de volver a casa, las lágrimas parecían haberse acabado y me sentía bien, algo asustada por lo que me esperaba, pero bien.

Lucette

Me sentí bien mientras estuve en el hospital y volví a casa al cabo de tres días. Cuando estaba sola en casa, de pronto me puse a pensar: «Aquí estoy, sola con un bebé. La casa parece un campo de batalla y mi bata está sucia». El mundo se me cayó encima. Cuando mi marido llegó a casa, lo inundé con mis quejas. Durante la primera semana, mis estados de ánimo cambiaban constantemente. Traté de no preocuparme por la casa y le pedí a una amiga que me comprase pañales desechables para tener una cosa menos de que preocuparme. Mi amiga se quedó y me ayudó con las comidas. Durante las primeras semanas, me acostaba casi cada vez que el bebé dormía. Creo que necesitaba de verdad aquel descanso. Dar a luz es una hazaña física y emocional increíble.

Depresión postparto

La depresión posparto es una enfermedad cuya intensidad va de leve a debilitadora, que puede iniciarse en cualquier momento durante el primer año posterior al parto y que no remite hasta que se aplica un tratamiento. Los síntomas incluyen ganas de llorar, fatiga, dificultad para dormir, pérdida de interés en la actividad, dudas sobre una misma, sensación de desespero, aislamiento, cambios en las pautas alimentarias, soledad, pérdida del sentido de identidad, aletargamiento y ansiedad.

Este tipo de depresión puede hacer que la mujer no se sienta capaz de hacer todo lo que se espera de ella. Los síntomas pueden convertirse en un poderoso círculo vicioso que afectará a la mujer y a su relación con su hijo y su pareja, dejándola con una sensación de impotencia y desesperanza.

Juanita

Detestaba estar en casa. Los días se hacían tan largos… Yo no conocía a ninguna otra mujer que estuviera en casa con su hijo y se sintiera sola y aburrida. Me hubiera gustado tener una madre o una hermana con quien hablar. Mi compañero era amable y hacía lo que podía por comprenderme, pero en aquellos momentos lo que yo necesitaba era la compañía de otra mujer. Sin mi trabajo sentía que no era nada, que solo estaba allí al servicio del bebé. Me preguntaba sino me habría equivocado al tener un hijo: a lo mejor no estaba hecha para ser madre. Empecé a sentirme furiosa por haber perdido mi libertad, no hacía las cosas de casa y mi marido empezaba a molestarse cuando llegaba del trabajo y veía el caos que reinaba en todas partes. Yo sentía que no comprendía lo duro que era para mí. La niña aún no comía Io que yo consideraba que tenía que comer y me preocupaba por todo. Cada noche me decía: «Mañana será diferente», pero cuando llegaba el día, no tenía la energía o la voluntad para hacer lo que me había prometido. No dormía bien, y empezaba a odiarme a mí misma. Sentía que nadie podía entender mi situación.

En una de mis visitas de control, la enfermera me preguntó cómo estaba. Yo me eché a llorar y por primera vez conté lo mal que iba todo. Lloraba bastante en casa, pero fue un alivio poder hablar con alguien.

La mujer me escuchó e hizo algunas sugerencias sobre lo que tenía que hacer. Entre las ideas que me propuso estaba la de pedir alguna medicación a mi médico e incorporarme a algún grupo de apoyo. Al principio pensé que solo por el hecho de haber hablado con alguien ya me sentiría mejor, pero no fue así. Después de algunos problemas más en casa y de sentir que no podía con aquello, decidí seguir su consejo y acudir a un centro para madres. Fue lo mejor que podía haber hecho. Al final, no hizo falta que pidiera ninguna medicación, y volví a empezar como madre. Aprendí cómo poner a dormir a la niña y empecé a darle el biberón, cosa que me ayudó mucho. Conocí a otras mujeres que estaban atra-vesando una depresión posparto y eso me sirvió para verlo como algo más normal. Asimismo, mi marido me acompañó a visitar a un psicólogo, y este nos ayudó a los dos a comprender lo que estaba pasando, lo que supuso un gran cambio. Tardé cuatro meses en volver a sentirme bien, pero las cosas van cada vez mejor.

Lyn

Aunque resulte extraño, me gustó que me dijeran que tenía depresión posparto. Eso significaba que había un nombre para lo que me pasaba. Ya no tenía que pensar que me sentía desgraciada por mi culpa. Aquello significaba que no tenía por qué avergonzarme, que no tenía que pensar que era una madre incapaz y que podía recibir ayuda. También me di cuenta de que no estaría así para siempre. Durante mucho tiempo había estado ocultando la sensación de que era una inepta y de que la vida se me escapaba. Nunca se me hubiera ocurrido pensar que pudiera hablar de ello con mi médico, pero cuando acudí a visitarme por unos dolores de cabeza el médico suplente se puso a hacerme un montón de preguntas sobre mí y sobre mi salud. Me di cuenta de que no había vuelto a ser yo misma desde el nacimiento de mi hijo, un año atrás.

Al parecer, no hay una única causa que motive la depresión posparto. Se trata más bien de una serie de factores bioquímicos, psicológicos y sociales que contribuyen en diferentes grados y combinaciones. Algunas investigaciones indican que la súbita e importante caída en el número de hormonas puede ser uno de los desencadenantes de este tipo de depresión, y que las mujeres que sufren un mayor descenso en el nivel de progesterona son más propensas a ella.

Entre los factores sociales que pueden contribuir a una depresión posparto está la sensación de pérdida de identidad que afecta a muchas mujeres, los problemas económicos o domésticos, el tener que dejar el trabajo para cuidar del niño, los cambios en relación con las amigas y el aislamiento. Sin embargo, la incidencia de estos factores no significa necesariamente que la mujer vaya a sufrir depresión posparto.

Entre los factores psicológicos, el más importante es que no se cumplan las expectativas que la mujer se había formado con respecto al parto, al niño o a la propia maternidad.

María

¡Me sentí tan decepcionada por no poder tener un parto natural…! Tuvieron que practicarme una cesárea de emergencia y sentí que me había perdido algo, porque no tuve ni un simple dolor de parto. En cierto modo, era como si no hubiera tenido a mi hijo por mí misma. Aunque el médico me explicó todos los detalles, seguía sintiéndome mal por no haber sido capaz de hacerlo yo sola.

Sheryl

Yo había imaginado que cuando tuviera a mi hija saldría a almorzar fuera todos los días, que cada día vendría gente a tomar el té a mi casa; me imaginaba con mi preciosa criatura presumiendo ante mi familia y mis amigos. No tenía ni idea del tiempo que ocupa el cuidado de un niño, ni de lo cansada que estaría. Además, mi pequeña tiene un grave problema de reflujo, lo cual significaba que todas aquellas monerías de trajecitos que le había comprado iban a ensuciarse en cuanto se las pusiera. Después de hablar con la enfermera del pediatra y de unas sesiones con un psicólogo, me di cuenta de que, en parte, era esa discrepancia entre mis fantasías y la realidad lo que me hacía sentirme fracasada.

Otros desengaños emocionales pueden deberse a la ausencia de un sentimiento instantáneo de amor por el bebé, al hecho de que te sientas agotada en vez de entusiasmada, o de que, en lugar de ser algo totalmente maravilloso, la maternidad parece más bien un trabajo que te ocupa las veinticuatro horas del día, te exige un gran esfuerzo y te deja exhausta. La depresión posparto también puede aparecer si nuestro hijo no es perfecto, ya sea a causa de alguna marca de nacimiento o de una discapacidad importante.

El tratamiento de la depresión posparto

Hay diferentes profesionales que pueden ayudarte a controlar la depresión posparto. La enfermera del hospital donde tengas a tu hijo seguramente será la primera persona con quien hablarás de tus preocupaciones. En principio, esa persona te escuchará y te hablará sobre los diferentes aspectos de este trastorno y de los tratamientos disponibles. También puede recomendarte grupos de ayuda o de apoyo.

Si tu médico de cabecera es una persona comprensiva, también podría ayudarte escuchando tu problema, proporcionándote información y discutiendo contigo los pros y los contras de los antidepresivos.

El psicólogo te ayudará a comprender la naturaleza de tu depresión, sus causas y las estrategias para controlarla. En ocasiones, la depresión posparto despierta problemas dormidos, como abusos en la infancia, problemas de relación o pérdidas sufridas en el pasado. El psicólogo te ayudará trabajando contigo estos temas.

Una pequeña proporción de mujeres con depresión posparto serán derivadas al psiquiatra. Quizá la perspectiva te asuste un poco, pero recuerda: la medicina es un ámbito muy segmentado. Los obstetras están especializados en el nacimiento de los niños, los oftalmólogos en la valoración y tratamiento de problemas oculares, y así sucesivamente. Y los psiquiatras están especializados en la evaluación y tratamiento de los problemas de la mente. Ellos pueden determinar si necesitas algún tipo de medicación y prescribir la más adecuada para tu caso. No obstante, algunos psiquiatras están preparados para ofrecerte consejo, pero otros no.

Tu pareja y tú deberían consultar algunos libros sobre depresión posparto. Pero una advertencia: procura que la información que lean esté actualizada. En los últimos cinco años se han descubierto muchas cosas sobre este trastorno y su tratamiento. Entre las obras más útiles, están Beating The Blues: A Self-Help Approach to Overcoming Depression, de Susan Tanner y Jillian Ball, o Climbing Out of Depression, de Sue Atkinson.

En algunos países, hay grupos de apoyo formados por voluntarias que han pasado por una experiencia similar y que ayudan a las mujeres mediante reuniones de grupo, consultas telefónicas, visitas a domicilio, bibliografía y cartas. Estos grupos ofrecen un apoyo muy distinto al que pueda ofrecer un profesional, y muchas mujeres consideran que su trabajo y su comprensión no tienen precio.

Advertencia

La depresión posparto no se cura sola. Si no la tratas, seguirá su curso y con el tiempo puede llegar a afectar seriamente tu salud mental. Si crees que tienes depresión posparto, es importante que busques el consejo de un profesional. Es un problema que puede tratarse, y cuanto antes se detecte y se trate, menor será su efecto sobre tu salud y la de tu hijo.

Sugerencias para controlar la depresión posparto

  • Acepta el hecho de que la depresión posparto es una enfermedad que, con el cuidado y tratamiento apropiados, pasará.
  • Busca ayuda práctica y emocional entre tus familiares y amigos. Si alguien te ofrece su ayuda, acéptala.
  • Habla con otros sobre lo que sientes. Si tus sentimientos te parecen abrumadores, trata de dividirlos en porciones más pequeñas; por ejemplo, en vez de decir que estás deprimida, puedes decir que te sientes triste, preocupada y desesperada.
  • Trata de tomártelo con calma. Recuerda que a veces la recuperación consiste en dar dos pasos adelante y uno atrás.
  • Da pequeños pasos que te hagan sentir mejor. Cepíllate el pelo, ponte ropa limpia, siéntate a tomar algo, toma un baño… cualquier cosa que
    te haga sentir bien.
  • Puntúa tu depresión del 1 (ligera) al 10 (muy grave). Esto te permitirá diferenciar entre distintos grados de depresión y apreciar los progresos que hagas.
  • Considera la posibilidad de trabajar fuera de casa aunque sea unas horas por semana. Incluso si parte de tu sueldo se va en la niñera, trabajar puede ser de gran ayuda contra la depresión.
  • Busca el consejo de los profesionales. Si no te quedas tranquila con la primera opinión y con el tratamiento que te sugieren, considera la posibilidad de buscar una segunda opinión.
  • Reserva un tiempo para que tu pareja y tú podáis salir.
  • Si te sientes demasiado desorganizada o te parece que todo es caótico, quizá sea bueno que te marques un horario. Puedes dividir el día en mañana, tarde y anochecer, y planificar lo que harás en cada fase. Procura que sea un programa flexible y no demasiado exigente.
  • Elige tus compañías con sabiduría. ¿No te has fijado en que hay personas que tienen una influencia positiva en ti, mientras que estar con otras que lo ven todo negro te deprime? Busca la compañía de personas positivas que no te quiten tu energía.
  • Procura comer bien. Incluso si no hay depresión, la mala alimentación puede hacer que la madre se sienta decaída.

Esta enfermedad afecta a una minoría de madres. Puede iniciarse durante el embarazo, aunque normalmente pasa inadvertida. Sin embargo, lo normal es que se inicie durante las primeras seis semanas después del parto. La psicosis puerperal, caracterizada por la pérdida de contacto con la realidad, confusión y miedo a dañar físicamente al niño o a una misma, comparte muchos de los síntomas de la depresión posparto.

Es importante acudir lo antes posible a un profesional. Con frecuencia se hace una valoración del caso con la madre ingresada en una unidad especial, donde se acoge a las madres y a los hijos. Esto permite una valoración adecuada del caso y la aplicación de diversos tratamientos, que combinan la medicación, el asesoramiento y el apoyo psicológico.

La familia y los amigos tienen un importante papel cuando se trata de proporcionar ayuda psicológica y práctica a la paciente.




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