Existen discrepancias sobre los beneficios de la leche y varios motivos para reducir su consumo

Junto a las bondades de la leche, conviene decir que existen voces que señalan los efectos perjudiciales de su consumo. En primer lugar, es fácil tener algún grado de intolerancia al glúcido de la leche, la lactosa, con síntomas que van desde pequeños trastornos digestivo como hinchazón y gases, hasta diarreas severas y dolor abdominal.
También la proteína de la leche, la caseína, es fuente habitual de alergias y problemas cutáneos. Además, la mayor parte de las reacciones alérgicas provocan una secreción de cortisol, lo que aumenta a su vez la tendencia a almacenar grasa.
La leche entera es muy rica en grasas saturadas y todas las variantes contienen restos de contaminantes —antibióticos, hormonas de crecimiento y pesticidas— ingeridos por la vaca en su pastoreo.
Es posible, asimismo, que una sustancia de la leche, que tiene como función estimular el desarrollo y crecimiento de las crías de mamífero, tenga un efecto cancerígeno, pues participa en la multiplicación y división de una amplia variedad de líneas de células.
Por otro lado, la altas temperaturas empleadas en el proceso de pasteurización convierten las grasas de la leche en transgrasas, los lípidos menos saludables. La leche de soja puede ser una alternativa a la leche de vaca, con menos calcio y sin vitamina B12, pero con más proteínas, grasas poliinsaturadas y beneficiosas sustancias fitoestrógenas.
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