Factores de riesgo de la hipertensión

Los valores de presión arterial fluctúan constantemente. Probablemente el estrés es la causa más frecuente de esta variación, y es bien conocido que la preocupación por un posible aumento de la presión arterial una forma de ansiedad que alcanza su momento culminante cuando el médico le aplica el manguito del esfigmomanómetro alrededor del brazo puede aumentar una presión arterial normal hasta unos límites hipertensos mientras se toma la presión (es lo que los médicos denominan hipertensión de bata blanca, ya que sólo se identifica cuando el paciente acude a la consulta a tomarse la presión).

En general los médicos no prescriben un medicamento antihipertensivo hasta que han comprobado como mínimo en tres o cuatro ocasiones diferentes un aumento de los valores de presión arterial de un paciente. A menudo se solicita a los pacientes que han acudido apresuradamente a la consulta porque temían llegar tarde que hagan reposo durante 20 minutos para que los valores de presión arterial se normalicen. En general, el tratamiento ortodoxo de la hipertensión se instituye de por vida, y los médicos prefieren asegurarse de que es necesaria la medicación antes de iniciar el tratamiento.

Una teoría sobre la hipertensión esencial es que en los primeros estadios es consecuencia de una sobre estimulación de los nervios simpáticos (que representan una parte del sistema nervioso autónomo o vegetativo) por la exposición prolongada al estrés y a otros factores. El espasmo consiguiente de la pared arteriolar acaba por provocar cambios estructurales que impiden que estos vasos se dilaten de la forma normal.

Se sabe que algunos factores, descritos más adelante, aumentan considerablemente el riesgo de aparición de una hipertensión esencial.

Edad

La presión arterial tiene tendencia a aumentar a medida que envejecemos, a un ritmo que varía según las diferentes épocas de la vida. Existe un aumento normal y rápido desde los valores bajos de los primeros meses de la vida hasta los mayores valores de la infancia, adolescencia y edad adulta joven, y los gráficos de la presión arterial promedio de la población ponen de manifiesto una tendencia ascendente, gradual entre los 20 y 45 años tanto en los hombres como en las mujeres, seguida de un aumento más rápido de 0,5-1,0 mm Hg de la presión sistólica al año hasta los 70 años.

No obstante, es posible que el aumento normal de la presión arterial entre los primeros años de la década de los 20 y la edad avanzada pueda ser considerablemente menor de lo que sugieren estos estudios. La mayor parte de las personas desarrollan algún tipo de afección de los vasos sanguíneos como consecuencia de su dieta, del estilo de vida o de la vulnerabilidad a otros factores de riesgo, un hecho que pone de manifiesto su presión arterial cada vez mayor. Una minoría de individuos cuyos vasos sanguíneos permanecen libres de enfermedades durante toda la vida apenas muestran signos de un aumento de la presión arterial a medida que envejecen.

Afirmar que puede preverse que la presión arterial de una persona aumente a partir de los 20 años significa afirmar que puede preverse que este individuo desarrolle cierto grado de afecciones circulatorias u otros tipos de enfermedades. Afortunadamente, nuestro estilo de vida occidental, que tantos riesgos acarrea, no se ha relacionado aún plenamente con ningún tipo de enfermedad, ni siquiera con las enfermedades que afectan a la mayor parte de los individuos.

Sexo

La hipertensión en los hombres siempre es más grave que en las mujeres, ya que su riesgo global de desarrollar una enfermedad del corazón o circulatoria es mayor. En promedio, las mujeres presentan unos valores de presión arterial ligeramente inferiores a los de los hombres durante la década de los 20 v de los 30 y ligeramente superiores a partir de esta edad.

Las posibles razones de esto incluyen los cambios hormonales, el embarazo, la utilización de fármacos esteroides, tales como la píldora anticonceptiva y el tratamiento de sustitución hormonal para los síntomas de la menopausia, y quizás una mayor susceptibilidad a algunos factores de riesgo tales como el aumento de peso, el hábito tabáquico, el estrés y el consumo de alcohol.

Raza y entorno

Abordaremos principalmente los problemas de la presión arterial en las sociedades occidentales. No obstante, aunque la mayor parte de las poblaciones muestran un aumento medio de la presión arterial con la edad y una distribución de los valores de la presión arterial similares a la nuestra, determinadas variaciones raciales proporcionan una comparación interesante.

La mayor parte de los estudios de población llevados a cab0 en África, en Estados Unidos y en las Antillas ponen le manifiesto porcentajes similares de hipertensos entre individuos de raza blanca y de raza negra, pero algunas de las muestras de los estudios indican un porcentaje considerablemente mayor entre los negros. Esto contrasta con los resultados de los estudios llevados a cabo en la India, donde el número de individuos hipertensos es relativamente bajo.

En algunas comunidades, la presión arterial promedio nuestra una tendencia mínima a aumentar con la edad, y el aumento de la presión arterial que se produce carece de la desviación ascendente de los valores más elevados que se observa en los individuos de raza blanca. Ejemplos de ello son los individuos nómadas del este de África, los bosquimanos del sudeste de África y algunos habitantes de las islas del Pacífico tales como los habitantes de Pukapuka en las islas norteñas de Cook. Es posible que la razón de esta diferencia resida en la dieta, el ejercicio y la ausencia del estrés habitual de las sociedades más desarrolladas.

Obesidad

Numerosos estudios han puesto de manifiesto que el aumento de peso se asocia con un aumento significativo de la presión arterial sistólica y diastólica, sobre todo en los adultos jóvenes y de mediana edad. En parte la razón de ello es que, al igual que otros tejidos corporales, la grasa requiere un suministro adecuado de sangre, y cada kilo de grasa adicional aumenta extraordinariamente la longitud total de los vasos sanguíneos de menor calibre. El corazón se adapta considerablemente a muchos cambios corporales, pero las demandas adicionales por un exceso de grasa son notables.

Por fortuna, la pérdida de peso disminuye los valores elevados de la presión arterial en los individuos que sufren hipertensión, o reduce las posibilidades de que aparezca e los individuos con sobrepeso y presión arterial normal.

Consumo de sal

Todavía es dudosa la relación entre el consumo de sal y la hipertensión. Una hipertensión grave tiene tendencia a mejorar como respuesta a una dieta con una restricción de sal, mientras que una hipertensión moderada a leve tiene tendencia a empeorar.

Una serie de estudios de investigación han puesto en duda la sugerencia de que, en los individuos con una historia familiar de hipertensión, se observa una susceptibilidad especial de la respuesta de la presión arterial al sodio (la sal) de la dieta. No obstante, algunos individuos parecen presentar una mayor sensibilidad al sodio, y se requiere una investigación adicional para distinguir la naturaleza de la relación e identificar a los individuos con mayores probabilidades de que un consumo elevado de sal los afecte.




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