La cura para el reumatismo: Una crítica a las panaceas

Antes de aceptar cualquier remedio propuesto para curar el reumatismo ejerza su prudencia si no decide rechazarlo de plano, porque los remedios no se recomiendan así.

Cualquiera que sea su profesión necesitará material de trabajo que reúna ciertas características y usted sabe que si no las tiene, el material no sirve, porque puede ser peor el remedio que la enfermedad, que es lo que habitualmente sucede en estos casos.

Y lo mismo si se lo recomienda un atleta que afirma haber padecido lo mismo y con aquello se curó; que si se lo ofrece un familiar amantísimo que se ha informado bien; que un vecino o amigo enterado porque habla con mucha gente; o si es incluso un médico que le da este consejo sin tener la menor idea de la clase de enfermedad que padece por muy competente que sea, si no le ha reconocido antes y ha comprobado lo que tiene, hará bien en no hacerles caso.

Si le ofrecen una «cura para el reumatismo» piense que no existe «una cura» para casi mil enfermedades reumáticas distintas que hay. Esto sería una «panacea universal», que es lo que buscaban los antiguos alquimistas, un remedio para todas las enfermedades.

 

En la Edad Media ya se comprobó que esto era imposible encontrarlo. No hay una sola cosa en este mundo que sirva para todo. Y si se le dice que es una cura secreta, ojo, está usted hablando con un loco.

Si le dicen que la cura o el remedio es algo especial que sólo ellos lo producen y distribuyen por ser un descubrimiento propio, que han conseguido después de mucho trabajo, piense que los investigadores honestos no proceden así y trabajan con unos métodos, criterios y objetivos completamente distintos. Puede comprobarlo leyendo algo respecto al descubrimiento y comercialización de la cortisona, penicilina, sulfamidas, por poner sólo unos ejemplos. Trabajan años, en equipos y como ahora sucede con el SIDA, en muchas instituciones a la vez, por todo el mundo. Cuando descubren algo lo comunican en revistas médicas o congresos y allí se discute, luego se comprueba y cuando se aceptan ya son del conocimiento general.

Puede que le hablen de otros casos como el suyo que estaban muy desesperados y gracias a la providencial utilización de estos remedios experimentaron una cura espectacular y milagrosa que demostraba elocuentemente y sin ningún género de dudas su eficacia. Así pasó con la cortisona y pasó de buena fe. A los descubridores les dieron el premio Nóbel y cuando se empezó a utilizar, se comprobó que los resultados espectaculares requerían dosis que no se podían tomar durante mucho tiempo porque perjudicaban, pero además es que no «curaba», como se dijo.

El remedio o tratamiento del reumatismo se puede ofrecer en artículos escritos por gente «culta» en páginas de periódicos o revistas. Unas veces son las revistas del corazón las que divulgan el tratamiento administrado a un actor o estrella de cine. Otras veces son periódicos «serios» lo que hablan de «descubrimientos sensacionales», cuando sólo se han experimentado en ratas. Pocas veces se tiende a publicar aquello que puede ser de utilidad al enfermo, Pero noticias médicas espeluznantes, sensacionales y tremebundas las encontrará con más frecuencia.

Puede suceder que el mensaje sea tan sutil que parezca incidental, aunque sea el verdadero motivo de la publicación. Las enfermedades de los personajes famosos constituyen una noticia muy interesante. Con frecuencia se retienen, se sugieren y más tarde se anuncian, con lo que aumenta progresivamente la atención. Entonces ya se empieza a decir sí es una flebitis, si es un cáncer o un reumatismo y a partir de aquí entrevistas con médicos expertos, remedios utilizados, esperanzas de mejoría, recuperaciones logradas, que representan una buena historia de un fracaso más.

Limpiar el cuerpo de venenos o toxinas que permitan a las defensas naturales del organismo reparar el daño que se ha producido, como revela la aparición del reumatismo, es la razón fundamental expuesta por los promotores del consumo de dietas especiales, infusiones de hierbas, estimulantes circulatorios, etc., pregonando su efecto depurativo, que incluso ha servido para que algún laboratorio avizor ponga en las farmacias algún específico que puede ayudar a conseguirlo de forma «científica».

La oferta de estos remedios profanos suele estar precedida por una campaña de persuasión en contra de la ciencia, de la medicina, de los medicamentos, de los médicos y de todos los conocimientos que la investigación ha acumulado, estudiando a fondo estos problemas durante siglos, como sucede especialmente con los avances logrados en el diagnóstico precoz y el tratamiento eficaz de las enfermedades reumáticas, en donde se incluyen la inmunología, la farmacología, la fisioterapia, la cirugía y la rehabilitación.

Es común que los éxitos que se dicen haber logrado con el empleo de estos remedios no se hayan podido comprobar. Los médicos lo han hecho con los tratamientos que utilizan. Antes de recetarlos a los enfermos han pasado años haciendo pruebas en animales para comprobar sus efectos y su tolerancia, a corto y a largo plazo y se averigua así la dosis más útil por ser más eficaz y más segura. Cuando llega el momento se administra a los enfermos que padecen la misma enfermedad reumática con idénticas características (edad, sexo, años de evolución, ausencia de otros procesos asociados, etc.) y los resultados obtenidos se comparan con los logrados en otro grupo de enfermos similar que no han tomado dicha medicación. Se hacen estudios especiales en niños, viejos, embarazadas, etc., y el estudio minucioso de grupos de enfermos tratados por diversos especialistas avala los resultados.

La mayoría de los remedios propuestos por el mundo de la fantasía, el fraude o el fanatismo han sido también especialmente estudiados o al menos considerados en diversos foros científicos y algunos han sido también sometidos a la prueba del «doble ciego», en la que parece que a todos se les dé lo mismo, pero sólo el remedio que se prueba se administra a la mitad del grupo, para comparar los resultados o efectos con los de la otra mítad. Así se ha comprobado que los remedios de tipo dietético que se ha propuesto como curativos carecen todos de utilidad y muchos son francamente perjudiciales.

Por último, a los médicos se les acusa de obstaculizar la administración de estos remedios, porque están al alcance del enfermo que no visita al médico. Esto es injusto porque la medicina está utilizando en la actualidad muchos medicamentos excelentes que se han logrado analizando, destilando y aislando los productos activos de sustancias utilizadas previamente en crudo o al natural o en infusión en diversas partes del mundo y ahora se administran en toda su pureza con más eficacia y menos problemas que antes, como la aspirina, la colchicina, la digital, etc.

Por último, tenga en cuenta los progresos de la civilización. Antes de la información transmitida acerca de las curas del reumatismo corría a cargo de gente iletrada, supersticiosa o ignorante. Esto todavía sucede. Pero ahora se utilizan métodos más modernos; la prensa, la radio, las revistas, la televisión y los libros participan en esta difusión, y los medios que recomiendan no son expresión espontánea de ignorancia. Hay una verdadera promoción comercial que trata de explotar la miseria humana, porque se le ofrece algo que usted, desea a sabiendas de su inutilidad con el riesgo de destruir su esperanza y de apartarle del recurso normal que es el único que le puede ayudar. La opinión del profesional experto.

Hay también un círculo vicioso que aumenta la difusión de los remedios profanos. Se utiliza la publicidad, sigue la propaganda, surge la controversia opuesta por los especialistas y empiezan las entrevistas, los casos conocidos de curación, la réplica por la falta de seriedad y esto permite que la gente hable, aprenda el nombre del producto, despierte su curiosidad y acaba por probarlo para después decir que sí o que no, con lo que la bola de nieve aumenta de volumen porque los fracasos no cuentan.




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