La maternidad: aprendizaje y límites
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Una de las mejores cosas de ser madre es la oportunidad que nos brinda de explorar el mundo y la forma en que funciona. Hay escuelas de teoría educativa que se mueven en torno al sencillo principio del aprendizaje a través de la exploración. Embarcarte en este maravilloso viaje con tus hijos te permitirá conocer los principios básicos para afrontar con éxito tu labor como madre. Cada minuto de aprendizaje puede ser divertido para todos, desde imitar animales hasta descubrir los placeres ocultos de una burbuja.
También puedes adoptar este enfoque para enseñar unos límites a tu hijo.
¿Por dónde empezar?
Empieza reafirmándote en tu compromiso con la diversión. Elige un lenguaje y un tono de voz que resulte atrayente y transmita tu deseo de compartir la experiencia. Por ejemplo, «vamos» es una buena palabra. «Vamos a tomar un baño. Vamos a buscar algo más abrigado para ponernos. Vamos a dar un paseo.» Implica que hacemos las cosas divertidas juntos: vamos a hacer esta cosa tan divertida juntos.
Susurrar es una forma ingeniosa y efectiva de llamar su atención. A los bebés y a los niños que ya gatean les encanta que les susurren, y el secretismo que ello conlleva puede tener un efecto muy relajante tanto en el que susurra como en el que recibe el susurro.
Es importante recordar que los niños aprenden descubriendo las cosas por sí mismos. No te dejes atrapar en el hábito de proporcionarles juegos estructurados demasiado pronto. Explorar significa descubrir las cosas por uno mismo. Los niños desarrollarán su identidad a través de juegos no estructurados. Tu misión es darles la oportunidad y el ánimo para que jueguen.
Poner límites
¡Hay tantos riesgos para los dedos de un niño curioso: la estufa, la puerta de la calle, tu pelo, el cajón de tierra del gato, la atrayente taza del váter… ! Sería facilísimo pasarnos el día diciéndole NO a nuestro pequeño. Pero lo cierto es que debe de ser una lata oírnos decir que no constantemente.
Sé muy clara en lo que se refiere a los límites que quieres establecer. Piensa si tirar las cacerolas que están en el armario es realmente algo censurable. Pero piénsalo en el contexto de un niño que aprende a través de la experimentación.
Formas divertidas de establecer límites
Puedes enseñar unos límites a tu pequeño sin pasarte el día diciéndole que no. Considera la posibilidad de probar otras formas para transmitirle a tu hijo la idea de peligro.
En algunos países angloparlantes es frecuente que los niños griten «Oommmaaa!» si alguien hace algo que no debe. Es un sonido fácil para un niño pequeño y es muy divertido oírlos cuando se encuentran con una toma de la luz o acaban de desenrollar un rollo de papel del váter. En nuestra casa, oommmaaa se ha convertido en la palabra oficial para las cosas que no deben hacerse. Al poco tiempo, nuestro hijo empezó a decirlo cuando veía a alguien haciendo algo malo, como el otro día, al verme salpicando al gato con la manguera. Siempre acabamos riendo, y es mucho más divertido que pasarse el día oyendo decir no. Hay muchos sonidos que tu hijo podrá imitar fácilmente, como «oh, oh», o negar con la cabeza, o incluso podría ser alguno de los sonidos que él emite. En realidad no importa qué sonido adoptéis, mientras lo reconozcáis como un equivalente de «¡cuidado!».
Juego seguro
¿No sería estupendo que en las páginas amarillas hubiera un listado de «expertos en peligros» para que vinieran a tu casa cuando tu hijo empiece a gatear y la repasaran de arriba abajo en busca de cosas potencialmente peligrosas?
Hemos comprobado que tratar de hacer esto sin tener ninguna experiencia real con niños antes de tener hijos propios se convierte en una lucha constante por estar siempre un paso por delante.
Puedes encontrar cosas muy útiles para la casa, como cerrojos para las puertas, protectores para los grifos, seguros para la nevera, ganchos para la puerta del horno, etc. Lo importante es que inspecciones la casa y pienses en lo que podría ser un riesgo. Una vez que te cerciores de que el lugar es seguro, podrás relajarte (al menos durante un rato). Desde que descubrimos la forma de que Harvey jugara sin riesgos en su habitación, sin necesidad de que estuviéramos siempre encima de él, todos estamos mucho más tranquilos. Además, para el desarrollo del niño es mucho más sano disponer de un espacio donde pueda jugar solo. Las madres de más edad y las abuelas también aportarán ideas interesantes que te permitan anticiparte a los posibles peligros.
Evitar los problemas que puedan surgir requiere supervisión y vigilancia constantes. Si sabes que el hecho de encontrar a tu hijo revolviendo las hojas de afeitar de su padre va a hacer que te enfades por la mañana, asegúrate de que la puerta del cuarto de baño está cerrada antes de que pueda siquiera pasársele la idea por la cabeza como alternativa a sus juegos matutinos. Si crees que tu pequeño se va a enfadar porque no le dejas meter el patinete en la cuna por la mañana, quítalo de en medio antes de levantarlo. Evidentemente, es imposible evitar por completo la confrontación con un pequeño emperrado en cuestionar todos los límites, pero con un poco de previsión podrás limitar parte del estrés que ello conlleva y estar más relajada y feliz.
¿Te has fijado alguna vez en la reacción de los padres cuando su hijo está aprendiendo a caminar y se cae? Está el padre que corre y coge enseguida al pequeño para comprobar que no se ha hecho daño. Invariablemente, el niño empieza a ser consciente de que algo terrible le ha pasado y está dispuesto a sacar lo que pueda de la catástrofe. Luego está el padre que se acerca tranquilamente, comprueba que no hay ningún desperfecto en el suelo y anima al niño a seguir adelante. A menos que el niño se haya hecho daño de verdad, lo más probable es que se levante y vuelva a intentarlo sin quejarse.
El modo como reacciones ante una situación determinará la forma en que reaccione tu hijo.
Otro momento ideal para utilizar la estrategia de la distracción es cuando le estás cambiando los pañales y el niño no deja de intentar darse la vuelta. En cualquier hospital maternal te dirán que la habilidad de darse la vuelta es algo que hay que alentar en el bebé, pero no cuando estás tratando de impedir que se extienda lo que lleva pegado a su lindo culito cuando lo tienes a medio cambiar. En momentos así, aparte de ponerle una camisa de fuerza, distraerlo es tu mejor alternativa. Un móvil, sonidos atractivos, una máscara (para ti, no para el niño), algunos muñecos, una bola de celofán, el tarro de polvos de talco… cualquier cosa que le quite de la cabeza la idea de moverse mientras haces tu trabajo.
Cosquillas: la mejor distracción de todas
Una de las primeras actividades interactivas que cualquier bebé aprende a dominar es la de tirar del pelo de los demás. Si bien decir NO es la solución más obvia, tienes la opción más creativa de hacerle cosquillas. Es muy difícil agarrarse al pelo de alguien cuando te está haciendo cosquillas en el estómago. Esta estrategia funciona igual de bien en la iglesia, en la biblioteca, en un transporte público o en cualquier sitio que requiera un mínimo de decoro. La estrategia de la distracción es perfecta para un niño que arma mucho escándalo cuando come. Ten a mano una distracción, un muñeco, ion libro o quizá otra cuchara que el niño pueda sacudir mientras tú le metes la buena en la boca. Es una estrategia que puede irte muy bien los días en que tu querubín no tenga mucho interés por la comida.
Si te sientes un poco cansada, haz una pausa y hazle cosquillas a tu hijo. Búscale la barriga y nota cómo desaparece la tensión con las risas del niño. La risa desbocada de un niño es el sonido más delicioso del mundo… ¡y es tan fácil provocarlo! Hacerles pedorretas en la tripita es otra de las cosas divertidas que a los niños les gusta con delirio. Además, esa estimulación táctil seguro que les hace mucho bien.
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Publicado en:Fertilidad y Embarazo
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