La maternidad y el desfase mental
InMedicina.org

Muchas mujeres reconocen que después de tener un hijo experimentan un frustrante fenómeno conocido como desfase mental. Este fenómeno se caracteriza por un cambio significativo en el rendimiento de nuestro cerebro. Entre sus manifestaciones más comunes están:
- Pérdida de memoria.
- Dificultad para recordar las cosas y nombres; dejas las frases sin acabar; olvidas el tema de las conversaciones o lo que estabas haciendo.
- Sensación de estar distraída o de desorganización.
- Cometer errores tontos.
- Poner las cosas donde no corresponde.
- Dificultad para el pensamiento abstracto.
En algunos casos, este fenómeno adquiere dimensiones bastante graves y en otros su incidencia es moderada. Hay mujeres que dicen sentirse afectadas de modo permanente, mientras que otras lo describen como un mal intermitente () asociado a situaciones de presión.
La duración puede oscilar entre una semana hasta el momento en que el bebé empieza a dormir durante toda la noche o incluso hasta el final de la lactancia. Una pequeña minoría reconoce seguir sintiéndose afectada incluso años después de haber tenido a su hijo.
Existe cierta controversia sobre la causa de este fenómeno. Las principales teorías pueden resumirse como sigue.
Falta de sueño
Para muchas mujeres, la maternidad significa menos horas de sueño. Según afirma Stanley Cohen en su libro Sleep Thieves, como media, la madre de un recién nacido pierde entre cuatrocientas y setecientas cincuenta horas de sueño durante el primer año. Además, la calidad de su sueño puede ser bastante distinta. En la mayoría de los casos, lo que predomina es el sueño roto: la madre se duerme en cuanto apoya la cabeza en la almohada, se levanta para alimentar al niño varias veces durante la noche y se vuelve a dormir. Según indican las investigaciones, los primeros meses después del parto, las madres nunca llegan al sueño profundo, despiertan casi cada vez que el niño tose, farfulla o se mueve. Eso significa que el cuerpo se ve privado de algunas de las principales funciones del sueño; en concreto, de las de la regeneración de tejidos, la secreción de moduladores de inmunidad y, sobre todo, de las funciones de almacenamiento memorístico y organización, que son esenciales para la concentración y un pensamiento lúcido.
Nuevas cosas que aprender y nuevas responsabilidades
El primer año de maternidad supone una época de increíbles cambios y el aprendizaje de cosas nuevas. Esto es particularmente cierto cuando la mujer no ha tratado con niños antes de tener los suyos propios. Piensa en todas las cosas que has aprendido desde que nació tu hijo: podrías escribir una lista bastante larga. En un nuevo trabajo se hubiera valorado como un logro que aprendieras a manejarte con todas esas técnicas, conocimientos, decisiones y actividades. Sin embargo, en el caso de las madres no se le concede ningún valor. Tal vez las exigencias de este nuevo aprendizaje hagan que el cerebro se concentre en un funcionamiento eficaz a costa del buen funcionamiento en otras áreas.
Durante los primeros meses, el nivel de conciencia de la madre respecto del bebé y sus necesidades es constante y con frecuencia lo impregna todo. Esta exigencia adicional podría impedir también un funcionamiento normal.
Elle
Durante el embarazo me concentré mucho en mantenerme bien. No sabía realmente lo que significaría tener que ocuparme de un bebé durante veinticuatro horas al día. Nunca había visto una niña tan pequeña, por no hablar de cogerla en brazos. De pronto había mil cosas que aprender; qué hacer cuando lloraba, cómo hacerla eructar y calmarla, con cuánta frecuencia cambiarle los pañales y qué hacer con los pañales sucios, aprender a lavar biberones, vestirla y bañarla… Eso me resultó particularmente difícil. ¡Tenía tanto miedo de que se me cayera…! La lista de las cosas que tuve que aprender es muy larga, y no tenía a ninguna conocida a quien preguntar.
Tenía un libro titulado Baby Love, y mi marido y yo pasamos horas leyéndonoslo el uno al otro y a la niña. La enfermera del hospital infantil al que acudía fue fantástica. Podía llamarla ala hora que fuera, y siempre tenía sabios consejos que darme. No acabo de entender por qué nunca se me ocurrió informarme sobre todas estas cosas antes de tener ami hija; nunca se me pasaría por la cabeza emprender unas vacaciones importantes sin indagar antes sobre el lugar adonde voy.
Círculo vicioso
Si comparamos nuestro estado actual con la agudeza mental, la memoria y la concentración que teníamos antes, es posible que nos formemos una imagen bastante negativa y empecemos a preocuparnos. Esto seguramente hará que aumenten nuestros despistes porque, de hecho, cualquier tipo de ansiedad o estrés puede entorpecer la daridad de pensamiento. En resumen, preocupándonos por nuestra mala memoria solo conseguiremos agravar el problema. Sería más útil examinar la situación cuando te sientas más tranquila, identificar las áreas que puedan resultar problemáticas y buscar estrategias para solventarlas.
También es bueno ser consciente de que entre ciertos grupos de mujeres este fenómeno es un tema habitual de las conversaciones. Las mujeres comparan sus experiencias y hasta compiten como si trataran de ganar un premio a la más olvidadiza. «Pues si eso te parece malo, yo ayer me dejé a mi hijo en el autobús.»
Por supuesto, es bueno saber que estas cosas les pasan a otras mujeres y comparar anécdotas puede resultar divertido, pero procura que este aspecto de tu vida actual no haga sombra a las cosas maravillosas que estás haciendo. Muchas mujeres han aceptado este fenómeno como parte de su identidad.
Falta de concentración
Si trabajabas fuera de casa antes de dar a luz, seguramente tenías asignadas unas tareas concretas y nunca hacías más de una cosa a la vez. En aquellos trabajos en los que la persona es responsable de diferentes áreas, lo normal es que se asigne un tiempo determinado a cada tarea, que se termine una cosa antes de empezar otra y que se planifique la forma de lograr unos objetivos. Se han establecido unas normas y hasta cabe la posibilidad de actuar en un sentido o en otro sobre nuestro entorno, por ejemplo, retirándose a un lugar tranquilo y no cogiendo las llamadas para concentrarse en una tarea determinada. Estos factores crean una atmósfera que favorece el pensamiento, la concentración y la buena memoria.
En cambio, piensa lo que significa estar en casa con un bebé y cómo puede ello afectar a la capacidad de tu cerebro de funcionar a su máximo rendimiento. Es posible que tengas que realizar diferentes tareas al mismo tiempo y que te cueste concentrarte en todo a la vez. Pensarás con menos claridad, te sentirás espesa y cometerás errores en cosas que normalmente haces de modo automático.
Muchas mujeres se encuentran con que, hagan lo que hagan, una parte de su mente está siempre con el pequeño. Incluso cuando habla por teléfono, la madre está pendiente de si el niño tose; cuando está sacando la compra de las bolsas, está atenta por si se pone a tirar las cosas de la mesa.
La falta de concentración puede afectarnos más unos días que otros. Si estás haciendo mil cosas a la vez, es normal que se produzca una pérdida de la memoria a corto plazo, falta de concentración, menor rendimiento y sensación de agobio en general. ¡No te extrañe si el azucarero acaba en la nevera! Fundamentalmente, tenemos una capacidad de concentración limitada. Cuanto más tengas que diversificarla, más difícil te resultarán tus tareas cotidianas y tu vida en general.
Kirsten
Descubrí que todo iba bien excepto cuando actuaba bajo presión. Una amiga venía a visitarme y me encontraba corriendo de un lado a otro, tratando de preparar al niño para coger el coche cuanto antes. No dejaba de hacer tonterías, como perder las llaves del coche, olvidar lo que estaba diciendo a media frase, ir a la tienda y comprar de todo menos lo que quería comprar. Me sentía totalmente frustrada. Incluso llamaba al niño por el nombre del perro, y viceversa. Una vez que comprendí por qué iba con tantas prisas y que en realidad no era tan importante, las cosas mejoraron.
Brigitta
Durante un tiempo, mi cabeza no parecía la misma. Ya no era tan aguda y despierta como antes… Bueno, en parte era de esperar, porque no dormía mucho, y eso me ayudó a aceptarlo. Si hacíamos una reunión familiar, yo no me acordaba de los nombres de la mitad de mis parientes. En las primeras semanas, nunca recordaba de qué pecho había mamado el niño la vez anterior. La enfermera del hospital infantil me sugirió que me colocara un imperdible en el lado del que mamaba cada vez. Lo intenté, pero nunca recordaba si había cambiado el imperdible de sitio o no.
Annette
Recuerdo lo molesta que me sentía al ver a las mujeres de mi grupo de madres comentar las cosas estúpidas que habían hecho, como si fueran menos inteligentes que antes. Y no es que yo no experimentara falta de concentración. En casa a veces me pasaba; en cambio, en el trabajo podía concentrarme normalmente.
Toni
Me resultó de lo más frustrante estar allí tratando de poner en marcha la calculadora para poder evaluar los exámenes de mis alumnos. Hasta que me di cuenta de que no funcionaba porque era el mando del televisor.
Consejos para controlar el desfase mental
- Duerme un poco siempre que puedas.
- Acepta que se trata de un fenómeno corriente que pasará.
- Evita las situaciones que te pongan bajo presión, o te provoquen estrés o ansiedad.
- Procura ejercitar tu mente con diferentes actividades: conversaciones, lecturas, pensamientos.
- Utiliza listas.
- Si estás estresada, trata de frenar un poco y ser consciente de lo que haces.
- Utiliza algún sistema que te ayude a minimizar los contratiempos o despistes comunes. Por ejemplo, coloca un gancho en tu bolsa para colgar en él las llaves cada vez que salgas del coche; coloca las llaves en el mismo sitio cada vez que entres en casa; deja una llave fuera; lleva siempre una lista de teléfonos en tu bolso.
- Prueba algunos breves ejercicios de relajación.
Relacionado
Califica este Artículo:
Publicado en:Fertilidad y Embarazo
Deja una respuesta