La transición a la maternidad

La transición a la maternidad es probablemente el cambio más importante que experimentarás en tu vida. Te animamos a que reflexiones sobre los cambios que se han producido en tu caso (y también en lo que no ha cambiado).

Etapas de transición

En los tres primeros días después del parto, a los que se suele aludir como fase de aceptación, la madre tiene necesidad de sueño y alimento. En algunos casos, este período se caracteriza por el asombro, la euforia o incluso la percepción espiritual o religiosa del milagro del nacimiento y de amor ante la nueva vida. Durante esta etapa, es posible que la madre esté completamente desconectada de todo cuanto ocurre fuera de su habitación.

Después de los primeros tres días, sube la leche, y con ella llega la depresión posparto, que afecta a un 85 por ciento de las mujeres. Durante esta fase, la mujer empieza a desplegar sus aptitudes como madre. Hay mujeres a quienes la responsabilidad de proteger a un nuevo ser las llena de fuerza, mientras que otras se sienten intimidadas. La madre quizá empiece a ser consciente de necesidades ajenas al niño y a ella, cosa que suele coincidir con la vuelta a casa. Es muy importante que pueda concentrarse en sí misma y en su hijo durante esta crítica etapa.

Un tiempo después del cuarto día empieza la fase de asentamiento, en la que madre e hijo establecen unas pautas para la lactancia. A esta le sigue la etapa de la asunción, que dura aproximadamente seis semanas. Durante este período, la madre sigue ocupándose básicamente del bebé; lo conoce, aprende a cogerlo o a bañarlo con seguridad, o se establecen unas pautas de alimentación y sueño. Aunque es posible que no exista un horario estrictamente hablando, en la mayoría de los casos se ha establecido un programa flexible.

Ha llegado también el momento de empezar a divertirse y disfrutar de la experiencia de la maternidad. Esta fase te abrirá las puertas a muchas oportunidades y te permitirá descubrir nuevos aspectos de ti misma. Ante todo, esto no debe convertirse en una obligación o un motivo de tensión, se trata simplemente de pensar en las posibilidades.

La nueva madre tal vez experimente cansancio y dude de sí misma, y hasta puede llegar a censurarse por la forma en que lleva a su hijo y sus otras responsabilidades. Muchas madres sienten que han perdido su identidad o están confusas, mientras que otras, sencillamente, no tienen tiempo para pensar en esas cosas.

En lo relativo a esta fase, las tradiciones culturales varían, pero en muchos casos se espera que la madre permanezca en casa con el niño. Aunque eso podría considerarse una imposición restrictiva, indica de por sí la importancia de este período en el desarrollo de la mujer como madre.

Entre el segundo y el cuarto mes después del nacimiento, la mayoría de las mujeres empiezan a sentirse más tranquilas y seguras en su papel. Eso no significa que tengan una solución para todo, pero sí que lo viven como algo manejable la mayor parte del tiempo. Seguramente ya se han establecido unos hábitos, las pautas de comida del niño están ya bien fijadas e incluso hay niños tan plácidos que empiezan a dormir durante toda la noche.

Esta sensación de asentamiento general lleva a muchas mujeres a sentir aburrimiento o inquietud. Quizá sea hora de aumentar la actividad y conectar con el mundo exterior; de divertirte más y pensar en tu forma de vida, en tus necesidades, y de que sigas decidiendo cómo quieres que sea tu experiencia como madre y la disfrutes.

Al llegar a cierto punto, las cosas cambian, y en vez de tener un bebé, te encuentras con una pequeña personita con ideas claras sobre lo que quiere y necesita, y de la que no puedes esperar que duerma cuando sales a cenar, a comer o de compras. Durante este período, tu hijo se mostrará muy curioso y despierto y necesitará un mayor estímulo. Por supuesto, eso influirá en tus actividades. Tendrás que decidir entre confiar en que el niño duerma cuando te convenga, según tus actividades, o moverte de acuerdo con sus pautas.

Aferrarse y desligarse

El nivel de cambio que percibe cada mujer varía. Algunas sienten que todo ha cambiado, mientras que otras piensan que lo fundamental permanece inalterado. Después de un acontecimiento tan importante en la vida, hay un período de transición: las cosas han cambiado pero el nuevo orden de cosas aún no se ha integrado. Este período puede resultar confuso e incluso caótico, y en cierta manera podría compararse a un cambio de trabajo. La persona tal vez haya dejado un papel con el que se sentía segura y no tiene claro lo que se espera de ella. Puede experimentar sensación de pérdida y ansiedad. Habrá mujeres que se tiren de cabeza a esta nueva situación, y en cambio otras desearían que las cosas fueran como antes.

En su libro The Mask of Motherhood, Susan Maushart sugiere que «un sano desorden es una etapa necesaria del desarrollo». Las viejas creencias, las cosas que la persona daba por sentadas y comprendía en su antigua vida, tal vez ya no parezcan relevantes o efectivas. Durante este período, la persona hace una serie de ajustes para adaptarse al cambio. Algunas mujeres se aferran a aquello que antes las hacía fuertes, a sus limitaciones, sus percepciones, a su manera de entender la vida, a lo que son y lo que han hecho y la forma en que han vivido en el pasado. Otras se desligan parcial o totalmente de sus antiguos patrones y creencias.

Una mujer cuya experiencia sea principalmente la de aferrarse, puede seguir haciendo las cosas a su hora, llevar la casa y el trabajo con eficiencia, sin perder el compás. Una mujer cuya experiencia sea principalmente la de desligarse, quizá se sienta totalmente desorganizada, y a mediodía aún vaya de un lado a otro en bata o esté pensando en fregar los platos del desayuno a las cinco de la tarde. Con esto no se pretende sugerir que alguna de las dos experiencias sea más sana o que muestre una mayor capacidad de adaptación.

Tanto para la mujer como para aquellos que la rodean, desligarse de las viejas costumbres puede provocar la sensación de pérdida de control o incluso ser visto como una forma de desintegración. Sin embargo, deja la puerta abieri a a una serie de posibilidades y oportunidades que de otra Iorma no tendrías. Hay mujeres que descubren nuevas facetas de sí mismas —calma, fuerza, persistencia— que les abren el camino a una nueva forma de vida.

Algunos de estos cambios quizá sean bien recibidos. De hecho, la maternidad constituye una inmejorable oportunidad para el cambio y la evolución, o incluso para la experiinentación con nuevas formas de vida. Pero habrá otros cambios, permanentes o temporales, que quizá no sean tan bien recibidos y para los que serán necesarios ciertos ajustes. cambios que esperabas o que te cogerán por sorpresa, que serán evidentes desde el momento en que decidas quedarte embarazada o que tardarán meses en manifestarse.

Transiciones

Física

La transición física empieza al principio del embarazo y se prolongará hasta que este termine. Se producen cambios obvios en los pechos y el estómago, pero en algunos casos también puede haber alteraciones en las piernas, caderas, espalda e incluso en el pelo, las uñas y la piel. Son pocas las afortunadas que pueden dejar el hospital con unos pantalones ceñidos de la talla que usaban antes de quedarse embarazadas. La mayoría han recuperado su figura para cuando se hacen el chequeo de las seis semanas, pero para algunas recuperar la figura se convierte en un hueso duro de roer.

Entre los cambios que se producen en tu cuerpo, habrá algunos que te gustarán y que querrías conservar.

Sheryl
Yo antes estaba muy delgada y tenía los pechos pequeños. Desde que tuve a mi hijo, tengo más forma. Tengo pecho por primera vez en mi vida. Soy una persona nueva, y me encanta.

Los cambios físicos también influyen en la forma en que te sientes respecto a tu cuerpo. Al menos durante un tiempo, quizá sientas que no es como antes. Tal vez antes te sentías fuerte y capaz, delicada y frágil, o incluso fina y sinuosa. Durante el embarazo y después del parto, podría producirse una discrepancia entre la imagen que tenías de ti y la forma en que te ves y sientes ahora.

Eso no significa necesariamente que tengas que luchar por recuperar tu antigua forma. Será igualmente válido que busques nuevas formas de verte y sentirte con respecto a tu cuerpo.

Lucille

Antes de tener a mi hijo, me encantaba remar, y era realmente competitiva y fuerte. Ser fuerte formaba parte de mi identidad, era importante para mí. Ahora es diferente, ya no me siento fuerte. Me siento muy tierna y dulce cuando miro a esta pequeña criaturita.

Sian

Antes yo era una persona frágil, y me gustaba. Ahora ya no lo soy tanto. Había algo en el hecho de ser frágil que implicaba que no siempre estaba capacitada. Tener un hijo me ha hecho sentirme responsable y capaz.

Tal vez tenías un estilo determinado de vestir, o un look acorde con tu estilo de vida y tu forma de ser. Y es posible que ese estilo no sea el más adecuado para este nuevo período. Si así lo decides, tal vez no vuelva a ser adecuado para ti.

Estilo de vida

A menos que te relaciones con otras madres con niños pequeños, tal vez te resulte difícil imaginar cómo será tu vida cotidiana después de dar a luz. Probablemente aparecerán una serie de actividades nuevas, mientras que algunas de las que antes formaban parte de tu vida desaparecerán.

Faulka

Antes de tener a mi hijo, trabajaba todo el día. Cada día hacía montones de cosas. Era una persona muy organizada y dependía por completo de mi agenda. Cuando tuve que quedarme en casa, no sabía qué hacer, cómo utilizar mi tiempo de una forma que me permitiera sentirme bien. Había muchas cosas que hacer, pero casi todo me parecía muy pesado.

A veces pensaba en el día que tenía por delante y me decía: «Qué voy a hacer?». Daba miedo… En mi trabajo era tan diferente, todo giraba en torno a unas metas determinadas. Durante un tiempo, mis objetivos fueron jugar con mi hijo, fregar los platos cada día, cocinar y lavar la ropa. Era un mundo completamente distinto. Tuve que cambiar mi forma de enfocar la vida.

Mame

Cuando tuve a mi hijo, estaba preparada para hacer un alto en mi trabajo. Hacía tiempo que deseaba convertirme en madre y hacer algo verdaderamente significativo, pero cuando mis amigas me llamaban y me preguntaban qué había hecho aquel día, me quedaba en blanco.

Tenía la sensación de que lo que yo hacía no era nada comparado con lo que ellas hacían en el trabajo. Más adelante aprendí a decir que habíamos estado jugando, o de paseo, y me sentía satisfecha por el valor y la importancia de estas actividades. Con el tiempo, se me abrió todo un mundo de actividades sociales y físicas, por no hablar de las nuevas amistades que hice a través de mi hijo.

Catriona

Mi hijo estaba enfermo, y los primeros tres meses concentré todas mis energías en cuidar de él. Fue muy duro. Cuando él dormía, yo me tumbaba y descansaba. De pronto, era lo único que importaba, yo solo pensaba en ayudar a mi hijo a pasar un nuevo día, y para hacer eso tenía que cuidar también de mí misma.

Emocional

La transición emocional también pone de manifiesto la contraposición de los conceptos de «aferrarse» y «desligarse». Muchas mujeres descubren que, entre los primeros meses y el primer año después de tener a su hijo, no controlan sus emociones como antes. Otras siguen adelante como si nada. Y las hay también que viven la experiencia de conectar con sus sentimientos de otra forma como algo positivo. No hay formas correctas o incorrectas de reaccionar; sencillamente, son diferentes.

Lucille

Antes era una persona bastante juiciosa, y ahora me dan ganas de llorar con solo mirar algunas noticias. Soy más emotiva y siento un gran amor por mi hijo.

Faulka

Ha habido veces en las que me sentía tan mal que he llegado a pensar: «Dónde me he metido? ¿Cómo voy a superar esto?». Pasé varios meses con serios problemas de adaptación. No me sentía ni tan feliz ni tan segura como antes. Creo que hasta que no volví al trabajo, a media jornada, no pude explorar realmente mi identidad como madre. Ahora siento que soy una buena madre.

Greta

La profundidad del amor que sentía por mi hijo Aiden era algo que no esperaba. Aprender a compartirlo con mi pareja fue una experiencia maravillosa para los dos. Ha tenido una influencia muy positiva en nuestra relación, y nos ha permitido disfrutar de verdad como padres.

Jeanette

Ahora que ya llevo unos meses, creo que tener un hijo me ha hecho más fuerte como persona. Ya no me preocupo por cosas que antes me inquietaban. En cierto modo, mi idea de lo que es o no importante ha cambiado. Y eso ha aportado una gran serenidad a mi vida; me resulta más fácil vivir conmigo misma. Dejar de pensar en recuperar mi vida pasada me ha sido de gran ayuda. La mayor parte del tiempo me siento feliz y, desde luego, comparto muchos momentos de felicidad con mi hijo.

Cognitiva

Al hablar de cognitivo, nos referimos a la forma como funciona nuestra cabeza. Muchas mujeres descubren que, después de tener un hijo, su cabeza no es la de siempre. La transición cognitiva varía en intensidad, frecuencia y duración. En algunos casos no es más que una etapa pasajera. En cambio, hay mujeres que, años después, confiesan que su cabeza no ha recuperado su antiguo ritmo desde que tuvieron a sus hijos. Entre los problemas que pueden aparecer en este campo están la mala memoria, falta de concentración, incapacidad para culminar tareas complejas, sensación de vaguedad y despistes.

Georgia

Después de varias noches sin dormir bien, me resulta difícil funcionar a pleno rendimiento. Voy a la tienda y me vuelvo sin lo que he salido a comprar. Cuando estoy sometida a presión, si tengo invitados en casa, por ejemplo, me estreso y la cabeza se me va, olvido lo que estoy diciendo y mi memoria a corto plazo desaparece por completo. Otras veces, soy como antes.

Marcia

En casa a veces me encuentro con que mi cabeza ya no es lo que era, y sin embargo en el trabajo parece que puedo olvidarme de ello y hacerlo todo con eficiencia. Eso hace que me sienta bien. En el trabajo es más fácil porque normalmente solo hago una cosa a la vez.

Identidad

Cada persona tiene una imagen o idea sobre la clase de persona que es, es decir, sobre su identidad. Aunque seguramente eso no es algo en lo que pensemos normalmente, la mayoría de la gente se describiría con unas pocas frases.

Ser madre puede provocar ciertos cambios significativos en nuestro sentido de la identidad y, con el tiempo, llevar al desarrollo de una nueva. Algunas mujeres sienten que se han perdido a sí mismas y que solo son «la madre de alguien». Otras se lamentan por la pérdida de su estatus, la pérdida de su libertad o incluso por los cambios en la relación con su compañero. Es normal y hasta sano que nos desprendamos de algunas de las ideas que teníamos sobre nosotras mismas. Psicológicamente, habrá una época en que la mujer se sentirá como si flotara entre dos aguas en lo que se refiere a su identidad. Eso puede resultar desagradable, pero desligarnos de algunas cosas nos ofrece la posibilidad de probar nuevas formas de existir, de sentir y de comprendernos a nosotras mismas. Tal vez te ayude recordar que, con el tiempo, esos cambios desembocarán en una nueva forma de ser, en una nueva manifestación de tu personalidad. Tuya es la decisión sobre la forma en que quieres que esto suceda.

Johnson O’Connor, uno de los pioneros de los modernos tests de aptitud ocupacional, sostiene que cada persona tiene entre tres y cinco aptitudes dominantes, aunque en el trabajo solo se le pida que emplee una o dos de ellas. O’Connor cree que las aptitudes que no empleamos generan una gran cantidad de inquietud y desdicha. El trabajo, por sí solo, no es suficiente desafío para nosotros: no hace que nos impliquemos al cien por cien. En cambio, la maternidad es un período que nos permite explorar nuestras aptitudes, aprovechar al máximo aquellas que hemos desarrollado con nuestro trabajo y explorar otras de cuya existencia ni siquiera éramos conscientes.

Kathryn

Antes de pedir la excedencia para cuidar de mi primera hija, Amy, trabajaba con un procesador de textos, y siempre bajo una fuerte dosis de presión. En mi papel de madre, me encontré buscando siempre nuevas ideas, nuevas actividades y nuevas formas de hacer las cosas. Eso me llevó a explorar mis capacidades artísticas, capacidades que no creía tener porque cuando estudiaba era un desastre en las clases de arte. Mientras buscaba la forma de entretener a mi hija, descubrí lo que se disfruta creando cosas a partir de la nada. Hice una bonita y variopinta colección de móviles y sonajeros con restos que encontré por la casa. Disfruté enormemente trabajando con mis manos.

Roberta

Siempre había valorado la parte de mí que era más competitiva, y conseguí llegar lejos. Con el tiempo, he aprendido a frenar un poco, a no concentrarme tanto en los logros externos y a pararme también a oler las rosas. Me he vuelto más creativa, y estoy muy satisfecha de mí misma. No estoy segura de que me guste vivir así para siempre, pero combinar la maternidad con el trabajo me proporciona cierto equilibrio. Ahora no me estreso tanto ni siento que tengo que controlarlo todo.




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