Las vitaminas deben venir aportadas por la dieta, ya que no pueden ser sintetizadas por el organismo

Las vitaminas fueron uno de los mayores descubrimientos del siglo pasado. Llamadas en un principio aminas vitales —de donde procede su nombre actual—, son imprescindibles en los procesos metabólicos que tienen lugar en la nutrición de los seres vivos.
Estas sustancias orgánicas son las encargadas de catalizar las reacciones bioquímicas del organismo humano, de modo que sin ellas el organismo no es capaz de aprovechar los elementos constructivos y energéticos suministrados por la alimentación. Las vitaminas ponen la vida en marcha y actúan además como escudos que protegen las células y los tejidos de múltiples agresiones; si nos falta alguna de ellas, nuestro organismo es más débil y susceptible de contraer cualquier enfermedad.
Deben venir aportadas por la dieta, ya que no pueden ser sintetizadas por el organismo, o si lo son —es el caso de las vitaminas K, B1, B12 y ácido fólico, sintetizadas en la flora intestinal—, es en cantidades tan insignificantes que no pueden cubrir las necesidades corporales del individuo.
La única excepción es la vitamina D, que se puede formar en la piel con la exposición al sol. En principio, una alimentación variada aporta ya todas las vitaminas en cantidad suficiente.
La mayor parte de las vitaminas sintéticas no pueden sustituir a las orgánicas. Pero combinando y equilibrando bien los alimentos, de modo que en nuestra dieta no falten productos integrales, frescos, naturales y crudos, preferiblemente de cultivo orgánico, no necesitaremos suplementos vitamínicos.
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