Los alimentos naturales y sus beneficios en pacientes hipertensos

Son alimentos a los que no se ha agregado ningún aditivo, colorante o conservante y de los que no se ha eliminado nada. Son los alimentos indicados para cualquier persona que desee conservar la salud o llegar a ser tan sana como le sea posible. Constituyen la dieta humana natural, no alterada por los esfuerzos para mejorar el color, sabor o textura o para prolongar la conservación de los productos alimentarios, y son alimentos muy ricos en nutrientes: vitaminas, minerales, oligoelementos, fibra y aminoácidos, que son esenciales para las reacciones bioquímicas que lleva a cabo nuestro organismo.

Los estudios de investigación clínica han producido numerosos informes internacionales que recomiendan cambios en nuestra forma de comer y hacen hincapié en el significado dietético de los alimentos naturales. Una serie de estudios adicionales han puesto de manifiesto que los alimentos naturales nos protegen frente a la obesidad, las enfermedades del estómago y de los intestinos (sobre todo el cáncer de colon), las alergias, depresión, la fatiga crónica, otros cánceres, la diabetes y muchas otras enfermedades; además, los alimentos naturales pueden contribuir a mejorar las enfermedades una vez que éstas han aparecido. Son muy beneficiosos para el sistema circulatorio y por consiguiente para las personas que padecen hipertensión.

Hasta las primeras décadas de este siglo, la gente consumía alimentos naturales porque no disponían de nada más. El pan integral, la carne fresca, aves, pescado y huevos leche, mantequilla y queso, verduras y fruta eran los alimentos con los que nuestros abuelos y bisabuelos fueron criados y crecieron.

La tecnología de hoy está mucho más cerca de destruir los alimentos que de mejorar su sabor real. Hoy día las personas de edad avanzada que recuerdan otras épocas están en lo cierto cuando afirman que los alimentos actuales no saben como antes. Los pesticidas, la producción industrial, el tratamiento hormonal de los animales y las técnicas de Procesamiento alimentario son entre otros— los factores que afectan el sabor, la textura y el valor nutritivo de nuestra dieta moderna.

Sin duda, en otro tiempo, para las personas menos favorecidas desde un punto de vista socioeconómico la desnutrición constituía un problema grave. Las epidemias de enfermedades infecciosas provocaban una mortalidad mucho mayor de la que provocan hoy día, y, durante la revolución industrial, el raquitismo (una enfermedad ósea provocada por un déficit de vitamina D) era habitual entre los niños de las clases socioeconómicas bajas.

Sin embargo, a principios de este siglo las enfermedades del corazón eran prácticamente desconocidas. Un médico canadiense, sir William Osler, probablemente el médico más brillante de su época (1849-1919), admitió que era un proceso más difícil de diagnosticar que muchos otros ya que durante su vida profesional apenas había visto algunos casos.

Irónicamente, en nuestra sociedad sigue planteándose cl problema de la desnutrición. Gran parte de los alimentos que consumimos carecen de los nutrientes esenciales. Consumimos un número cada vez mayor de grasas y de azúcares refinados, aproximadamente la misma cantidad de proteínas y mucha menor cantidad de hidratos de carbono naturales. Consumimos menos patatas y menos pan «porque engordan, mucha menor cantidad de fibra y menos cereales, verdura y fruta.

Numerosos aspectos de nuestro estilo de vida moderno son responsables de la epidemia actual de las enfermedades coronarias y ataques al corazón. Especialmente con el consumo de alimentos procesados ricos en grasa y azúcares refinados, considerados por la mayor parte de los expertos sanitarios como los principales culpables.

Los alimentos naturales y la actitud de la gente

Los alimentos naturales constituyen un motivo de controversia entre la población, así como los diversos aspectos del tratamiento antihipertensivo lo constituyen entre los médicos.

Cada vez es más numerosa la gente que respalda una dieta a base de alimentos naturales. Durante los últimos cinco años, ha disminuido el consumo de productos lácteos enteros, de pan blanco, carne roja y huevos y ha aumentado la demanda de pan integral, embutidos bajos en grasa, leche desnatada y productos lácteos semidesnatados y desnatados, al mismo tiempo que ha aumentado el consumo de fruta y verdura fresca. En parte esta tendencia justifica la ligera disminución de la tasa de mortalidad por infarto de miocardio, que en algunos países europeos ha disminuido un 3 % desde la década de los 80.

Es posible que sea usted un entusiasta de los alimentos naturales e integrales, pero algunas personas los detestan y los relegan a una minoría de fanáticos de la salud a los que les sobra tiempo para poner en práctica recetas increíbles y gastarse una considerable cantidad de dinero en los ingredientes.

Estas personas no entienden por qué habrían de alterar su dieta habitual, y continúan disfrutando de su carne con patatas fritas, chocolates, de montañas de helados y de kilos y kilos de pan blanco. Sostienen que en su familia nadie consumirá jamás pan integral, que además se estropea con mucha mayor rapidez, que la fruta fresca requiere una masticación mucho más prolongada de la que precisa un tentempié rápido, que las verduras frescas necesitan una preparación y un tiempo de cocción mucho más prolongado que los alimentos en lata o congelados, y que no merece la pena vivir sin comer lo que nos apetece.

La poco adecuada actitud moralista que han adoptado algunos entusiastas de los alimentos integrales, muy parecida a la de numerosos no fumadores (o ex fumadores), es en parte responsable de esta reacción. Los fanáticos de la salud, entre los cuales se cuentan algunos fabricantes del ramo de la alimentación que hacen de la ausencia de aditivos el mayor atractivo de sus productos, convierten en un dogma lo que en realidad no es más que una forma práctica y saludable de comer.

Consumir alimentos naturales no es ni mucho menos una religión. No obliga a nada a sus seguidores y no promete un paraíso de salud para los que siguen sus dictados. Simplemente debe hacerse si uno está convencido de que los resultados merecen la pena. Una dieta a base de alimentos naturales junto con otras medidas aumentará su energía y resistencia a las enfermedades y lo ayudará a disminuir la hipertensión. Incluso podría ser que un día no tan lejano dejara de necesit un tratamiento con fármacos antihipertensivos.




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