Los compañeros y amigos durante la maternidad

Para la mayoría de las mujeres, la maternidad es una etapa de grandes ajustes. Descubrirás cosas nuevas cada día y cada hora. Nuevas experiencias, nuevos sentimientos, diferentes prioridades y emociones cambiantes: todo forma parte de esta nueva etapa. Convertir estos sentimientos en experiencias positivas es la clave para disfrutar de la maternidad y es un proceso que te resultará mucho más agradable si cuentas con el apoyo de un compañero, una familia y unos amigos que se preocupen por ti. Invitar a estas personas a participar de tu experiencia es fundamental para que cso suceda.

Un compañero

Tomar la decisión de tener un niño será algo muy importinte tanto para ti como para tu compañero. Del mismo modo que las mujeres que van a tener su primer hijo a menudo dudan sobre su capacidad, también los futuros padres tienen dudas.

Megan y Colin

Megan quería tener una familia desde hacía tiempo, antes incluso de casarse con Colín. Colín no estaba tan entusiasmado y, cuando se casaron, le regaló un gato con la esperanza de que apaciguara sus instintos maternales. El gato funcionó momentáneamente, pero con el tiempo Megan empezó a hablar otra vez de tener hijos. Colin le compró un perrito. Los dos se lo pasaban muy bien con el cachorro y, por fin, Colín comprendió que, si se resistía a formar una familia, era por temor a no saber amar y cuidar a su hijo. Llegó a la conclusión de que si tener un cachorro era tan divertido, tener un niño debía de compensar mucho más. Además, los dos se dieron cuenta de que las cosas que habían aprendido cuidando a sus mascotas suponían un valioso aprendizaje sobre la labor y las recompensas que implica el hecho de cuidar de un ser que depende de ti y sobre la importancia de compartir responsabilidades.

Planifícalo de antemano

¿Te imaginas hacer un viaje a tierras lejanas sin planificarlo de antemano, sin decidir adónde quieres ir y sin tomar las decisiones oportunas sobre la clase de vacaciones que quieres? ¿No hablarías de todo eso con tu pareja, planificarías el viaje, decidirías cuál es el mejor momento para realizarlo, ahorrarías y tal vez buscarías el consejo de otras personas antes de marcharte? Los preparativos son una parte importante y agradable de la experiencia en sí. Cuanto más te esmeres en los preparativos, más probable es que puedas sacar el máximo partido de tu viaje.

Pues dedicar un tiempo a planificar cómo te gustaría que fuera vuestra experiencia como padres es igual de importante (si no más) y es algo que muchas parejas no hacen. Recuerda: si no planificas las cosas, vas de cabeza al fracaso.

En medio de la alegría y la emoción de los primeros días y semanas, es fácil que olvides que el nacimiento de un hijo también supone una serie de cambios importantes para el padre. Por eso es fundamental que en los meses anteriores al parto penséis y habléis sobre vuestras expectativas, miedos y esperanzas en lo referente a la forma en que queréis que sea esta primera experiencia como padres. Muchos futuros padres se concentran en el embarazo y el nacimiento del niño y no están preparados para lo que van a encontrar cuando llegan a casa con el nuevo miembro de la familia.

Ruth

Estaba totalmente embobada cuando nació Tess. El parto no fue ni mucho menos tan difícil como pensaba, y los primeros días me sentí como si estuviera flotando en una nube… no creo ni que fuera del todo consciente de quién venía a visitarme o de lo que me decían las enfermeras. Cuando Graham, mi marido, vino al hospital a recogerme, yo estaba muy emocionada con la idea de volver a casa. Me había puesto una ropa especial, y vestí a Tess con un trajecito que mi madre le había comprado. Todo fue maravillosamente hasta que llegué al umbral de mi cocina. De pronto me di cuenta de que estaba en mi casa, en mi cocina, con aquella criaturita que dependía totalmente de mí. Fui incapaz de cruzar aquella puerta. Simplemente, me quedé allí como una idiota, mirando la cocina, y me eché a llorar. Graham estuvo fantástico. Me cogió al niño y me preparó una taza de té. Al cabo de un rato me calmé y le expliqué lo mucho que me asustaba no estar a la altura. Él me dijo que a él también le preocupaba no saber si sería un buen padre, pero que estaba seguro de que juntos saldríamos adelante. Estuvo fantástico.

No sé qué habría hecho si él hubiera reaccionado de otro modo. Verlo tan tranquilo y seguro me hizo tener mucha más confianza en que las cosas saldrían bien.

Establecer prioridades

Probablemente, la prioridad más importante es que reconozcas que no hay una forma correcta o incorrecta de hacer de madre o padre. Esto permitirá que ambos tengáis la suficiente perspectiva para desarrollar vuestra propia forma de actuar. Cada generación ejerce la paternidad de forma diferente, así que lo que les funcionó a tus padres tal vez no os funcione a tu marido y a ti, del mismo modo que no tiene por qué funcionarte lo mismo que les va bien a tus amigas. Ten presente que, lo quieras o no, vas a recibir un sinfín de consejos sobre cómo hacer cada cosa, desde cambiar pañales a amamantar. Formad un frente común como pareja para establecer cómo queréis ser como familia y estad preparados para apoyaros mutuamente, incluso si a veces eso significa defender al otro frente a opiniones adversas.

Andrew

La idea de asistir al nacimiento de su primer hijo (o de cualquier otro, tanto daba) hacía que Andrew se pusiera malo. El hombre trató de explicarle lo que sentía a su compañera, Philomena; le habló del miedo a desmayarse (o algo peor), del asco que le daba todo el proceso; no quería estar allí de ninguna manera. Philomena se rió y le dijo que a ella no le hacía ninguna gracia tener que estar en el parto, pero que, si ella estaba, él también. Todos sus amigos le dijeron que sería la experiencia más maravillosa de su vida. Le hablaron de vínculos, sentimientos nunca antes vividos, oportunidades que nunca se repetirían y, lo más importante, de lo mucho que se enfadaría su mujer si no asistía al gran acontecimiento. Andrew fue a la primera clase prenatal y tuvo que abandonar la sala a mitad del primer video: «Partos normales». Se sintió humillado: su incapacidad de soportar algo que se suponía era una experiencia perfectamente natural no solo quedó de manifiesto ante toda la clase, sino que también se enteraron su familia y amigos. Estaba decidido a intentarlo otra vez hasta que vio que la siguiente sesión trataría sobre «Partos anormales». ¡De ninguna manera! No podía volver. Philomena estaba furiosa, y le acusó de no preocuparse por ella ni por su hijo. Llegó incluso a amenazarle con buscar un padre que se preocupara de verdad por su hijo. Andrew se sintió como un completo fracasado. Sus compañeros fueron muy duros con él. Antes incluso de que su hijo naciera, ya se había convertido en un mal padre.

Actualmente es común que el padre asista al parto. Esto no siempre es una buena idea y, en el caso de Andrew, era decididamente mala. Es importante que cada uno sea sincero sobre lo que cree que puede o no puede aguantar. El parto es importante, sí, pero en realidad solo es un día en tu vida. Si tu compañero tiene serias dudas sobre su capacidad para participar en esta experiencia, no lo denigres como padre. Si lo haces, podrías estar dañando tu relación y negándole al niño la posibilidad de estar cerca de él. Examina las diferentes posibilidades que tienes para resolver este problema. Anima a tu compañero a leer libros que le ayuden a comprender lo que siente (véase la lista de lecturas del final (lel libro). Considera la posibilidad de buscar consejo. Explora otras opciones para dar a luz. Si finalmente tu pareja decide no asistir al parto debes estar preparada para buscar ,tras alternativas: tal vez algún amigo u otro miembro de la familia te apoyarían con mayor firmeza. Recuerda tu compromiso de no ofuscarte con lo que tú esperas y deja abierta la puerta a otras posibilidades.

No te amoldes a las expectativas de otras personas por la presión. ¡Concéntrate en la imagen global!

Expectativas realistas

Gary

Gary esperaba con ilusión el momento de convertirse en padre. Había dejado el equipo de críquet con antelación para poder pasar más tiempo en casa con su compañera y su hijo. Asistió a todas las clases prenatales y estaba entusiasmado ante la idea de participar activamente en el parto. Cuando Sally, su compañera, se puso de parto, él estaba allí con las cintas de relajación y los aceites de aromaterapia, listo para cumplir con su papel en lo que tenía que ser una «experiencia compartida».

Como sucede con muchos partos, las cosas no salieron como se esperaba. Sally lo estaba pasando muy mal y todos los esfuerzos de Gary por intervenir en el proceso no hicieron más que incrementar su frustración. Ni música ni masaje ni aceites, solo frustración y dolor. Cuando Chloe nació, finalmente, dieciocho horas más tarde, Gary se sentía confuso y deprimido por la experiencia.

Sally pasó la primera semana tratando de amoldarse a la lactancia. Gary se había tomado una semana libre en el trabajo para disfrutar junto a su mujer de los primeros días de vida de su hija y se pasó la mayor parte del tiempo deambulando por los pasillos del hospital, aburrido y frustrado porque no parecía haber nada que él pudiera hacer. Una de las enfermeras sugirió que habría sido mejor tomarse libre la segunda semana, cuando la niña volviera a casa. Y eso hizo que se sintiera aún más frustrado: por lo visto, no había hecho una a derechas. Sally ya lo había preparado todo para la llegada de la niña y tenía la nevera llena de recipientes. Su madre iba cada día al hospital con ropa limpia. Las enfermeras lavaban y cambiaban al niño. No quedaba nada para él. Gary leía y releía todo el tiempo las mismas revistas.

Cuando volvieron a casa con la niña, Sally estaba cansada e irritable y nada de lo que Gary hacía le parecía bien. Cuando Gary acunaba a su hija, no dejaba de llorar, pero cuando la cogía su madre, se calmaba. Si surgía algún problema, la madre de Sally aparecía en escena con todo tipo de consejos útiles. Gary volvió al trabajo.

Durante los meses siguientes las cosas parecieron calmarse, y Sally empezó a disfrutar de su nuevo papel de madre. Llevaba bastante bien las tomas nocturnas, aunque a veces parecía cansada. Gary trataba de ayudarla haciendo la compra cuando volvía del trabajo y arreglando la casa por las tardes. Los fines de semana pasaba buena parte del tiempo poniendo lavadoras, para ponerse al día con la ropa sucia de la semana a fin de que Sally pudiera pasar más tiempo con la niña. Eso parecía ser de gran ayuda y, con el paso del tiempo, Gary acabó responsabilizándose de casi todas las tareas domésticas.

A Sally le encantaba hacer de madre y, gradualmente, Gary empezó a sentirse cada vez menos integrado en la vida de su mujer. La añoraba. Añoraba a sus compañeros del equipo de críquet, los entrenamientos y los partidos de los sábados por la tarde. Sally salía cada día a hacer cosas interesantes, se había incorporado a un grupo de madres y había vuelto a jugar al tenis. Chloe dormía durante muchas horas, y sin embargo, cuando él llegaba a casa, todo estaba desordenado. Gary empezaba a experimentar resentimiento.

Aunque la situación de Sally tal vez suene envidiable a primera vista —un marido que hace todo el trabajo mientras ella sale de visita—, su relación con su marido estaba seriamente amenazada. Sally había olvidado invitar a Gary a la experiencia de la paternidad, le había negado la oportunidad de convertirse en un padre para su hijo. También estaba amenazando su relación y las cosas no mejorarían a menos que hiciese algo por cambiarlas. ¿Por qué se había torcido todo tanto?

El magnánimo gesto de Gary de dejar el equipo de críquet fue tal vez el primer error. Mantener una vida equilibrada es importante tanto para el padre como para la madre. El críquet no solo le proporcionaba a Gary la oportunidad de hacer ejercicio regularmente, sino que era algo más: había hecho amigos en el equipo, y los entrenamientos y los partidos de los sábados le permitían realizar actividades con otros hombres. Hombres que también eran padres. Hombres que podían haberle dado el apoyo y la comprensión necesarios para hacer de sus primeros pasos en la paternidad una experiencia más positiva.

Los esfuerzos de Sally por tenerlo todo preparado para la llegada de la niña y el intento de su madre de «ayudar» agravaron el problema. Gary estaba realmente entusiasmado con la idea de participar, solo que no pudo encontrar ningún papel para él. Antes incluso de que naciera la niña, Sally ya había empezado a excluirlo.

Pedir permiso en el trabajo es una buena idea, pero no son muchos los hombres que pueden tomarse una semana de permiso cuando a ellos les conviene. Gary no sabía cuándo iba a llegar Chloe, y había pedido su semana mucho antes para asegurarse de que estaría con ella la primera semana. Solo el cuatro por ciento de los niños nacen en la fecha prevista.

De haber sabido lo frustrante que iba a ser, podía haber seguido trabajando y haberse tomado esa semana más adelante. Lo ideal es llegar a un acuerdo flexible con tu jefe. Es importante considerar las diferentes posibilidades tanto con la pareja como con el jefe. Concéntrate en la forma de sacar el mejor partido posible de tu tiempo. Una posibilidad sería tomarse una semana en el mes antes de que llegue el niño, pasar unos días fuera los dos juntos y tomároslo con calma. Esta podría ser una oportunidad única para relajaros, leer y estar juntos. Piensa en la mejor manera de aprovechar cualquier posible permiso que tengas. Trata de ser abierto con tus opciones, ya que no sabes cómo os sentiréis cuando el niño llegue.

De haber sido más positivo, Gary podría haber hecho de su experiencia en el hospital algo más gratificante. Podría haber participado más activamente en las tareas cotidianas de la guardería. A los bebés hay que bañarlos y cambiarlos. Podía haber sacado a su hija a pasear mientras Sally trataba de dormir un poco en el hospital. Podía haber utilizado esos momentos para aprender a relajarse con su hija. Gary permitió que lo excluyeran.

Aprender a identificar estos patrones lo antes posible, preferiblemente antes de que sucedan, es algo que va de la mano con el compromiso de mantener vuestra amistad como pareja a través de esta nueva experiencia. Asegúrate de establecer este compromiso y de comprobar que vais por el hilen camino. La buena comunicación es la clave de ello.

Te divertirás mucho más como madre si puedes compartir la experiencia con tu mejor amigo.

Muchas mujeres descubren que sus parejas necesitan que les den mucha confianza en los primeros días. Si bien es cierto que en el hospital tenemos enfermeras que nos enseñan a cambiar, bañar y alimentar a nuestros bebés, con frecuencia los padres se pierden esta valiosa experiencia. Por tanto, es comprensible que necesiten un poco de confianza para sentir que hacen lo correcto cuando intentan hacer algo. A los hombres que tienen la impresión de que su compañera sabe hacerlo todo les resulta difícil implicarse como padres.

Toni

Mi compañero no dejaba de preguntarme si cogía al niño de la forma correcta. Yo le decía que no sabía cuál era la forma correcta… No parecía que el niño estuviera incómodo y ambos estuvimos de acuerdo en que, si el niño se sentía bien, entonces es que seguramente estaba bien. Adoptamos este mismo enfoque con muchas cosas… lo cual significaba que yo no era la máxima autoridad ni estaba siempre comprobando que todo estaba bien (incluso cuando me encontraba el pañal que acababa de cambiar liado en el tobillo de nuestro hijo, procuraba morderme la lengua). Para mí era importante que los dos nos sintiéramos cómodos aprendiendo juntos a hacer de padres. Lo mejor de este enfoque fue aprender que hay diferentes formas de hacer las cosas, y mi compañero, un excelente organizador, utilizaba su imaginación y sus ideas para proponer cosas que funcionaban mucho mejor que si hubiera tratado de pensarlo yo todo sola. Busca las ideas y opiniones de tu compañero y podréis seguir la senda del aprendizaje juntos.

Igual que antes planeabais juntos las cosas, buena parte de la diversión está en aprender juntos a hacer de padres.

Compartir la experiencia

Cuidar a un bebé recién nacido puede ser una experiencia difícil y gratificante. Pero sería interesante considerar lo que significa realmente «cuidar a un bebé». Para muchos hombres significa coger al niño en brazos, darle de comer, jugar, hablar e incluso cambiar pañales cuando hace falta. Aunque resulte difícil creerlo, a estas alturas aún hay hombres que piensan que eso constituye «una justa contribución como padres». Para las mujeres, «ocuparse de un bebé» significa todo eso, además de todas las otras cosas que hacen normalmente para llevar la casa, por ejemplo, limpiar, lavar y tender la ropa, lavar y esterilizar biberones y comprar y preparar comidas. Para las parejas que han compartido estas tareas antes de tener hijos, este cambio de actitud puede ser devastador y provocar conflictos y sentimientos de decepción.

Stella

Mi marido se ofreció a ocuparse de nuestro hijo los sábados por la tarde para que yo pudiera volver a jugar al tenis. Yo estaba encantada de poder hacer algo de deporte y de salir de casa unas horas, y además, aquello permitiría que mi marido adquiriera confianza en el cuidado del niño. Me sentí menos encantada cuando, después de unas semanas, empezó a decirle a la gente que cuidar al niño «no tenía ningún secreto». De hecho, llegó al extremo de decir que no entendía qué hacía yo durante todo el día en casa. Y encima va y dice que él hasta había tenido tiempo de sentarse con los pies sobre la mesa y ponerse a leer el periódico. Pero ya me encargué de informarle de que, aunque había hecho una labor extraordinaria ocupándose del niño mientras yo estaba fuera, no se había ocupado de ninguna de las otras tareas de la casa: el fregadero estaba lleno de platos, los biberones que había utilizado estaban sucios y pedía que trajeran las cenas de fuera.

Querido papá…

Durante su adaptación a su nuevo papel de madre habrá ocasiones en las que tu pareja se sienta deprimida. Debes aprender a reconocer las miles de razones por las que una madre puede mostrarse especialmente sensible. Leer este libro, sobre todo los capítulos dedicados al sueño, la transición a la maternidad y la forma de controlar el agotamiento psíquico, te dará algunas ideas sobre el porqué de este trastorno. ¿Cómo puedes ayudar? Si no estás seguro de lo que puedes hacer para ayudar, pregunta y escucha. A veces, el simple hecho de coger al niño y llevarlo a dar un paseo para que tu pareja tenga un poco de tiempo de descanso puede suponer una gran diferencia.

Hacerse cargo de una tarea particularmente desagradable, como aclarar pañales sucios o arreglar una habitación muy desordenada, será suficiente para frenar la marea de una situación estresante y romper lo que podría convertirse en un ciclo negativo. Hay que intuir esos momentos (o semanas) en los que, por los motivos que sean, el nivel de estrés aumenta y descubrir lo que podría ayudar a aliviar la situación en ese momento. Tal vez baste con que escuches sin hacer ningún tipo de comentario o sugerencia, o con que le digas a tI pareja que crees que está haciendo una labor fantástica y no la critiques cuando la casa esté hecha un lio. Prepara una comida, busca una canguro para que podáis salir una noche, salgan juntos a dar un paseo o hacegan el amor. Apóyala en las decisiones que tome sobre la Iorma de criar a vuestro hijo, incluso frente ala oposición de unos. Recuerda que muchas veces no tienes por qué hacer nada, el solo hecho de escuchar es una forma eficaz de dar apoyo.

Es fundamental que comprendas por qué es tan importante que las mujeres que acaban de dar a luz se cuiden física y emocionalmente. El bienestar de la familia entera depende en buena medida de la salud y la felicidad del miembro sobre el que recae más peso. Tu compañera va a necesitar una buena dosis de apoyo para asumir este importante y absorbente papel, y le será mucho más fácil si se siente bien física y mentalmente. La clave está en que disfrute del tiempo que pasa contigo y con vuestro hijo.

Hacer el amor

La mayoría de las relaciones pasan por períodos en los que se hace el amor con mayor frecuencia. Hacer el amor forma parte del delicado equilibrio de una relación, y los factores que lo afectan varían de una relación a otra. Tener un hijo puede ser un factor determinante en la alteración de este equilibrio.

Para la mayoría de las mujeres, hacer el amor no es un acto por sí solo, sino algo que forma parte de la relación. El hecho de que la mujer se sienta cansada, preocupada por el niño, incómoda físicamente y cohibida por los cambios físicos que se han producido en su cuerpo determinará en qué forma y momento estará preparada para volver a disfrutar del sexo después de tener un hijo. Hay mujeres que apenas pueden esperar para volver a hacer el amor, mientras que otras se sienten cohibidas y tienen miedo de lo que van a sentir. Algunas mujeres se sienten incómodas mientras dan el pecho al niño: temen perder leche o el dolor que pueda provocarles la presión sobre los pechos. Otras sienten de modo inconsciente que su cuerpo pertenece al niño durante ese período, y las hay incluso que encuentran un gran erotismo en la diferente forma y sensibilidad de sus pechos.

Son muchas las mujeres que se sienten felices por haber llegado al final del embarazo y poder librarse al fin de las limitaciones que este imponía a la actividad sexual. La libertad de movimiento y volver a sentirse cómoda físicamente puede ser un poderoso afrodisíaco, y llevar a todo tipo de nuevas experiencias y diversiones.

Algunos hombres tienen dificultades para asimilar los cambios físicos que han sufrido sus compañeras. Tómate tu tiempo para acostumbrarte a estos cambios y explora nuevas formas de intimidad y acercamiento. Si el parto ha sido particularmente difícil, es frecuente que el hombre tema hacer daño a la mujer. Ten presente que estas reacciones son normales, así que busca estrategias para controlarlas y habla sobre ellas con tu compañera. Hay muchos buenos libros para nuevos padres que abordan estas cuestiones.

Para una minoría de parejas, el sexo ya no volverá a ser lo mismo. Si le preocupa esa posibilidad, tal vez le ayude acudir a un psicólogo. La paciencia y la comprensión ayudarán a la mayoría a encontrar gradualmente nuevos patrones sin apenas ayuda exterior.

Visión de futuro

Si, como pareja, se forman una imagen de lo que quieren ser como familia, les resultará más fácil tomar decisiones y establecer prioridades para el futuro. Empiecen aclarando lo que creen que los hará ser unos buenos padres. Acepten la idea de que no hay una forma correcta o incorrecta de ejercer la paternidad. Piensen en lo diferente que es la experiencia ornparada con la que tuvieron nuestros padres, y las oportunidades que tenemos ahora. Aferrense siempre a su sentido del humor. Vivan el día a día. Reconozcan y acepten el desafío de desarrollar su propia forma de paternidad y juntos embarquence en el que quizá se convierta en el viaje más gratificante de sus vidas.




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