Los cuidados de un niño cuando somos madres

En los tiempos de nuestros padres, cuidar del niño equivalía casi siempre a dejarlo bajo el cuidado de la abuela, pero actualmente, son muchas las abuelas que trabajan, practican deportes, viajan y hacen lo que les gusta. ¡Bien por ellas! Mientras que algunas mujeres tienen la suerte de tener quien se ocupe de sus hijos, muchas tenemos que acudir a servicios pagados si queremos reincorporamos al trabajo.

Seguramente una de las cuestiones más problemáticas para las mujeres de nuestra generación es cuándo, cómo y dónde buscar a alguien que se ocupe de nuestros hijos. Hay algunos libros interesantes sobre el tema y no pretendemos entrar en las diferentes opciones o discutir los pros y los contras de cada una de ellas. Pero de acuerdo con nuestra filosofía general de disfrutar al máximo de la maternidad, la clave está en que busques lo que sea mejor según tus circunstancias. Ni decir que debes iniciar la búsqueda con una mentalidad abierta y no sentirte culpable por no pasar veinticuatro horas al día siete días a la semana con tu pequeño.

Habla con otros padres y averigua qué opciones tienes. Explora las diferentes alternativas, incluyendo:

  • Servicios de guardería de las empresas (una opción cada vez al alcance de más mujeres).
  • Montar tu propia cooperativa de servicio de guardería.
  • Alguien que cuide a tu hijo en casa.
  • Programas para que alguien de la familia se ocupe de tu hijo durante el día.
  • Guarderías privadas.
  • Guarderías municipales.
  • Niñeras.

Si investigas las diferentes opciones, seguramente te quedará más claro qué es lo que buscas. Habla con otras madres, sobre todo si sus hijos ya son algo mayores, y pregunta qué han hecho ellas. Decide si quieres que alguien venga a tu casa o si prefieres llevar al niño a otro sitio e irlo a recoger después. Quizá te convenga una combinación de ambas cosas, o necesites diferentes planes de apoyo.

Los centros públicos deben cumplir ciertos requisitos por ley, pero nunca está de más preguntar cuáles son sus criterios en lo referente a:

  • Proporción de personal con respecto al número de niños.
  • Costes: si existe la posibilidad de recibir alguna ayuda económica.
  • Política con niños enfermos
  • Politica sobre la nea sidad de pagar para que te reserven la plaza si estás de vacaciones
  • Disponibilidad a lo largo del año (algunos centros cierran en vacaciones).
  • Política y/o penalizaciones por llegar tarde a recoger a los niños.
  • Política sobre vacunas (si no tienes intención de vacunar a tu hijo, es posible que no lo admitan).
  • Programas, actividades y estímulos que proporcionan.
  • Preparación de comidas si es necesario.
  • Edades de los niños que se admiten en el centro.
  • Comodidades (incluyendo cucos/camas).
  • Posibilidad de dejar al niño más horas si fuera necesario.

Tal vez te interese darte una vuelta por el centro, ver qué atmósfera se respira, conocer al personal y comprobar si los padres son bien recibidos si se presentan sin avisar. Si es posible, habla con algunos padres que lleven a sus hijos a ese centro y escucha sus opiniones. Su proximidad respecto de tu lugar de trabajo también es importante, así como las horas que pasarás trabajando.

Toni

El mejor consejo que se me ocurre sobre el tema del cuidado de tu hijo es que busques una madre mayor que tú, alguien que haya tenido sus propios hijos y pueda ayudarte a conocer los trucos de este papel.

Busca alguien con sentido del humor, con una imagen positiva de la cosas y con mucho sentido común. Nuestro hijo pasa dos días a la semana con Kath, a quien conocí a través de una compañera de trabajo. Kath tiene dos hijos adolescentes y le encantan los niños. Dejo a Harvey en su casa de camino al trabajo y paso a recogerlo cuando salgo. Kath sabe cantar y toca el piano, cosa que yo no hago. Le ha enseñado a Harvey todo tipo de juegos y canciones, y es evidente que el niño disfruta en su compañía. A veces se van de caza por las tiendas de ocasión en busca de juguetes o ropa de segunda mano. Y a Harvey le encanta la atención que recibe de los hijos de Kath y sus amigos cuando vuelven de la escuela o cuando están de vacaciones. Además, resulta que Kath es enfermera, así que al fin he aprendido a ver la diferencia entre un resfriado y una bronquitis. Para mí es un alivio poder hablar con ella si tengo alguna duda, y, además, me resulta tranquilizador, ya que si ella dice que estoy haciendo un buen trabajo es señal de que no lo estoy haciendo tan mal.

Maureen es la madre de una amiga mía, y viene a casa un día a la semana para cuidar de Harvey. Tiene un gran sentido del humor y lo lleva al parque por la mañana. Har-vey la llama Mutty, y está muy encariñado con ella. Maureen le ha enseñado muchas cosas a mi hijo, y a mí también, de paso, y me ha prometido ayudarnos en nuestros primeros pasos para que Harvey aprenda a usar el retrete. Además, si alguna noche nos apetece salir, ella nos hace de canguro, lo cual es un alivio, ya que así sales sabiendo que dejas a tu hijo con alguien en quien confías. Al estar en nuestra casa, ella ve peligros en los que nosotros no habíamos reparado, y siempre tiene buenas ideas para divertirnos y dar un aspecto nuevo a las cosas. Maureen ha enviudado recientemente, y creo que disfruta mucho con la compañía de Harvey. May, una amiga suya, la sustituye algunas veces, y es el alma de la fiesta. Tiene estupendas teorías sobre la educación de los niños y siempre encuentro en ella ánimo y buenas propuestas.

Estas mujeres han aportado nuevas ideas a nuestras vidas. Me han dado la confianza suficiente para saber que lo estoy haciendo bien… incluso aunque a veces me parezca que lo estoy liando todo. Ellas conocen la diferencia entre una rozadura y una afta. Se dan cuenta de las cosas, como cuando empieza a salir un diente, y siempre tienen buenos consejos cuando nuestro hijo se pone enfermo. Todas ellas han aportado una dimensión nueva y positiva a mi primera experiencia como madre.

Las capacidades necesarias para hacer de madre no son algo innato. No llegas a casa y de pronto sabes lo que tienes que hacer y por qué. Actualmente, ya no vivimos en grandes grupos familiares, con tías y abuelas que nos enseñan lo que tenemos que hacer. En algunos casos, incluso tenemos lejos a nuestras madres. Encontrar a personas que te ayuden a aprender todas estas cosas puede ser fundamental y aportará una nueva perspectiva a tu vida y a la de tu hijo.

Si vas a entrevistar a posibles canguros, sería bueno que lo hicieras en el lugar donde después se tendrá que ocupar de tu hijo. Tendrías que preguntarle sobre las mismas cosas que preguntarías si llevases a tu hijo a un centro. Además, si esa persona va a ser una parte importante de la vida de tu hijo, debes averiguar cuáles son sus valores, su concepto de la disciplina, su capacidad para enfrentarse a situaciones de emergencia, sus ideas sobre la diversión y la estimulación, la seguridad y la higiene. Comprobar las referencias puede ser una buena forma de confirmar tu opinión o de aclarar cualquier duda que pueda quedarte. Procura hacer preguntas muy concretas a las personas de las referencias.

Barb

Empecé a trabajar un poco cuando mi hijo tenía unas semanas, así que necesitaba a alguien en quien pudiera confiar plenamente. No podía dejarlo en una guardería, quería a alguien que estuviera solo por él. Puse un anuncio en el periódico local y respondieron más de setenta personas. Mi marido sugirió que buscase a alguien que se amoldase exac-tamente a lo que yo quería, que trabajara las horas que a mí me iba bien y que tuviera cierta disponibilidad por si la necesitaba en otras ocasiones. Tenía razón, y encontré algunas mujeres estupendas y a una pareja que veían el cuidado de los niños como algo muy importante y que disponían de cierta flexibilidad con los horarios. Entrevisté a mucha gente por teléfono, y dediqué más tiempo a aquellos que, en mi opinión, contaban con más posibilidades. Después de pasar horas al teléfono, tenía a varias mujeres y a una pareja como candidatos. Podía haber acudido a una agencia, pero confiaba más en mi juicio.




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