Los obstáculos del tratamiento reumático

En general, los médicos jóvenes hacen los posible para curar a sus pecientes. Pero a medida que va teniendo más y más experiencia con la naturaleza humana, va cambiando su escala de valores y llega un momento en que la mayor satisfacción la obtiene con la solución del problema diagnóstico, quedando un poco apagada, desvanecida o postergada la esperanza en el éxito terapéutico.

Esto no quiere decir que un buen médico no tenga el mayor interés en curar o en hacer todo lo que humana y cíentíficamente se pueda hacer por aliviar, ayudar o reparar todo el mal que las enfermedades reumáticas producen. Pero no es necesario que sea muy veterano en la profesión para que pueda recoger de aquí y de allá una serie de información respecto a los insalvables obstáculos que existen en su buen quehacer profesional y en la gran cantidad de dificultades que hay que vencer para poderlo lograr, hasta el extremo de convertir el ejercicio correcto de la medicina en una tarea difícil o imposible.

Por qué suceden las cosas así es fruto de los tiempos y circunstancias. Con raras excepciones el diagnóstico depende fundamentalmente del interés, ingenio y experiencia del médico, al hacer una historia clínica que tenga algún significado sugerente, al hacer un examen médico cabal para descubrir alteraciones orientadoras y en la selección de los medios complementarios para confirmar el diagnóstico sin ningún género de dudas. oero entonces empiezan las dificultades.

La información que el médico debe transmitir al enfermo, respecto a la clase de enfermedad que padece, el programa terapéutico que necesita y las perspectivas futuras de su evolución, es indudablemente un deber profesional pero es una de las tareas más ingratas del acto médico. Por primera providencia hay que confesar que aunque el lenguaje de médicos y enfermos es diferente, no hay problema en decir el nombre de la enfermedad, explicar bien el tratamiento, hablar un poco de las posibilidades evolutivas y rogarle que compruebe, si aparece, alguna manifestación diferente.

Es cierto que antes de llegar aquí puede haber interferencias que lo hacen difícil o imposible, dejando aparte las dificultades que oponen los mismos enfermos cuando relatan historias incoherentes, hablan de lo secundario y no de lo fundamental, tienen actitudes curiosas que hacen la exploración corriente, difícíl o imposible, o se niegan a permitir que se les practique una curva de glucemia, una artrografía o una biopsia y el estudio del enfermo queda sin terminar.

Pero lo que no tiene vuelta de hoja es que las dificultades empiezan cuando se inicia la planificación del tratamiento. El enfermo puede demostrar los primeros signos de rechazo al manifestar «que una amiga suya que tomaba una medicina igual se murió del estómago», «que ella es muy sensible y no sabe si podrá soportar tantos comprimidos tanto tiempo», «si no sería mejor ir a un balneario que ella cree que es lo que necesita», «si aquello es un tratamiento para curar o si sólo son medicamentos calmantes», «si el médico le puede garantizar que tomando aquello se pondrá bien».

Después empiezan a surgir las opiniones de la gente. He aquí algunas de las recomendaciones procedentes de amigos y vecinos:

  • Los médicos no saben nada del reuma.
  • Estás tirando tu dinero en médicos.
  • Las medicinas no hacen más que intoxicar.
  • Estás perdiendo el tiempo estúpidamente.
  • El reumatismo no tiene cura.
  • Los dolores reumáticos son una maldición.
  • El tratamiento tuyo es demasiado complicado.
  • Si quieres curarte el reuma vas a Lourdes.

El médico de la enferma también opona algunas veces con motivos ocultos:

  • Este tratamiento es demasiado fuerte.
  • Si toma esto tendrá una úlcera de estómago.
  • Este médico no pertenece al seguro.
  • Esto que tiene no hay nadie que lo cure.
  • Haga lo que haga acabará inválida.
  • La cortisona es un veneno fatal.
  • Es inútil que tome ningún tratamiento.
  • Yo también soy médico y le digo que no.
  • No puedo hacer nada por ayudarle.
  • Lo que tiene que hacer es resignarse.

La Asociación Americana de Reumatismo ha recopilado una lista demasiado larga de dificultades existentes en la atención médica del enfermo reumático:

La enseñanza de la medicina presta poca atención a las enfermedades reumáticas.

  • La asistencia hospitalaria es unas veces imposible y otras difícil y siempre cara.
  • La permisividad o tolerancia en la competencia desleal de los medios fraudulentos.
  • Los criterios sostenidos por los políticos que no se dejan asesorar por la profesión médica.
  • Los fondos destinados a la investigación que son mínimos, insuficientes e irregulares.
  • Las dificultades burocráticas que impiden la aplicación del tratamiento más eficaz.
  • Los impedimentos que sufren los médicos para atender, examinar y tratar a los enfermos.
  • Los anuncios que estimulan el uso de calmantes en el tratamiento del reumatismo.
  • Los editores de libros, revistas y periódicos que acogen publicidad fraudulenta, peligrosa y  fatal.
  • La radio y televisión que tolera y promueve la difusión de noticias médicas por periodistas legos.
  • Las compañías de seguros que gravan y tratan a los enfermos reumáticos sin discriminación.
  • A todos los medios de comunicación que propagan noticias médicas por interés comercial.
  • Al mismo reumático, que siendo víctima de tantos depredadores no hace nada por evitarlo.
  • A los familiares y vecinos carentes de sentido común propensos al consejo ignorante.
  • A los médicos que tratan a estos enfermos sin tener la menor idea de lo que hacen.
  • A los médicos que tratan a estos enfermos sabiendo que lo que hacen es inútil o perjudicial.
  • A los médicos que utilizan remedios novedosos para explotación del papanatismo popular.

Esto se traduce en la práctica médica de muchas maneras que si perjudican siempre al enfermo, atentan también contra la profesionalidad, competencia y responsabilidad de médicos ilustres, honestos y sensatos, cuando tienen que dedicar su valioso tiempo a disipar las dudas que las injerencias extrañas han sembrado sobre el propio enfermo.

Aunque esta polución de la relación médico enfermo proceda de gente sin cultura, sin prudencia o sin escrúpulos es lamentable porque indica que algo está mal. Pero cuando procede de autoridades sanitarias, instituciones aseguradoras o gente profesional, indica que algo está peor.




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