Tratamientos contra el cáncer a la próstata

En general, el efecto de estos tratamientos sobre el tumor es el mismo; hay que escogerlo teniendo en cuenta su administración y los posibles efectos secundarios. En el caso de que no se adapte a un paciente, siempre existe la posibilidad de cambiarlo.
El enfermo es quien escogerá el tratamiento que desea seguir, y por ello debe disponer de toda la información necesaria para tomar una buena decisión.
Puede optar por los siguientes métodos:
- Una intervención quirúrgica que elimina el problema y evita tener que preocuparse más por seguir otro tratamiento.
- Una inyección al mes o cada tres meses.
- Pastillas.
El tratamiento hormonal o de fármacos sólo surte efecto mientras se toman las pastillas, por eso hay que seguirlos de modo indefinido.
Cirugía e inyecciones
La operación más habitual para reducir los niveles de hormonas masculinas se llama orquiectomía subcapsular. Consiste en realizar una pequeña incisión en cada uno de los testículos y extirpar el tejido activo para que no produzca testosterona. De vez en cuando se extirpa todo el testículo. El tratamiento con inyecciones se basa en un fármaco llamado análogo de la hormona liberadora de gonadotropina como por ejemplo la goserelina (Zoladex), leuprorelina (Procrin) o la triptorelina (Decapeptyl).
Esta intervención quirúrgica consiste en la extirpación total de la glándula prostática y las vesículas seminales, para reconectar la uretra a la vejiga. Solo se realiza en pacientes jóvenes.
Estas inyecciones impiden que los testículos produzcan testosterona y causan unos efectos muy parecidos a los de la intervención quirúrgica. La goserelina y la leuprorelina se pueden administrar en inyección cada tres meses. Un medicamento parecido, llamado buserelina (Suprecur), se puede esnifar, aunque no se usa mucho en el tratamiento del cáncer de próstata.
Tanto la intervención quirúrgica como las inyecciones disminuyen el nivel de hormonas y la mayoría de hombres nota una mengua en el deseo de mantener relaciones sexuales y en la capacidad para tener una erección. No siempre se dan estos problemas, y si el afectado no advierte estos cambios no debe preocuparse de que el tratamiento no sea efectivo, sino considerarse un afortunado.
Los sofocos, parecidos a los que sufren las mujeres tras la menopausia, constituyen otro problema. Provocan una sensación de calor o sudoración. Aunque son bastante habituales, la mayoría de hombres sólo sufre estos efectos secundarios de forma leve y remiten con el tiempo. Si se producen con frecuencia, es posible iniciar un tratamiento específico. Es importante tener en cuenta que son un efecto secundario del tratamiento y no un síntoma del crecimiento del tumor, como creen muchos hombres.
La intervención quirúrgica reduce el tamaño de los testículos, al igual que las inyecciones. Por tradición, estos órganos se han considerado símbolo de la masculinidad, y es normal sentir que el tratamiento supone una especie de «castración». Sin embargo, la mayoría de hombres que padecen un cáncer avanzádo se siente tan bien cuando el tratamiento empieza a dar resultados que ese tema no les preocupa mucho.
Pastillas
El enfermo también puede optar por seguir un tratamiento con pastillas. Si desea evitar la pérdida de actividad sexual, existe un tipo de fármacos llamados antiandrógenos que impiden la acción de la testosterona sobre el tumor sin reducir su nivel en la sangre. Actualmente se puede tomar flutamida (Eulexin) y nilutamida (Anandrone). Por desgracia tienen muchos efectos secundarios, como por ejemplo los trastornos gastrointestinales. Hay un medicamento llamado bicalutamida (Casodex), que causa menos efectos secundarios pero que en la actualidad sólo es posiblee usar con otros medicamentos.
También se administra otro fármaco llamado ciproterona (Androcur). Aparte de reducir los efectos de la testosterona sobre la próstata, ya que se asemeja a un tipo de hormona femenina, también reduce los niveles generales de esta hormona masculina. Hasta hace poco había que tomar seis pastillas al día, pero en la actualidad basta con una.
Casi nunca causa daños al hígado y, al igual que todos estos tratamientos, debe supervisarlo un médico.
Antes se usaban mucho algunas hormonas estrógenas femeninas, como el estilbestrol, para tratar el cáncer de próstata. Sin embargo, causaba hinchazón de las mamas y, lo que es más importante, afectaba al corazón. Aunque las hormonas femeninas se pueden usar sin problemas en dosis pequeñas, la mayoría de hombres que siguen un tratamiento de pastillas también toma un medicamento de otro tipo.
Existen otros tratamientos hormonales más modernos y probablemente aparezcan otros mejores, pero los que hemos mencionado son hoy los más habituales.
Se ha descubierto que es posible reducir más las hormonas masculinas usando una combinación de fármacos. Esto se debe a que las glándulas suprarrenales también segregan hormonas masculinas y no les afecta la orquiectomía o los análogos de la hormona liberadora de gonadotropina, pero los especialistas todavía no se han puesto de acuerdo sobre si este tratamiento mejora de verdad los resultados. Existen pruebas que dan un resultado positivo, como mínimo en alguna circunstancia, y ya se administra a algunos enfermos. Por desgracia, el tratamiento es complicado y puede causar más efectos secundarios.
Otros tratamientos
Si el cáncer se ha extendido a los huesos y provoca dolor, la radioterapia puede dar buenos resultados y surte un efecto rápido. Normalmente se dan unas diez sesiones y no es necesario hospitalizar al enfermo. No acostumbra haber problemas, pero según dónde esté la zona afectada puede provocar leves trastornos gástricos.
Existe un método para aplicar la radioterapia a un hueso, que emplea una sustancia llamada estroncio-89. Se selecciona la parte del hueso afectada y se aplica una radiación muy intensa, pero segura y localizada. No es necesario hospitalizar al enfermo, y se administra por medio de una inyección; se trata de un método sencillo, aunque durante uno o dos días hay que tomar algunas precauciones a causa de la radiación.
El estroncio-90 era el elemento responsable de toda la preocupación acerca de la lluvia radiactiva, pero el estroncio-89 es por completo distinto y no presenta esos efectos nocivos.
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