Ponerse en forma durante la maternidad

Es posible que la maternidad nos permita, por primera vez en nuestra vida, no estar siempre pendientes del trabajo. Además de ser una época emocionante y llena de desafíos, ofrece la posibilidad de probar nuevas actividades y formas de vida.

Siempre se habla de las exigencias físicas y emocionales que la maternidad impone a la mujer. Uno de los secretos más importantes para llegar a disfrutar realmente de esta etapa radica en tener la suficiente energía no solo para hacer todo lo que tenemos que hacer, sino también lo que queremos hacer. La clave está en mantener un buen nivel de forma física.

Muchas personas tienen una idea muy negativa sobre lo que implica ponerse en forma. Nuestras experiencias pasadas quizá nos hayan inducido a pensar que eso solo se consigue con muchísimo esfuerzo. Durante el embarazo nuestra forma física se resiente y, en medio de las increíbles demandas que nos impone la maternidad, la idea de volver a ponernos en forma puede resultar desalentadora. Además, el hecho de hacer del ejercicio una prioridad choca muchas veces con la idea que tienen muchas madres: sus necesidades deben estar siempre en último lugar. Ahora que te has convertido en madre, es el momento ideal para que te replantees estas ideas y aprendas a divertirte al tiempo que te mantienes en forma.

Si te organizas un poco, puedes divertirte, mantenerte en forma y compartir con tu hijo una serie de actividades que los estimularán a los dos. Y lo más importante, es un rato de actividad productiva que compartirás con él.

¿Qué significa estar en forma?

Estar en forma significa tener la energía necesaria para hacer todas las cosas que queremos hacer. Es nuestro nivel de forma física lo que determina nuestra capacidad para realizar diferentes tareas sin fatigarnos excesivamente, sin hacernos daño o sin sentirnos mal. ¡Estar en forma quiere decir tener hilen aspecto y sentirse bien!

Sin embargo, cada persona tiene sus propias ideas sobre lo que eso significa, unas ideas que con frecuencia están condicionadas por el recuerdo de nuestras experiencias pasadas.

¿Por qué mantenerse en forma?

Las personas que están en forma tienen que esforzarse menos cuando llevan a cabo acciones cotidianas, como subir escaleras o cargar con la compra. Todas sabemos que las personas con un buen nivel de forma física controlan mejor su peso, viven más, son menos propensas a la enfermedad y parecen llevar mejor el estrés emocional. ¡ También suelen tener un físico mucho más atractivo!

Piensa en la época en que has estado mejor físicamente. ¿Recuerdas cómo te sentías? ¿Hacías cosas que ahora no puedes hacer? ¿Qué aspecto tenías?

Otro de los buenos argumentos para hacer ejercicio regularmente lo tenemos en las endorfinas. Las hormonas que liberas a la corriente sanguínea cuando haces ejercicio hacen que te sientas bien. Una inyección regular de endorfinas contribuirá poderosamente a que te mantengas sana y feliz y puede cambiar mucho tu aspecto y la forma en que te ves a ti misma.

Los componentes de la forma física

Son tres los componentes que determinan nuestra forma física:

  • La salud cardiovascular o ejercicio aeróbico.
  • La flexibilidad.
  • La fuerza.

Ejercicio cardiovascular

El primer factor decisivo a la hora de estar en forma es nuestra salud cardiovascular. Para mantenernos sanas en ese aspecto debemos ejercitar nuestro corazón para que pueda disponer de la energía aeróbica que necesita para permitir que sigamos moviéndonos sin sentirnos cansadas. Este tipo de ejercicio también es el responsable de la quema de grasas.

El corazón es un músculo y, como cualquier otro músculo del cuerpo, debe ejercitarse regularmente para que funcione a un nivel óptimo. Cuanto más sano esté tu corazón, menos energía tendrás que consumir para que funcione. Para mejorar su rendimiento y el metabolismo de las grasas, solo hay que hacer que lata más deprisa durante un mayor período de tiempo. Todas sabemos que caminar y hacer footing son dos buenas formas de ejercicio aeróbico para el corazón, pero hay muchas otras formas que nos harán sudar menos.

Flexibilidad

El segundo elemento para estar en forma es la flexibilidad. Es decir, debemos asegurarnos de que nuestros músculos y articulaciones estén sanos y nos permitan realizar diversos movimientos sin dolor o sin lesionarnos. Para mantener la diferente gama de movimientos en las articulaciones y músculos, lo ideal son los estiramientos y el movimiento en general. Piensa en lo flexibles que son los bebés. ¿Alguna vez en tu vida has sido capaz de chuparte los dedos de los pies?

La inactividad y los hábitos erróneos en nuestras postu-ras nos hacen perder flexibilidad, y lo único que puede ayudarnos a recuperar y mantener la agilidad con el paso de los años es el movimiento. ¿Te has fijado alguna vez en la cantidad de ancianos que caminan encorvados y tienen dificultad para moverse? En la mayoría de los casos, esto podría haberse evitado si hubieran ejercitado los músculos y hubieran mantenido la flexibilidad de las articulaciones. En los próximos capítulos trataremos sobre diversas actividades que te permitirán mejorar tu flexibilidad. Pruébalas y no tardarás en apreciar los beneficios de sentirte más a gusto con tu cuerpo. Dedica un tiempo a contemplar a tus hijos, sobre todo en la bañera: ¡tú también fuiste así de flexible en otro tiempo!

Fuerza

El tercer factor que determina la forma física es la fuerza, o sea, que tengamos huesos y músculos lo bastante fuertes para poder realizar diferentes tareas sin consumir una ener-gía excesiva y evitando tirones y lesiones. Llevar al niño en brazos, coger la cesta con la colada, levantar el cuco una y otra vez… todo esto son cosas que requieren fuerza y coordinación muscular. Para aumentar tu fuerza tienes que im-poner una resistencia a tus músculos, y eso se consigue —sí, lo has adivinado— con actividad física.

A veces, algo tan simple como coger de modo incorrecto a un niño que no deja de moverse puede suponer una carga excesiva para la zona lumbar y provocar una lesión. Según las estadísticas, ocho de cada diez personas sufrirán algún tipo de lesión en la espalda a lo largo de su vida. Imagina lo que sería intentar disfrutar de tu papel como madre con dolor de espalda. Piensa en todas las cosas que harías con dificultad, como coger y llevar al bebé en brazos, entrar y salir del coche, hacer las tareas domésticas, la compra, hacer el amor con tu marido. Definitivamente, este no es el momento más oportuno para lesionarse.

Es fundamental que inviertas algo de tiempo y energía para asegurarte de que tus músculos son lo bastante fuertes para hacer todo lo que quieres y tienes que hacer. Además, debes recordar que la fuerza de los músculos que soportan nuestra columna, la postura y la técnica que empleamos para agachamos desempeñan un papel importantísimo en la prevención de lesiones. Si no tienes mucha idea sobre la forma más correcta de agacharse —flexionar las rodillas y utilizar los músculos del estómago—, habla con el traumatólogo, ya que este puede enseñarte la mejor forma de evitarte lesiones a ti y a tu hijo.

Mantenerse fuerte tiene sus ventajas y se puede lograr fácilmente con toda clase de actividades. Una vez que em-pieces a participar en actividades que fortalezcan tus músculos, comprobarás que lo que antes te exigía un gran esfuerzo se ha convertido en algo mucho más manejable.

Cuando tu hijo empiece a crecer y a moverse de un lado a otro, será aún más importante que estés fuerte y utilices técnicas adecuadas para agacharte y coger cosas. Tener que llevar a un niño muy movido en brazos puede ser una auténtica lata. Si a su peso añadimos el del bolso, el de la bolsa con los pañales y las llaves del coche… ¡Estarás en un serio aprieto! No te costará mucho incluir algunos ejercicios fortalecedores en tu programa diario de gimnasia.




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