Prevenir las deformidades de las enfermedades reumáticas

El médico sabe cuáles son las enfermedades reumáticas que pueden producir alguna incapacidad y trata de anticiparse para que no se desarrollen, aconsejando ciertas medidas preventivas. Las articulaciones inflamadas presentan al principio dolor, tumefacción, calor y derrame; algunas enfermedades producen también enrojecimiento y esto se observa sólo en las articulaciones superficiales, como dedos, muñecas, codos, rodillas y pies, porque en las articulaciones profundas, como las caderas o las ingles, sólo pro.ducen dolor y limitación de la amplitud de movimientos.

Así, todas las articulaciones inflamadas presentan dolor y limitación de todos los movimientos, por lo que durante los períodos de descanso permanecen en ligera flexión, o sea, un poco dobladas. Entonces, cuando desea moverlas, descubre que están entumecidas, un poco rígidas y también dolorosas. Esto produce grandes dificultades a la hora de lavarse, asearse, vestirse, andar, comer, escribir, etc., a causa del dolor articular, rigidez muscular y posteriormente por la misma inflamación que produce el errame y por las adherencias que aparecen.

Con el curso del tiempo, la repetición de estos brotes o ataques de reumatismo inflamatorio puede originar unas cicatrices alrededor de la articulación así como en los tendones inflamados, que ya producen una limitación intensa de los movimientos que persiste después de mejorar la inflamación. Incluso la cicatriz puede transformarse en hueso y formar una sola pieza juntándose los dos huesos que se deslizan en una articulación y así se produce la anquilosis.

Entonces, las articulaciones afectadas ya están soldadas en mala postura, concretamente en flexión, porque los músculos flexores son más potentes que los extensores y durante todo el proceso ha sido la fuerza dominante.

Así, pues, las deformidades en flexión se producen en las artritis crónicas por la inflamación articular, que provoca dolor, por la rigidez muscular, que trata de inmovilizarlas, por la retracción o acortamiento de ligamentos, músculos y tendones y por el desarrollo de una cicatriz fibrosa que puede transformarse en hueso o no y producir una rigidez total en flexión que constituyen deformidades muy invalidantes.

A lo largo de los años que preceden a la producción de la anquilosis, el enfermo también «busca» las posiciones en flexión durante los brotes de inflamación, porque ésta es la posición en que la articulación inflamada le duele menos. Por ello, suele ponerse una almohada para apoyar en ella las corvas de las rodillas, cuando está en la cama, que de momento le alivia, pero después le produce deformidades que pueden llegar a ser irreductibles. Pero esto sucede sólo en determinados tipos de artritis, mientras que en otras no sucede jamás y el enfermo puede descansar en la postura que le resulte más cómoda.

Aliviar el dolor constituye un capítulo muy importante en la prevención de las deformidades. La clásica aspirina continúa siendo utilizada en algunas enfermedades reumáticas como el medicamento más eficaz y, si el médico lo recomienda y él sabe lo que se hace, no la rechace por ser un medicamento antiguo, porque no es un medicamento anticuado. Además, es más barato que los demás. Pero la observación del enfermo es importante para administrarle los comprimidos con la mayor eficacia. Hay otros compuestos de aspirina destinados a mejorar su tolerancia y hay gran número de «antirreumáticos» a disposición del médico.

Comúnmente se administra la primera dosis por la mañana, antes de que el enfermo empiece a moverse y se suele continuar a lo largo del día distribuyendo la dosis a intervalos regulares. Es una buena práctica administrar estos medicamentos con el estómago lleno. Ultimamente hay preparados que simplifican mucho su administración, porque basta dar uno o dos comprimidos al día (uno cada veinticuatro o cada doce horas) para proteger al enfermo del dolor día y noche. En todo caso, es importante saber que sólo se debe utilizar un medicamento del grupo y si el enfermo necesita más, debe consultarse con el médico.

El calor suave también es muy eficaz en el tratamiento del dolor y su aplicación debe hacerse de acuerdo con las normas referidas por el médico. La almohadilla eléctrica es una fuente de calor muy útil si se aplica a baja intensidad, para evitar quemaduras, si el enfermo se duerme y permanece más de media hora. También son útiles las botellas de agua caliente, envueltas en toallas y bien tapadas, para evitar que el agua se derrame.

Incluso el calor húmedo, con toallas empapadas en agua caliente que deben aplicarse como fomentos y cubrirse con algo que evite la pérdida rápida del calor, como alguna prenda impermeable. Los rayos infrarrojos procedentes de una bombilla, resistencia o estufa son de gran utilidad. En ciertos casos, los baños de parafina son los más útiles.

El reposo es de la mayor importancia en las artritis, especialmente si están varias articulaciones afectadas en los miembros inferiores. Porque, entonces, el reposo debe practicarse en cama. En casos de inflamación discreta o menos importante, basta levantarse tarde, descansar en cama después de comer y acostarse temprano. Algunas veces se trata de la inflamación en una sola articulación y el descanso puede ser local y completo utilizando férulas, yesos, vendajes, etc. Pueden utilizarse también las férulas de quita y pon que tienen forma de media caña y se ponen con una venda. Se construyen en plástico, aluminio, yeso y se llevan puestas por la noche y el tiempo del día que se considere necesario.

Las almohadas y saquitos de arena deben ser utilizados cuando se practica el reposo absoluto en cama, para mantener las articulaciones en buena posición. Las almohadas, o una tabla de madera, situadas a los pies de la cama, sirven de sostén a la ropa de la cama, para evitar que gravite sobre los dedos de los pies y produzca deformidades. Los saquitos de arena, situados junto a las piernas en la parte de fuera, evitarán su rotación durante las horas de cama y que tenga lugar la deformidad consiguiente. Conseguir que el enfermo duerma con poca o ninguna almohada es muy útil para evitar que se produzcan deformidades en flexión del cuello. Cuando se necesite tener el tronco más alto que los píes, o al contrario, se deben utilizar bloques de madera en las patas de la cama, pero sin utilizar almohadas.

En cuanto a los miembros superiores, tan necesarios para el cuidado de uno mismo, rigen los principios básicos: «El médico no siempre podrá conseguir evitar las deformidades, pero siempre puede evitar las deformidades en mala posición si actúa debidamente en el tiempo oportuno.» Para garantizar la buena función del hombro, codo, muñeca y dedos, el enfermo de poliartritis debe descansar con las manos cerradas, apoyadas en los costados, con la muñeca en extensión dorsal, los codos doblados y separados del cuerpo. Entonces, aunque el enfermo pierda algunos grados de movimiento, siempre podrá vestirse, lavarse, peinarse, comer, asearse, porque podrá abrochar un botón, coger un peine, una cuchara o un pedazo de jabón, aunque no sea capaz de poner la mano completamente extendida.

El caso de Salvadora.

Salvadora era una señora de mediana edad que padecía artritis reumatoide desde los veinticinco años. Vivía en una casa de la huerta; su padre, octogenario, era labrador y cuando le vi por primera vez padecía un pequeño brote de inflamación en las articulaciones de las manos, rodillas y pies. Pero lo que más me impresionó fue que tenía los codos anquilosados en extensión y no los podía doblar. Con las preguntas pertinentes, me contó que no tenía dificultad para hacer la compra, la cocina, la casa y cuidar a su padre. Pero necesitaba alguien para que la vistiera, desnudara, lavara, peinara y le diera de comer. Entonces no había cirugía funcional y se le ofreció la posibilidad de una operación para que el codo quedara formando un ángulo pequeño y pudieran llegar las manos a la cara, que no aceptó.

Era muy buena enferma. Respondió bien al tratamiento. Atendió a su padre y a la casa durante años. Murió de apendicitis. Pero aunque se desvivía por atender a los demás, jamás pudo prescindir de ayuda para su atención personal. Esto nunca debió de haber ocurrido si la enferma hubiera descansado durante los brotes de inflamación precedentes con los codos doblados, apoyando las manos cerradas sobre el pecho. Descansando en la cama con los brazos extendidos, se redujo progresivamente su capacidad de flexión, le «ayudaron» entonces dándole de comer y, así, quedó establecida la anquilosis.

La prevención de las deformidades de las manos incluye evitar que los enfermos sostengan libros con las manos mientras los leen, porque con ello se producen desviaciones de los dedos hacia el meñique con pérdida de su buena alineación y de su
capacidad funcional. Hay innumerables artilugios concebidos, fabricados y expuestos para mejorar las facultades físicas de los enfermos. Cubiertos de mesa, con el mango grueso, para facilitar su utilización. Barras y asientos especiales para ser usados en el baño.

Lentes especiales para poder leer en la cama, sin utilizar las manos, porque el libro descansa en el vientre del enfermo. Son muchos los utensilios de cocina que se han concebido para los reumáticos y ahora son de uso general. El catálogo es muy extenso.

Los verdaderos ejercicios correctores de las deformidades se deben iniciar en el momento oportuno, incluso en enfermos sometidos a reposo absoluto. Este momento suele ser cuando pasa la fase aguda. Entonces los primeros ejercicios recomendables suelen ser los ejercicios musculares «isométricos», que son los que se hacen sin que haya desplazamiento del miembro.

Por ejemplo, el enfermo acostado hace la intención de tocar la sábana de abajo, con la corva de la rodilla. Siendo el movimiento imposible por el contacto de la cama se consigue la contracción del músculo cuádriceps. Antes de practicar otros ejercicios sin movimiento, deben ponerse los topes correspondientes. Su número y tiempo deben ser progresivos.

En todo caso, el enfermo encamado en la fase aguda debe, en lo posible, ser instruido para mover de manera sucesiva una o dos veces cada una de las articulaciones, empezando por los dedos de las manos y acabando por los dedos de los píes. Asimismo, le suele ser permitido sentarse dos veces, una a media mañana y otra a media tarde, sin dejar las piernas colgando al borde de la cama, porque deben permanecer horizontales.

También es muy conveniente que haga ejercicios respiratorios a menudo. Respirando hondo, lento, profundo y expulsando el aire hasta el máximo, para ventilar bien los pulmones.

Una tabla de madera, puesta debajo del colchón, es una necesidad inaplazable en todo enfermo reumático. La tabla debe ser lo suficientemente fuerte para que no se curve cuando el enfermo está acostado. El colchón de muelles parece ser el preferido, el de lana es un tormento para situarlo encima de la tabla y la goma espuma resulta incómoda en ciertas estaciones del año o a lo largo del mismo, por motivos relacionados con su protección térmica.

En todo caso, se debe tener la seguridad de que las prominencias óseas de cabeza, raquis, pelvis, caderas y pies no se apoyen sobre la tabla cuando se utilizan colchones delgados o blandos. Con ello, la postura del cuerpo acostado es la misma que la postura del cuerpo de píe.




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