Reanimación cardiopulmonar

En la reanimación cardiopulmonar (RCP), se combinan la respiración boca a boca y la compresión del tórax. La RCP permite que continúe el flujo de sangre oxigenada al cerebro y otros órganos vitales hasta que el tratamiento médico adecuado pueda restaurar el ritmo cardiaco normal. Debe evaluar la situación antes de iniciar la RCP. ¿Está consciente o inconsciente la persona? Si parece estar inconsciente, sacúdale o palméele los hombros y pregúntele en voz alta, «¿Está usted bien?» En caso de que no le responda, considere el ABC de la reanimación (que aparece a continuación) y solicite la participación de los servicios médicos o paramédicos. Si no puede abandonar el sitio de los hechos, haga que alguien más se encargue de llamar por teléfono.
- Abrir las vías respiratorias. El primer paso es abrir las vías respiratorias, que pueden estar obstruidas por la parte posterior de la lengua o por la epiglotis (pliegue de cartílago que recubre la tráquea) [vea las figuras 1 y 2, abajo].
- Respiración. La respiración boca a boca es la manera más rápida de llevar oxígeno a los pulmones de la víctima (vea las figuras 3 y 4, abajo).
- Circulación. Las compresiones del tórax sustituyen al latido cardiaco cuando éste se interrumpe. Ayudan a mantener, hasta cierto punto, el flujo de sangre al cerebro, pulmones y corazón . Debe brindar respiración boca a boca siempre que emprenda las compresiones torácicas.
En los siete pasos con sus correspondientes ilustraciones se muestra la técnica de RCP.
- Coloque a la víctima de modo que pueda verificar si respira y tiene pulso; para lograrlo debe acostarla boca arriba sobre una superficie firme, con el cuello extendido.
- Abra la boca y extienda las vías respiratorias de la persona desplazando la barbilla hacia delante.
- Compruebe si la víctima respira o no escuchando si se perciben ruidos respiratorios, sintiendo en su mejilla el movimiento del aire que exhala y observando los desplazamientos del tórax.
- Si el sujeto no respira, oprímale ambas fosas nasales hasta ocluirlas; coloque de manera hermética su boca sobre la de él y exhale una o dos veces. Respire en la boca de la víctima una vez cada 5 segundos y llene por completo sus propios pulmones después de cada exhalación.
- Si el tórax de la víctima no se eleva (expande) cuando respire en su boca, es probable que estén obstruidas las vías respiratorias. Trate de extraer la causa de la obstrucción (como sería un bocado de alimento) con la maniobra de Heimlich. La persona está acostada boca arriba, por lo que debe colocar sus manos entre el ombligo y las costillas y presionar hacia abajo y en dirección a la cabeza. Tendrá que insertar un dedo en la boca de la víctima para verificar si el objeto que causaba la obstrucción fue arrojado y retirarlo de la boca o la garganta.
- Sienta el latido de la arteria carótida para verificar si existen pulsaciones.
- En caso de no percibir el pulso, inicie las compresiones torácicas. Debe colocar las manos sobre la parte inferior del esternón, con los codos extendidos y los hombros situados directamente arriba de las manos, a fin de aprovechar óptimamente su propio peso corporal. Presione hacia abajo de 4 a 5 centímetros con una frecuencia de 80 a 100 veces por minuto. Las fases de «presión» y «cese de la presión» deben durar el mismo tiempo. Evite presionar breve y bruscamente y luego suspender. Después de unas 15 compresiones rítmicas y sistemáticas, respire dos veces en la boca de la víctima. Compruebe de nuevo si hay pulso y respiración luego de cada cuatro ciclos de 15 compresiones y dos respiraciones alternadas. Continúe en esta forma las maniobras de reanimación mientras no se reanuden el pulso y respiraciones.
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