Remedios de eficacia no comprobada para el reumatismo

Hasta hace unos pocos años los remedios recomendados por la sabiduría popular eran un problema realmente grave, porque representaban muchas dificultades en el tratamiento médico de estos enfermos a quienes se les hurtaba la posibilidad de recibir una asistencia precoz, oportuna, profesional y responsable. Este problema existe, desgraciadamente, dadas las dificultades de comunicación, recepción y culturización que existen con los enfermos que no llegan a conocer, entender y aceptar los grandes avances logrados por la ciencia en el tratamiento de estas enfermedades.
La magnitud del problema viene revelado por estas cifras recogidas por la Asociación Americana de Reumatismo:
El 94% de los enfermos reumáticos, cualquiera que sea su estado social, económico o cultural, han probado un promedio de trece remedios extraños con un coste total de un billón de dólares al año.
En Inglaterra, el 97% de los enfermos han utilizado hasta cuarenta de estos remedios extraños con un promedio de nueve, en los enfermos de artritis reumatoide.
Esta costumbre tan generalizada de utilizar remedios extraños consigue sin ningún género de dudas:
- Desviarles de la asistencia médica correcta
- Prolongar el sufrimiento de los enfermos
- Permitir el desarrollo de daño irreparable
- Aumentar el deterioro de los enfermos
- Elevar el número de incapacidades
- Producir invalideces innecesarias
- Arruinar la vida de estos enfermos.
Pero últimamente se ha podido comprobar cómo este problema aumenta, se extiende y se complica con la aparición de «métodos científicos modernos» que ofrecen, prometen o garantizan aliviar, mejorar o curar el «reumatismo» sin necesidad de diagnosticar, evaluar o seleccionar casos propios para su aplicación, porque se ofrecen como «panaceas universales» para la curación de «todas» las «enfermedades reumáticas», cosas que ya intentaron los alquimistas de la Edad Media, que no pudieron lograr y que en los siglos sucesivos se ha comprobado que no es posible, que no se puede probar y que no es cierto.
Como quiera que estos remedios seudocientífícos gozan de la tolerancia de las autoridades, de la colaboración de los medios de difusión y de un margen de confianza por parte de los enfermos, sin que hasta ahora se haya demostrado su utilidad, por los procedimientos tan rigurosos que se exigen a los medicamentos para ser autorizados, creo que es conveniente exponer lo que la reumatología internacional piensa de ellos.
Algunos medicamentos propuestos para el tratamiento de la artritis reumatoide, como el Metronidazole, sí que han sido sometidos a las pruebas habituales y han sido rechazados. Así ha sucedido con estos antibióticos que, partiendo de hipótesis nunca demostradas, como atribuir esta enfermedad a la infección de unas amebas, se han empleado en el tratamiento. Los resultados de las comprobaciones efectuadas revelan que tiene la misma eficacia que los sellos de lactosa, aunque las intolerancias que produce son muchas e imprevisibles. A pesar de todo, algunos lo utilizan.
El rayo láser ha sido también sometido a pruebas de doble ciego en enfermos de artritis reumatoide. Las articulaciones seleccionadas fueron sometidas al rayo láser una vez por semana, mientras un número similar de enfermos fue tratado al mismo tiempo con la aplicación simulada del rayo láser. Es decir, que sólo se aplicaba el aparato, pero no el rayo láser. Los enfermos evolucionaron de forma similar en uno y otro grupo.
El DMSO también ha sido propuesto como tratamiento externo de diversas enfermedades reumáticas, incluyendo la artritis reumatoide. La Food and Drug Administration no lo ha autorizado en el tratamiento de las enfermedades reumáticas, pero sí en veterinaria. Algunos enfermos la siguen utilizando y hay clínicas en México que, con anuncios, atraen clientes americanos que obtienen alguna mejoría. Pero es porque allí se les trata con cortisona, relajantes y antirreumáticos, como ha sido reiteradamente comprobado. Gracias a la publicidad, aún es buscado por algunos enfermos.
El veneno de abeja también ha sido comprobado con estudios a doble ciego, tanto en fibrositis como en la artritis reumatoide, y los resultados obtenidos en la Universidad de Pensilvania revelan que, tanto los que recibieron el veneno de abeja como los que no lo recibieron, mejoraron en la misma proporción. Los que no recibieron inyecciones de veneno de abeja fueron inyectados con proteínas extrañas, pero ni los enfermos ni los médicos que los revisaban sabían cuáles eran los que recibieron las inyecciones de una u otra clase.
Los venenos obtenidos de las hormigas, también han sido comprobados con pruebas a doble ciego en enfermos de artritis reumatoide y otros procesos similares, con mejores resultados, porque en un grupo de 30 enfermos observados durante seis meses se comprobó que los tratados con veneno mejoraron ligeramente más que los tratados con placebos. Con referencia al veneno de serpiente, las investigaciones hechas hasta el momento actual no revelan ningún efecto favorable.
En cuanto a las dietas, se ha comprobado: que las dietas pobres en proteínas, cinc, calorías, ácidos grasos, disminuyen las defensas orgánicas; que los alimentos que producen alergia en algunos enfermos pueden reactivar algunos procesos reumáticos; que algunos alimentos de tipo feculento, lácteos, pueden reactivar algunas artritis sin producir alergia. Pero, en general, dietas sin carne, fruta, lácteos, especies, conservantes, colorantes y alcohol, se han administrado durante meses sin observar mejoría alguna. Esto sólo indica que si se observa algún alimento que no sienta bien, debe eliminarse de la dieta.
El cobre se ha empleado en enfermos de artritis reumatoide como se han empleado las inyecciones de oro, habiéndose comprobado efectos favorables en un enfermos de cada tres, aunque abundaron las intolerancias tales como pérdida del gusto y olfato, náuseas, celulitis, vómitos, pérdida del apetito, escalofríos, cistitis, dolores articulares, trombosis, anemia y albúmina en la orina. También se ha comparado el efecto de las pulseras de cobre con el producido con pulseras de aluminio con sólo cambios subjetivos, sin comprobar resultados apreciables por el médico.
El efecto de la vitamina C también se ha estudiado en relación con ciertas dietas recomendadas por la sabiduría popular. Pero su administración a dosis pequeñas y grandes a diferentes grupos de enfermos de diferentes enfermedades reumáticas, sólo ha podido demostrar que si los análisis de sangre revelan una cifra baja de vitamina C, como sucede en la artritis reumatoide, su administración masiva no logra normalizar esta cifra ni consigue mejorar a los enfermos. También se ha inyectado dentro de las articulaciones inflamadas sin resultado alguno.
La aplicación externa de cremas que pueden mejorar a los enfermos de fibrositis, no ha mostrado eficacia alguna en los casos de artrosis ensayados.
El oxígeno hiperbárico, que ha sido tan alabado por la prensa en la artritis, ha sido también ensayado en varios grupos de enfermos sin que se haya podido comprobar cambio favorable alguno.
El estado de relajación obtenida por concentración mental produce alguna mejoría en el enfermo, que no corresponde a los datos comprobados por el médico en la inflamación de las articulaciones enfermas.
La acupuntura ha sido evaluada en enfermos de diferentes enfermedades reumáticas en varios grupos de trabajo de investigación de distintas universidades con la técnica del doble cíe-go. Los resultados obtenidos revelan que en la artritis reumatoide se obtiene alguna sensación de mejoría en algunos enfermos sin cambios comprobables en la inflamación articular. En la artrosis, síndrome hombro-mano, tendínitis, bursitis, lumbago, etc., el número de enfermos que mejoran no presentan grandes diferencias entre los tratados con acupuntura y los que recibieron un tratamiento simulado.
El tratamiento con vacunas e incluso la fiebre inducida por ellas, ha sido abandonado por no haberse comprobado ninguna clase de efectos favorables.
Las hormonas masculinas y femeninas administradas a hombres y mujeres también se ha dicho que producen efectos favorables en la artritis reumatoide y en la artrosis que las comprobaciones con doble ciego no han podido demostrar.
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