Remedios populares y el reumatismo

Como usted ya sabe, el reumatismo es el dolor articular producido por diferentes enfermedades. Unas son breves, como las debidas a virus, que desaparecen pronto sin producir daño. Otras son más prolongadas, como la fiebre reumática, y duran varios meses. Otras pueden ser más largas, como la polimialgia reumática o la fibrositis, que duran algunos años y también desaparecen.
Pero hay unas pocas que son crónicas y no se curan, aunque se pueden dominar con un tratamiento bien dirigido.Una de las primeras preguntas que hace el enfermo reumático es ésta: ¿esto tiene cura?, porque según su punto de vista las enfermedades que no tienen cura no vale la pena tratarlas y esto es otro error. Sólo con las enfermedades agudas se pueden lograr algunas curaciones espontáneas, llámense pulmonía o apendicitis, a costa de algunas defunciones, pero el que sobrevive puede hacerlo sin necesidad de más tratamientos.
Son precisamente las enfermedades «incurables» las que necesitan más tratamiento, como la diabetes, la gota, la artritis reumatoide, la artrosis, etc., porque de no hacerlo aumentan las molestias del enfermo, disminuyen sus facultades y se acorta su vida. En cambio, un tratamiento bien dirigido y bien llevado puede permitir remisiones prolongadas en las que los enfermos viven una vida normal, familiar, profesional, social, etc., gracias a la acción controlada del tratamiento.
Pero si el médico le dice que su reumatismo no tiene cura y hay necesidad de tratarlo para conseguir una remisión, es posible que no se conforme con esto. Entonces como tiene mucho dolor y esto es tan malo que aunque desaparece, vuelve, usted decide hacer algo más por su cuenta: cualquier cosa. Ya está usted mentalmente preparado para que le engañen. Sólo necesita encontrar a un desaprensivo que se lo proponga. Y hay muchos. Unos son sólo entrometidos ignorantes. Pero también abundan los traficantes de la miseria humana.
Los remedios fraudulentos que se venden en los Estados Unidos cada año rebasan la cifra de un billón de dólares. Los fraudes cometidos con remedios inútiles o peligrosos son mayores en las enfermedades reumáticas que en las demás. Por cada dólar dedicado a investigación se gastan 25 en remedios falsos.
Los remedios fraudulentos propuestos para curar el reumatismo son numerosos y no sólo producen un gasto inútil por parte del enfermo, sino que también consumen su tiempo y su esperanza. El tiempo que se dedica a tomar remedios inútiles, aunque no sean peligrosos, es tiempo que permite a la enfermedad producir lesiones más profundas y más extensas. La esperanza que se pierde al comprobar el fracaso de remedios inútiles priva al enfermo de su colaboración en otros proyectos serios de tratamiento correcto.
Sólo la afirmación de que alguna cosa tiene propiedades curativas para el reumatismo, constituye un engaño si no ha sido antes debidamente comprobado y avalado. Las pulseras de cobre sólo son un adorno, hasta que alguien afirma que tienen la virtud de curar el reuma y entonces se convierten en fraude.
Son muchos los anuncios comerciales que se dirigen al enfermo reumático, prometiéndole una curación o bien un alivio duradero o incluso terminar con todos sus sufrimientos, si acepta, adquiere y utiliza el remedio que se le propone. Estos anuncios los hemos visto publicados en periódicos que se tienen por muy serios, objetivos y puritanos, con lo que se facilita su aceptación. Es lamentable que esta prensa incluya con predilección aquello que aumenta su tirada, sin ejercer supervisión alguna respecto a su veracidad, ortodoxia o ética.
Cualquiera de estos remedios puede ser avalado por cualquiera de los enfermos que los haya utilizado si padecen un proceso reumático típico cuya evolución se produce por ondas de actividad y períodos de remisión, lo que quiere decir que estas enfermedades producen dolores intermitentes, que aparecen y desaparecen, o mejoran y empeoran de forma espontánea y toda la propaganda se limita a atribuir al remedio utilizado la mejoría natural que el curso por ondas refleja.
Otro de los mecanismos que contribuyen a producir una mejoría de los síntomas, pero no de la enfermedad, se llama «efecto placebo», que fue comprobado hace medio siglo por un reumatólogo americano administrando sellos de lactosa a los enfermos de artritis reumatoide y comprobando cómo mejoraban en la mitad de los casos. Pero es que la otra mitad recibieron después unas inyecciones de agua salada y también mejoraron en la mitad de los casos. Así que con sellos de lactosa e inyecciones de agua salada «mejora el 75% de estos enfermos», pero la enfermedad sigue su curso.
Cualquiera que sea la motivación de todo aquél que ofrezca un remedio a un enfermo reumático, sin ser un médico capacitado y sin haber practicado el examen clínico rutinario y las pruebas complementarias para diagnosticar la enfermedad reumática que cada enfermo padece está tratando sólo de convencer al enfermo para darle gato por liebre, lo mismo si es algo que se compra o vende que si es sólo un acto de vanidad, terquedad o fanatismo que necesitan seguidores a toda costa.
La gran cantidad de gente que propone remedios absurdos para la curación del reumatismo no son todos unos traficantes de la miseria humana porque hay muchos que ofrecen, en su ignorancia, remedios gratuitos y entonces se convierten en auténticos sádicos ignorantes, que no lo hacen por dinero, sino por la satisfacción o necesidad que tienen de transmitir su ignorancia a los demás.
La presentación de un remedio «nuevo» que cura el reumatismo tiene a menudo un aire científico falso, incluso por gente vestida de blanco que no son auténticos médicos, ni médicos auténticos. Otras veces se hace la promoción de alguna clínica en donde se emplean «métodos especiales» para la curación del reumatismo que no han sido debidamente comprobados, ni contrastados, pero se anuncian con una sensacional publicidad que despierta grandes esperanzas capaces de movilizar sacrificios económicos que constituyen el tributo de los desesperados mal informados.
Antes de utilizar cualquier remedio para tratar su reumatismo consulte con un médico competente y «participe» en la selección del tratamiento que necesita, contándole la historia de sus molestias, aceptando una exploración conveniente y siguiendo fielmente sus instrucciones. Y hágale preguntas respecto al diagnóstico, al porvenir o a los riesgos, a las complicaciones, al seguimiento, a todo lo que se le ocurra. Entérese qué clase de reuma tiene.
La atención médica correcta puede impedir en la mayoría de los enfermos de reumatismo que la incapacidad, la invalidez o incluso la pérdida de facultades físicas se produzca cuando el enfermo inicia pronto el tratamiento adecuado que su particular proceso reumático requiere.
La necesidad de ser examinado por un especialista reumatólogo la descubre cuando note:
- Dolor o rigidez cuando se levanta.
- Dolor en una o más articulaciones.
- Hinchazón en una o más articulaciones.
- Dolores articulares que se repiten.
- Dolor y rigidez en el cuello o espalda.
- Hormigueo en los dedos de manos o pies.
- Debilidad, fatiga, adelgazamiento, fiebre.
- Dolor articular en cualquier movimiento.
- Dolor nocturno en huesos, músculos o articulaciones.
- Cuando se lo recomiende cualquier otro médico.
El enfermo de reumatismo suele pagar muy caros los errores que comete en el tratamiento de su enfermedad, porque no aprende pronto cómo debe cuidar de sí mismo, qué es lo que debe hacer y qué es lo que debe evitar. Muchas veces lo aprende demasiado tarde. Otras no lo aprende nunca.
Los errores que comete el enfermo se refieren tanto a la naturaleza de su enfermedad como a la forma de tratarla. El llama «reuma» a cualquier dolor que aparezca en el cuello, miembros o espalda. Habla de «reuma» si padece signos de inflamación o deformidad articular. Cree que tiene «reuma» si sufre lumbago o ciática. Y para él, el «reuma» es una enfermedad que produce dolor, deformación o alteración de las articulaciones en brazos, piernas o espalda y no tiene cura.
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