Según su composición, un agua mineral puede ser beneficiosa para una persona pero perjudicial para otra

Aunque de entrada parezca obvio, merece la pena caer en la cuenta de que las aguas minerales son aguas en las que hay disueltas diferentes sales minerales.
Conocemos el enorme efecto que tienen estos elementos en nuestra salud, y cada agua mineral presenta una cantidad distinta de ellos, de manera que, según su composición, unas aguas pueden estar indicadas para unas personas pero desaconsejadas para otras.
Por ejemplo, las aguas minerales altas en sodio son beneficiosas para quienes tienen la presión baja, pero inapropiadas para hipertensos o para personas con problemas de retención de líquidos.
Las ricas en flúor, por su parte, van bien para prevenir la caries, pero si la alimentación ya es rica en este mineral o el agua del grifo lo contiene en abundancia, habrá que evitarlas, pues su consumo podría provocar un exceso de flúor gravemente tóxico.
Las aguas cálcicas están indicadas para los vegetarianos, pero contraindicadas para personas con cálculos; las magnésicas convienen en caso de estreñimiento, pero por supuesto no en caso contrario, etcétera.
Lo recomendable es leer las etiquetas y tomar agua mineral con conocimiento de causa, adaptando su consumo a cada situación. Además, si no necesitamos un aporte específico de algún elemento, conviene variar a menudo de marca para que la dieta de agua sea también equilibrada.
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