Sugerencias para determinar valores y prioridades ante la maternidad
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Tienes la posibilidad de dejar que la maternidad se manifieste en ti de forma espontánea o de decidir con antelación cómo quieres que sea y luchar por alcanzar esa imagen.
A través de la familia, los amigos, la televisión y la publicidad, cada mujer se forma una imagen de cómo tiene que ser una madre. Y esa imagen puede verse influida también por algunos de los tópicos sobre la maternidad que se nos han inculcado. Ser consciente de tu idea personal y de los tópicos que existen te ayudará a decidir con conocimiento, a definir tu propia experiencia y a establecer tus valores y prioridades.
Cuando eras niña y observabas a tu madre, tu abuela y las madres de tus amigos, seguramente te dijiste en más de una ocasión: «Cuando yo sea madre, también haré eso». Y seguramente también tomaste algunas decisiones sobre cómo te comportarías. Cuando era niña, yo (Jenny) recuerdo haber dicho con frecuencia: «Si alguna vez tengo un hijo, dejaré que tenga un caballo si quiere». Si ahora me encontrase en la situación, la decisión sería diferente. Hay muchas actitudes, valores y creencias que, consciente o inconscientemente, has adoptado de tu madre. La historia de Amanda lo demuestra, y también demuestra cuán profundamente pueden llegar a arraigar estos patrones de conducta en nosotras.
Amanda
Mi madre estaba obsesionada con la limpieza, con llevar bien la casa y no derrochar. En muchos de mis recuerdos de la infancia, veo a mi madre limpiando, o a mi hermana y a mí esperando en el coche mientras ella limpiaba y limpiaba antes de llevarnos a una representación, o de marchar de va-caciones o a donde fuera. Es curioso, de soltera estaba en contra de esa actitud, y ahora que soy madre descubro que muchas de aquellas manías también condicionan mi vida… Es como si las llevase pegadas a mí, como si esas voces es-tuvieran tratando de decidir por mí lo que significa ser una buena madre. Pero, sin embargo, esa no soy yo; esas voces me dicen que las buenas madres hacen una serie de cosas que me son extrañas y que ni siquiera me gustan ni valoro. Dicen cosas como que una buena madre siempre lo deja todo ordenado antes de irse a dormir, siempre encuentra la forma de aprovechar lo que sobra de la comida, o que yo tendría que ocuparme de las tareas de mi marido en la casa mientras no trabaje.
Gian
Cuando era pequeña, a veces volvía del colegio con mi amiga Mónica. Su madre siempre estaba en la cocina y nosotras dos nos sentábamos a comer un pastel y hablábamos. Me encantaba aquello, y recuerdo que me decía a mí misma: «Cuando tenga niños, pienso estar siempre en casa». Ahora que los tengo, sé que no estoy hecha para eso. Cuando mi hija vaya al colegio, lo pensaré otra vez, pero por el momento me gusta más combinar el trabajo con mis tareas como madre.
Margaret
Mi madre fue bastante descuidada a la hora de educarnos. Siempre teníamos tareas que hacer en la casa y, cuando salí de allí, tuve que aprender muchas cosas sobre cómo comportarme. Para mí es muy importante hacer todo lo que pueda por mis hijos. Sé que estoy tratando de compensarlos por lo que yo no tuve, pero estoy contenta. Quiero que mis hijos se diviertan, que sean felices y se sientan queridos.
Si lo piensas bien, las ideas que te formaste cuando eras pequeña no tienen por qué ser siempre relevantes. De hecho, es posible que muchos de aquellos valores estén un poco desfasados.
Los programas de televisión y la publicidad también influyen en nuestra imagen de lo que tiene que ser una madre. Todas recordamos series como La casa de la pradera, en las que la madre siempre estaba alegre y dispuesta a ayudar a los demás y no parecía necesitar nada aparte de su familia. Entre las series más modernas, tenemos a Roseanne, una madre reacia, una mártir resentida por el sacrificio que ha tenido que hacer por su familia. Aunque lo normal sería esperar que con el tiempo la figura de la madre en la televisión evolucionara, parece que no es así. Seguimos encontrando series estúpidas que pintan a la mujer siempre supeditada a las necesidades de su familia.
Los tópicos generados por los medios de comunicación y en muchos casos fomentados por la sociedad pueden influir de un modo poderoso y sutil en nuestra forma de ver las cosas y nuestro comportamiento. Y normalmente están tan arraigados que ni siquiera los cuestionamos.
Una buena madre puede y debe ser capaz de llevarlo y hacerlo todo ella sola. Este tópico nos anima a llevar nuestra carga solas, prácticamente sin el apoyo de familiares, amigos o parejas. Hace que no aceptemos la ayuda de otros ni la pidamos, o incluso que neguemos nuestra ayuda cuando otras mujeres nos la piden. Este tópico puede tener un efecto particularmente destructivo cuando la mujer siente que no puede con todo, ya que contar con ayuda práctica o emocional puede ser muy beneficioso. Si estas ideas tuvieron validez alguna vez, quedaron desfasadas cuando la mujer se incorporó a la fuerza de trabajo.
Una buena madre se sacrifica por sus hijos. No cabe duda de que la maternidad implica sacrificar en parte nuestra independencia y espontaneidad. Sin embargo, la capacidad de sacrificio no es una escala apropiada para juzgar y valorar a una madre. La idea que subyace a este tópico es que las necesidades de la madre son menos importantes que las de su hijo. Potencialmente, esto puede convertirse en algo destructivo y hacer que la mujer se sienta como una mártir o que sienta que su sacrificio merece algún tipo de recompensa. Nuestra idea es que, cuando las necesidades de la madre también se satisfacen, puede disfrutar de la maternidad y aumentan las probabilidades de que sea feliz con lo que hace.
El mito de la supermujer. Este mito implica que la madre siempre debe estar dispuesta y ser capaz de hacerlo todo: trabajar, organizar la vida familiar, mantener la casa en orden y hacer de madre. Si te guías por el mito de la supermujer, la idea de divertirte seguramente te parecerá otra de tantas obligaciones en tu apretada agenda. No hay duda de que algunas mujeres encajan en este papel y se las arreglan para hacerlo todo. Sería bueno que trataras de entender por qué lo haces y qué efecto puede tener esta actitud en ti y en tu capacidad de disfrutar de la maternidad. Te sugerimos que te marques prioridades y actúes en consecuencia.
La maternidad es una experiencia absorbente y satisfactoria. La maternidad implica una serie de complejas experiencias, algunas positivas, otras no tanto, y también ganancias y pérdidas. No está bien visto que una mujer diga que la maternidad no la satisface plenamente o que ocupa todo su tiempo. Pero lo cierto es que es poco realista esperar que un solo aspecto de nuestra vida o nuestra relación satisfaga todas nuestras necesidades. Además, también necesitamos relacionarnos con otros adultos, distraernos y realizar otras actividades. Muchas mujeres disfrutan de la satisfacción que se deriva de tener un trabajo remunerado y necesitan la estimulación de este tipo de trabajo para sentirse realizadas.
Una buena madre pasa todo su tiempo con su hijo. Una buena madre es aquella que se siente feliz. Recientemente, una mujer me dijo que sabía que era una buena madre porque nunca se separaba de sus hijos. Sin embargo, para muchas mujeres, esto puede llevar al desastre. La mayoría se sentirán mucho mejor si dedican un tiempo a sus propias actividades o intereses y a disfrutar y mantener la relación con su pareja.
La maternidad es un duro trabajo. Si llevas este tópico en tu inconsciente, te resultará difícil disfrutar de la maternidad, ya que implica que las buenas madres no se divierten y que cuanto más trabajen más buenas madres serán. Pero en realidad la maternidad ofrece montones de oportunidades para divertirse y disfrutar.
La madre se divierte viendo cómo se divierte su hijo. Hay mucha diferencia entre divertirse y ver cómo se divierten tus hijos. Es importante no confundir una cosa con la otra. Ver cómo se divierten nuestros hijos es una parte emocionante de la maternidad, pero no puede sustituir la diversión que necesitas tener por ti misma.
Las buenas madres son dulces, mimosas y femeninas. En su gran mayoría, las madres no salen de los anuncios de chocolates o cosméticos. A las madres de verdad les encanta correr, hacer rapel o seguir con las mismas cosas que les gustaba hacer antes de convertirse en madres. A algunas madres también les gusta vestirse de negro.
La clase de madre que serás
Piensa en cómo te gustaría ser con tus hijos y anota tus ideas. Puedes incluir cosas como: disponibilidad, ser estricta, firme, cariñosa, atenta, relajada, divertida y enérgica. Por ejemplo, al hablar de disponibilidad, ¿te referías al tiempo que estarías disponible o al nivel de disponibilidad?
No te sugerimos que establezcas estos ideales como un baremo por el que juzgarte, sino como guía. Evidentemente, mientras explores tu papel como madre, no dejarás de volver sobre estas ideas. Lo que es apropiado para un período de la maternidad, podría no serlo para otro.
Shamara
Siempre he sido una persona muy organizada en mi vida y mi trabajo. Pero después de seis meses de combinar la maternidad y el trabajo a tiempo parcial, me sentí mucho más capaz de dejarme llevar. Estar organizada no era tan importante. Era una forma totalmente distinta de vivir y, por primera vez en mi vida, me permití ser espontánea. Vivía el momento y disfrutaba de mi hijo. De hecho, esa se convirtió en mi prioridad cuando estaba en casa.
Establecer prioridades
Tener claras tus prioridades te ayudará a decidir qué debes hacer y qué no. Si hay algo que no hayas definido o incluso escrito en una lista como prioridad, es posible que se quede sin hacer, a pesar de tus buenas intenciones.
Anota lo que sea importante para ti. Puedes establecer categorías. Por ejemplo, los tres primeros meses y el primer año de maternidad. Tus prioridades podrían incluir algunas de las cuestiones siguientes:
Para las dos primeras semanas:
- Descansar y comer bien.
- Aprender a hacer de madre.
- Para los primeros tres meses:
- Cuidar de tu salud mental o de tu sensación de bienestar.
- Divertirte regularmente.
- Aprender las cosas más necesarias para tu papel de madre.
- Conocer a tu hijo.
- Recuperarte físicamente.
- Conocer a otras mujeres con hijos pequeños.
- Disponer de algún tiempo para ti.
- Trabajar a tiempo parcial.
Para el primer año:
- Volver al trabajo.
- Mantener un fuerte vínculo con tu hijo.
- Divertirte regularmente.
- Pasar un tiempo en familia.
- Participar activamente en algo que te interese fuera de tu hogar.
- Mantener la relación con tu pareja.
Tener claras tus prioridades te ayudará a decidir sobre las actividades del día a día. Por ejemplo, si el grupo de madres en que participas piensa dedicar una tarde a estar de cháchara pero una de tus prioridades es recuperar tu forma física, tendrás que actuar en consecuencia. Por supuesto, también puedes tratar de convencerlas para que hablen y hagan ejercicio a la vez, o para que hagan ejercicio primero y después hablen.
Si quieres ser realista, solo debes tener cuatro o cinco prioridades. Si te resulta difícil decidir qué cosas de tu lista pon las realmente importantes, pregúntate: ¿es realmente importante ahora? ¿Podré apreciar lo que vale de aquí a cinco aiios? ¿Lo disfrutaré? ¿Enriquecerá mi calidad de vida o mi sensación de bienestar?
Tener claras tus prioridades seguramente te ayudará a olvidarte de las cosas que no son importantes. Si en tu lista ir prioridades no está «tener una casa inmaculada», deja de rcocuparte por eso.
Una vez que establezcas tus prioridades, también verás qué cosas son realistas y cuáles no. Por supuesto, tendrás que revisarlas una vez que nazca el niño y conforme avances por las diferentes etapas de su crianza. Si pretendes que tus prioridades para los tres primeros meses te permitan establecer una fuerte relación entre tu hijo y tú y te ayuden a mantener tu carrera profesional, seguramente necesitarás ayuda en la casa y con el niño para que el tiempo que no pases trabajando puedas dedicárselo enteramente a él.
Una vez establecidas tus prioridades, puedes pensar en la forma de hacer que se conviertan en realidad.
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Publicado en:Fertilidad y Embarazo
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