Tabaquismo en menores: ¿qué se puede hacer?

¿Cuál es el daño sufrido por los menores que «experimentan» con cigarrillos? El tabaquismo de cigarrillos es adictivo. Muchos adolescentes subestiman los riesgos para la salud que acompañan al tabaquismo y sobreestiman su capacidad para interrumpirlo una vez que lo inician. Son muchos los adolescentes que creen que pueden dejar de fumar cuando lo decidan. La realidad es que de los alumnos de último año de bachillerato que fuman uno a cinco cigarrillos diarios, 70 por ciento todavía continúa fumando cinco años después. Más de la mitad de los que fuman en la escuela fracasan cuando intentan dejar el hábito.

Los menores empiezan a fumar mucho antes de lo que suponen los padres. Diez por ciento de los fumadores adultos se iniciaron entre los 9 y 10 años de edad, y la mitad de los adolescentes que empiezan a fumar lo hacen antes de los 14 años. Casi 20 por ciento de los alumnos de octavo grado han fumado en los últimos 30 días. En los de último año de bachillerato, el índice es de 30 por ciento. Cuanto más temprana sea la edad en que el menor inicia el hábito, tanto mayores son las probabilidades de ser fumador consuetudinario en la edad adulta. Además, los menores que fuman tienen mayores probabilidades de experimentar con la marihuana y otras drogas ilegales.

Estas son algunas estrategias que pueden intentar los mayores o los padres:

  • Hablar con el menor. Indagar si los amigos fuman. El riesgo de que el menor fume es 13 veces mayor si sus mejores amigos también fuman. La mayoría de los menores fuma su primer cigarrillo con un amigo que ya lo hace.
  • Indagar qué piensan los menores acerca del tabaquismo. Conviene solicitarles que lean esta información, de manera que puedan comentarla conjuntamente.
  • Ayudar a que el menor explore sus sentimientos personales acerca de las presiones de los amigos y el tabaquismo. Se recomienda utilizar preguntas exentas de juicio y ensayar con el menor número posible de maneras de enfrentar situaciones difíciles.
  • Alentar el disfrute máximo del vigor y salud en el menor. El modo de vida activo que se muestra en muchos anuncios publicitarios de cigarrillos en realidad es más representativo de los no fumadores. Los fumadores padecen también catarros y otras infecciones respiratorias con mayor frecuencia.
  • Señalar las repercusiones sociales. El tabaquismo propicia que las personas tengan mal aliento y que el pelo y la ropa también sean malolientes.
  • Establecer un ejemplo personal evitando fumar. Si se fuma actualmente, una de las mejores razones para interrumpir el hábito es la salud de los menores.
  • Colaborar con la escuela del menor.



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