Tabaquismo y su consumo

Cuando se inhala el humo de un cigarrillo, lo que en realidad se hace es permitir que un desfile de sustancias químicas se introduzcan en algunos órganos vitales del organismo: cerebro, pulmones, corazón y vasos sanguíneos. De esta manera, se expone el cuerpo a sustancias químicas que producen cáncer y adicción. Aunque la relación del tabaquismo con el cáncer pulmonar es bien conocida, este hábito lesiona también otros órganos y tejidos. Casi la quinta parte de las muertes en Estados Unidos se deben al tabaquismo.

La nicotina, que es uno de los principales ingredientes del tabaco, estimula ciertas sustancias químicas cerebrales que pueden originar la adicción. También activa las glándulas suprarrenales de modo que éstas produzcan hormonas, las cuales someten al corazón a mayor esfuerzo incrementando la presión sanguínea y la frecuencia cardiaca.

El monóxido de carbono que se inhala al fumar cigarrillos sustituye al oxígeno en las células de la sangre, privando al corazón, cerebro y resto del cuerpo de este elemento fundamental para la vida. Además, el tabaquismo afecta los sentidos del gusto y el olfato, de modo que los alimentos no son tan apetitosos como antes de adquirir el hábito.

El tabaquismo hace que lleguen al cuerpo más de 40 compuestos químicos conocidos que se sabe producen cáncer; también ingresan cantidades diminutas de venenos como el arsénico y el cianuro, y más de 4,000 sustancias adicionales. Uno de los compuestos más potentes es la nicotina. Es esta sustancia la responsable de que la persona continúe fumando. La nicotina es adictiva y puede serlo tanto como la cocaína. Es una sustancia que aumenta la cantidad de un compuesto químico cerebral, llamado dopamina, que produce una sensación de bienestar. Lograr este «refuerzo de dopamina» es parte del proceso adictivo.




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