Técnica láser para tratar problemas a la piel

Se define «láser» siguiendo las letras que forman su nombre: «Light Amplification by Stimulate Emision of Radiation», es decir, una luz amplificada por una emisión estimulada de radiación. Esta técnica fue desarrollada décadas atrás pero evoluciona día a día, lo que hace que máquinas usadas hace cinco años se encuentren casi obsoletas. Hay diversos tipos de láser para distintos problemas, lo que dificulta que un centro médico tenga todas las variedades, ya que son caras y duran poco debido a la aparición permanente de nueva tecnología.
Las aplicaciones médicas del láser se basan en la propiedad de absorción de la radiación por parte de algunos elementos escenciales del cuerpo humano, como el agua y la sangre, y de algunos pigmentos como la melanina.
El láser es una excelente opción no quirúrgica para ciertos problemas de piel, como arrugas finas, marcas de nacimiento, cicatrices, venitas, algunas manchas y tatuajes. El cirujano, o el dermatólogo, debe determinar si el láser es apropiado para el tratamiento de cada caso en particular. El uso de láser normalmente no requiere de sedantes ni anestesia general, sino un analgésico oral o cremas anestésicas.
Procedimiento quirúrgico
Un haz de luz es amplificado y adquiere poder al aplicarse sobre determinados colores o substancias. El tejido absorbe la energía electromagnética y la convierte en calor. Por esto algunos láser pueden evaporar ciertos tipos de tejidos en forma controlada: arrugas finas, tatuajes, manchas u otros. La recuperación es rápida, el paciente puede retomar sus actividades en forma inmediata. A veces puede causar sequedad, despellejado, costras o asperezas en la piel por pocos días.
Riesgos
Si el láser es aplicado con un exceso de intensidad pueden quedar cicatrices permanentes o un cambio de color en el área tratada, lo que hace indispensable el uso de bloqueador solar después del tratamiento.
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