Tratamiento básico del reumatismo

Son objetivos permanentes en el cuidado del enfermo reumático:

  • Evitar que la enfermedad progrese.
  • Controlar la presencia del dolor.
  • Conseguir la adaptación económica y emocional del enfermo y sus familiares.
  • Prevenir las deformaciones articulares.
  • Corregir las deformaciones producidas.
  • Desarrollar la capacidad física del enfermo para sus actividades vitales..

El tratamiento de ciertas formas de reumatismo, concretamente de las poliartritis crónicas, es más fácil, fecundo y fluido cuando el enfermo está ingresado en una institución que dispone de un buen equipo de superespecialistas de diferentes especialidades, incluyendo reumatólogos, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, trabajadores sociales y consejeros vocacionales. Sin embargo, entre nosotros no disponemos de estas facilidades y han de ser los familiares quienes cuiden al enfermo siguiendo las instrucciones que el médico les dé para cubrir las necesidades del tratamiento básico.

Para evitar que la enfermedad progrese, el médico puede recomendar desde el principio algunas medidas necesarias o convenientes para potenciar la acción de los medicamentos. Aquí se hace referencia al reposo absoluto o relativo. A los hábitos alimenticios, al tabaco o alcohol, a los hábitos posturales, a los ejercicios musculares, a la aplicación de frío o calor, a la tensión nerviosa. Tan importante es este aspecto del tratamiento, que son muchos los enfermos que han mejorado cuando se les ha instruido para que lo siguieran, «sin haber modificado la medicación que se estaban administrando por recomendación de su médico».

También prescribirá cierta medicación que aunque le parezca curioso, conviene que sepa por qué y para qué. La medicación suele incluir fundamentalmente unas medicinas que tienen por objeto detener o neutralizar los mecanismos que producen la enfermedad y por ello, aunque le parezca que «aquello no hace nada», es lo más importante, porque son de acción lenta o de acción rápida, pero no tienen efectos calmantes del dolor, que es el único dato que el enfermo tiene en cuenta. Estos medicamentos son distintos en enfermedades diferentes y se administrarán como el médico diga, incluyendo las medidas necesarias para control de tolerancia.

Controlar la presencia del dolor requiere comúnmente el uso de medicamentos analgésicos, es decir, que quitan el dolor, o de otros llamados antiinflamatorios, que influyen también sobre la inflamación.

Cada enfermedad reumática responde mejor a ciertos medicamentos que son por ello los más indicados. Pero hay otros requisitos que condicionan su selección, como los antecedentes alérgicos del enfermo, las taras patológicas asociadas que tenga el enfermo reumático (hipertensión, diabetes, úlcera, etc.) y la misma experiencia del médico que los recomienda que también cuenta y no poco.

Algo más que medicamentos

Las relaciones familiares son de la mayor importancia para el enfermo. No importa que los familiares tengan que enfrentarse con una situación difícil, como hacer de enfermeras sin estar preparados para ello, el médico les ayudará a resolver los problemas que su misión les plantea. Lo único que tienen que hacer es preguntárselo.

Por otra parte, el ama de casa o los familiares ocupados en estudios o trabajo, verán aumentar sus responsabilidades cuando tengan que atender o cuidar al enfermo. La buena disposición no debe faltar. El enfermo es el objetivo a rescatar de la enfermedad, con afecto, cuidados y atención, porque él suele ser consciente de los problemas que ha traído su enfermedad.

Toda enfermedad crónica, como algunas formas de reumatismo, producen naturalmente gastos imprevistos, aunque sean de cuantía variable en relación con el familiar que está enfermo y los que permanecen disponibles para su atención y cuidado, porque no es lo mismo que la enfermedad afecte al marido que a la esposa, ni es lo mismo que haya hijos en la casa o que no los haya, o que sean pequeños o mayores, que estudien o trabajen. Estas circunstancias pueden facilitar o dificultar la solución de muchos problemas.

Prevenir las deformidades articulares es también muy importante, no sólo en las artritis, sino en todos los procesos que pueden producirlas y aquí se incluyen incluso los sanos. La inflamación articular produce mucho dolor, que el enfermo tiende a aliviar poniendo la articulación enferma, cuando descansa, en la postura más favorable. Concretamente, en las rodillas, el enfermo encamado tiende a doblarlas e incluso a poner una almohada en la corva para sostenerla en flexión, de manera que cuando la inflamación desaparece se encuentra con la rodilla doblada sin poderla enderezar y esto produce dolores y cansancio al andar.

Otras veces, con cualquier enfermedad reumática o sin ella, con sillones modernos poco funcionales o sin ellos, con sillas y mesas de trabajo desproporcionadas para permanecer allí durante horas, el descanso del tronco o la espalda en semiflexión consigue que, a medida que pasa el tiempo, la espalda se haga más curva, los músculos que hay por delante de la columna vertebral se hacen poco a poco más cortos, los músculos que hay por detrás de la misma se alargan y así se adquiere la espalda redonda y fija de la tercera edad, que facilita el desgaste de las vértebras por delante.

Muchas de estas actitudes se desarrollan en plena juventud y lo que parece en las niñas puro retraimiento, cuando se hacen mujeres, para disimular el crecimiento de los senos, se pronuncia a lo largo de la vida, produciendo alteraciones en la correcta alineación de los huesos, para su buena conservación y actividad. Comúnmente esto puede ser debido a ligamentos o articulaciones demasiado laxas o flojas, que no se corrigen a tiempo porque entonces no duelen, pero se pueden comprobar fácilmente por el excesivo desplazamiento del movimiento articular.

El cansancio o la imposibilidad para mantener una buena postura parece ser uno de los primeros síntomas, aunque no sea debidamente apreciado. La corrección de la postura con advertencias, gimnasia, sillas y mesas adecuadas, mecedoras y las adaptaciones pertinentes en el calzado para evitar el hundimiento de los arcos plantares, el suplemento correspondiente del tacón, para conseguir que las rodillas estén rectas y no dobladas hacia atrás y la vuelta al zapato de punta redonda y ancho holgado pueden ser necesarios.

Mover al enfermo reumático no es siempre fácil, porque requiere no sólo cuidado y delicadeza, sino también cierta técnica que las enfermeras conocen. Hay que evitar la prisa y cualquier movimiento que se intente hacer debe ser anunciado al enfermo, evitando los cambios de postura rápidos o inesperados. El dolor engendra temor y ambos producen tensión muscular que aumentan la resistencia del enfermo a todo movimiento.

Las extremidades dolientes deben ser movilizadas con las dos manos, de forma lenta y suave después de haber sido anunciadas.

Algunos enfermos reumáticos tienen muchas dificultades para poder mantenerse limpios y nada les produce tanta tristeza como comprobar su incapacidad para lograrlo.

Por otra parte, pocas cosas son capaces de levantarles más la moral que comprobar que los suyos se preocupan de su buen aspecto, de su limpieza, de su baño, de su ropa limpia y del aspecto de su cara o peinado y del cuidado de sus uñas. Este es un aspecto importante de su cuidado personal.

Durante las comidas, algunos enfermos necesitan ayuda, unas veces, para cortar la comida, otras, incluso para llevársela a la boca. Cuando necesiten este tipo de ayuda hay que hacerlo sin prisas, con calma y afecto. No hay dietas especiales para los enfermos de reumatismo. Los principios generales de una buena nutrición son de aplicación en estos casos: un poco de todo y mucho de nada. El enfermo de reumatismo no debe seguir las dietas absurdas recomendadas por la ignorancia popular, que pueden producirle más complicaciones. Los enfermos obesos o delgados requieren, en cambio, modificar su dieta habitual para normalizar su peso y para ello el médico les hará las recomendaciones precisas.

Corregir las deformidades producidas por el proceso reumático correspondiente y desarrollar la capacidad física del enfermo para sus actividades vitales constituyen los motivos fundamentales de la rehabilitación que está bien sistematizada en función de la articulación o articulaciones afectadas, la enfermedad reumática que las ha producido y la existencia o no de lesiones articulares, deformidades, atrofia muscular, etc., que serán comentadas en el capítulo de la rehabilitación.




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