Tratamiento de rayos láser contra la hiperplasia prostática benigna

Se ha dado mucha publicidad a los tratamientos térmicos y de rayos láser contra la hiperplasia prostática benigna (HPB), tanta que los pacientes pueden sentirse defraudados cuando descubren que no pueden acceder a estos tratamientos en los hospitales públicos.

El sondaje es un método que consiste en introducir un tubo por el pene e inflar un globo pequeño para mantenerlo en su sitio. aunque esto suene desagradable, es una solución rápida a tan incomodo problema.

El tratamiento térmico, «hipotermia» o «termoterapia», calienta la próstata. Se aplica a través de una sonda colocada en el conducto rectal o en la uretra. Los primeros modelos sólo calentaban la próstata levemente y el efecto era muy débil, aunque los síntomas mejoraban a menudo. En la actualidad, se puede calentar la próstata mucho más sin afectar a los órganos colindantes y los resultados son más esperanzadores. Los efectos son más parecidos a los que producen los tratamientos farmacológicos que a los obtenidos mediante la resección transuretral de la próstata (RTU), por lo que parece ser que la terapia de calor no se convertirá en una alternativa a la RTU en los pacientes con HPB muy grave.

El tratamiento de rayos láser es más parecido a la RTU y constituye una alternativa para extirpar la parte dilatada de la próstata o simplemente cortarla para ensancharla. Existen diversas formas de aplicar el tratamiento de rayos láser. Aunque reciba gran publicidad, los urólogos aún no se han puesto de acuerdo en su uso para la próstata o en si será útil a largo plazo. Hoy en día, existe un tratamiento semejante llamado «vaporización», que utiliza un aparato no muy distinto al resectoscopio aplicado en la RTU.

La ventaja de muchos de estos métodos es que el paciente, no tiene que ingresar en el hospital, aunque por lo general deberá llevar una sonda vesical durante varios días después del tratamiento y los efectos, a largo plazo son inciertos. Aunque ya van comprendiendo las ventajas y desventajas, la mayoría de urólogos todavía cree que estos tratamientos necesitan probarse más antes de que se extienda su uso. Ésta es una de las razones por las que no están a disposición de todos; la otra es que el equipo necesario suele ser caro y los hospitales querrán conocer el grado de éxito del tratamiento antes de comprarlo. En los casos en los que se recomiende este tipo de tratamiento se dejará claro que se halla en fase de pruebas.

Los stents son unos tubos cortos, hechos de malla metálica, que se colocan en la próstata para mantenerla abierta. Pueden introducirse sin grandes molestias y con anestesia local. Normalmente se recomiendan para hombres que no podrían aguantar una intervención quirúrgica y deberían llevar un catéter de forma permanente. Sin embargo, pueden provocar problemas a largo plazo y se utilizan con menor frecuencia en la actualidad que hace unos años.




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