Tratamientos farmacológicos para la hiperplasia prostática benigna

Para los hombres con síntomas de próstata que no padecen un trastorno grave y no quieren plantearse la posibilidad de una intervención quirúrgica, existe una alternativa: hoy en día, la hiperplasia prostática benigna (HPB) puede tratarse con fármacos. Los hay de dos tipos: uno disminuye el tamaño de la próstata y el otro distiende el músculo de la próstata y el cuello de la vejiga. Ambos pueden reducir la obstrucción que provoca la próstata lo suficiente como para aliviar los síntomas.

Hormonas

Los fármacos que disminuyen el tamaño de la próstata interfieren en la acción de la hormona masculina, la testosterona, que es parte de la causa de la HPB. Las hormonas masculinas actúan de forma diferente en el resto de órganos, así que estos medicamentos afectan sólo a la próstata y apenas tienen efectos secundarios.

En la actualidad se están desarrollando varios fármacos de este tipo, pero únicamente se aplica uno llamado finasterida (Proscar), que se administra en dosis de una toma al día. Es importante tener en cuenta que la próstata tarda como nínimo tres meses en disminuirlo suficiente para que remitan los síntomas. Por ello la finasterida se receta como tratamiento de larga duración y no hay que dejar de tomarlo tras un par de semanas aunque se tenga la sensación de que no está haciendo efecto.

Pese a que resulta muy seguro y casi no provoca efectos secundarios, un reducido número de pacientes declara no poder mantener una erección o sufrir otras alteraciones sexuales. En estos casos la situación mejora si se interrumpe el tratamiento. Si el paciente considera que su vida sexual es muy importante no debería iniciar este tratamiento; sin embargo, los problemas sexuales son más frecuentes tras una RTU y en ese caso son irreversibles. Otra característica de la finasterida es que, en cuanto deja de tomarse, la próstata vuelve a crecer muy de prisa, de modo que no debe abandonarse el tratamiento.

Antagonístas alfa-adrenérgicos

El otro tipo de fármaco que se emplea en el tratamiento de la HPB recibe el nombre de antagonista alfa-adrenérgico. Hay un músculo en el interior de la próstata; la contracción de este músculo estrecha la abertura de la vejiga y aumenta cualquier obstrucción causada por la HPB. Los antagonistas alfaadrenérgicos distienden el músculo, disminuyen la obstrucción y mejoran los síntomas. Por desgracia, estos fármacos afectan a los músculos de otras partes del cuerpo, en especial a las venas, y pueden provocar efectos secundarios, tales como sensación de mareo, debilidad y aletargamiento.

Estos fármacos también se utilizan para tratar la hipertensión, pero los más nuevos parecen tener más eficacia en la próstata que en otros órganos y pueden presentar menos efectos secundarios. La gran ventaja de este tipo de fármacos es que actúan de forma casi inmediata. En la actualidad se utilizan los siguientes medicamentos: alfuzosina (Alfetim), doxasozina (Carduran), prazosina (Minipres), tamsulosina (Flomax) y la terazosina (Magnurol), y pronto se introducirán otros. Difieren entre ellos por la posología y algunos se administran en pequeñas dosis. Los efectos secundarios son diversos, así que si uno de ellos no sienta bien vale la pena intentarlo con otro. Los antagonistas alfaadrenérgicos pueden provocar eyaculación retrógrada, aunque este trastorno desaparece si se interrumpe el tratamiento. Al igual que ocurre con el tratamiento hormonal, el nivel de flujo urinario mejorará sólo un poco.

Elección del fármaco

La prescripción de uno de estos dos tipos de fármacos depende de varios factores. Algunos hombres, sobre todo aquellos que empiezan a notar los síntomas a una edad temprana, no padecen una gran dilatación de la próstata. Para ellos, la acción del músculo prostático es la causa principal de la obstrucción, y, en consecuencia, los antagonistas alfaadrenérgicos son el mejor tratamiento.

Si un hombre con estos problemas de próstata debe someterse a una intervención quirúrgica, el cirujano no tendrá que extirpar ninguna parte de la próstata, bastará con que efectúe un par de incisiones para abrirla. El paciente no notará ninguna diferencia con una resección transuretral. Sólo se recetará finasterida cuando la próstata se haya dilatado mucho, pues al parecer este fármaco es más efectivo cuanto mayor es el órgano. Es necesario armarse de paciencia, porque el tratamiento tarda en surtir efecto. Se está realizando una serie de estudios para descubrir si la combinación de la finasterida con uno de los antagonistas alfaadrenérgicos puede reducir el tiempo de espera.

El tratamiento farmacológico se recomienda en caso de que los síntomas sean leves, si la obstrucción no es muy grave y no existe razón alguna para evitar la receta de un medicamento en concreto. Los fármacos pueden probarse con casos más graves cuando existen razones médicas que impiden la intervención quirúrgica. Si hay que retrasar la intervención quirúrgica, ya sea a causa de una larga lista de espera o porque no resulta conveniente en ese momento, los medicamentos se pueden prescribir como un remedio temporal. Algunos hombres a punto de jubilarse prefieren esperar a retirarsé para someterse a la intervención quirúrgica. Los hombres con un período vacacional fijo tal vez prefieran operarse en esas fechas y recurrir al tratamiento farmacológico como un remedio temporal útil. En algunas ocasiones, el urólogo puede recetar un fármaco al principio para ver si ayuda a mejorar un síntoma determinado, antes de dar el paso irreversible de la intervención quirúrgica.

Aunque estos medicamentos han aliviado los síntomas de pacientes para los que no resultaba recomendable la intervención quirúrgica, todavía hay muchos a los que se aconseja no someterse a ningún tratamiento. Por otra parte, los fármacos deberían usarse sólo después de que la próstata se examine como es debido y se realicen pruebas. A menudo hay que seguir visitando al urólogo, pero los fármacos han propiciado que un gran número de médicos se impliquen cada vez más en el tratamiento de la HPB.




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