Un consumo adecuado de frutos secos nos aporta energía y protege nuestro corazón

Lo más destacable de esos bocaditos altamente energéticos llamados frutos secos es su capacidad para reducir los niveles de colesterol en sangre. En los últimos tiempos estos tesoros de nutrientes han abandonado la lista negra donde estaban colocados por su alto aporte calórico para entrar por la puerta grande en el salón de los alimentos más respetados desde la perspectiva nutricional.
La razón es que está médicamente comprobado que su consumo se asocia a un menor riesgo de padecer enfermedades coronarias y a una mayor resistencia a la oxidación.Su acción beneficiosa se debe a su riqueza en ácidos grasos.
Algunos, como las nueces, son ricas en ácido linoleico, otros, como la almendra —cuyo 50% de su peso es ácido oleico— son concentrados naturales de aceite de oliva.Ninguna de estas dos grasas aumentan el LDL, es decir, el colesterol «malo», como sí hacen las grasas saturadas, pero mientras que los poliinsaturados (ácido linoleico) descienden el LDL y el HDL, los monoinsaturados (ácido oleico) no sólo descienden el LDL, sino que elevan el HDL, es decir, el colesterol «bueno».
El LDL, colesterol malo, es el culpable de que se acumule la grasa en las paredes de las arterias y el bueno, el HDL, ayuda a limpiarlas.
Conviene tener en cuenta que, con el tueste, los frutos secos mejoran su sabor, pero también se modifican la estructuras de los ácidos grasos y se destruyen las vitaminas.
Califica este Artículo:
Deja una respuesta